Dormía como un ángel.
Lisa ya se había fijado antes. La primera noche que Jennie pasó en su casa, se había sentado en el sillón junto al fuego y la había observado, preguntándose qué sueños estaba teniendo. Del mismo modo que lo estaba haciendo en ese momento desde la silla que había al lado de la cama.
Después de hacer el amor en el sofá por segunda vez, Jennie se había quedado dormida en sus brazos y, unos minutos después, Lisa la había llevado a la cama y la había arropado bien. Le habría gustado acostarse a su lado y abrazarla fuerte, pero esa noche no se atrevía. Algo había cambiado, no sabía exactamente qué, pero algo dentro de ella luchaba por salir. Quizá era la necesidad de obtener más, más unión con Jennie, más amigos entre los habitantes de Lima, y más distancia de la soledad en la que había vivido durante tantos años.
Se pasó las manos por el pelo. Tenía que volver a su lugar antes de verse decepcionada, antes de empezar a creer que podía pertenecer a una mujer, una niña y una comunidad.
Y, aunque abandonar la ciudad no le suponía ningún esfuerzo, no podía decir lo mismo de Jennie y Harmony. Iba a pedirle a Jennie que se trasladaran a su casa con ella, que estuvieran allí mientras así lo quisieran. Sin ataduras ni promesas, solo tenían que estar juntas y disfrutar de lo que tenían. Eso era todo lo que podía ofrecerle, no estaba dispuesta a arriesgar más. Solo esperaba que fuera suficiente.
A través del intercomunicador notó que Harmony estaba inquieta, lo que hizo que Jennie también se moviera, aunque no llegara a despertarse. La morena tenía motivos para estar agotada; se levantaba antes del amanecer, pasaba el día entero en la pastelería y los únicos descansos que se tomaba eran para dar de comer a la niña. Ese ritmo de vida era otro motivo contundente para que se fuera a vivir con ella, allí podría disfrutar de algo más de descanso.
Afortunadamente, al día siguiente era domingo y no tenía que abrir la tienda, con lo que podría dormir todo el tiempo que quisiera.
La inquietud de Harmony fue transformándose poco a poco en llanto, así que Lisa se puso en pie y fue a ver qué le ocurría antes de que despertara a su mamá.
—¿Tú tampoco tienes sueño, princesa? —le preguntó a la pequeña al tiempo que la tomaba en brazos con total naturalidad— Ah, parece que el problema es el pañal —era curioso que le resultara tan normal acunarla, hacerle carantoñas o darle sus juguetitos mientras la cambiaba.
Ya con el pañal nuevo, intentó devolverla a la cuna, pero Harmony tenía otros planes.
—Sí, yo también tengo un poco de hambre —dijo llevándosela a la cocina— Vamos a ver qué tiene mamá en el frigorífico.
Por suerte, lo primero que se veía al abrir la nevera eran varios biberones ya preparados con leche materna, así que solo tuvo que calentar uno, comprobar que estaba a la temperatura adecuada y dárselo tranquilamente.
Se sentó en una silla con Harmony en brazos y, mientras esta comía, cayó en la cuenta de que jamás se había sentido tan relajada como en ese momento. La pequeña la miraba fijamente y eso le infundía el extraño sentimiento de que era parte de algo importante.
El único ruido que se oía en toda la casa era el que hacía Harmony al tomarse el biberón. Lisa no podía apartar la mirada de esa carita de querubín.
—Jennie y tú tenéis mucha suerte de teneros la una a la otra —sabía que debía de parecer tonta, allí sola hablando con un bebé en una cocina apenas iluminada. Pero quería que la pequeña supiera que había alguien que la quería por encima de todo y que se sentía muy afortunada de tenerla en su vida.
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AFTER THE STORM
FanfictionPerdida en una carretera desierta, embarazada y en medio una tormenta de nieve. Jennie jamás imaginó volver a encontrar en aquella situación a su vieja amiga, Lalisa Manoban, convertida ahora en una exitosa y atractiva mujer a quien los medios catal...