𝐊𝐈𝐃𝐎𝐔 𝐘𝐔𝐔𝐓𝐎 | Iɴᴀᴢᴜᴍᴀ Eʟᴇᴠᴇɴ

CONSTRUIR

Palabra: CONSTRUIR

Siempre me ha gustado jugar con el pelo.

De pequeña solía aprovechar el más mínimo momento para hacerles coletas a mis amigas, colocarles adornos en el pelo o, incluso, trenzarlo en forma de diadema en un tiempo de olimpiada. Tengo un buen manejo de ese arte.

Me adapto al pelo de cada persona, así puedo construir diversos peinados, siempre el más apropiado según el estilo, y he de decir que se me da bastante bien. Pero hacer rastas es bastante más difícil de lo que parece, oh, y desacerlas, casi imposible.

Una auténtica batalla.

Sin embargo tener a Jude sentado en el taburete del baño de su habitación, con una mini capa de peluquería, esas que evitan que caigan pelos dentro de la camiseta, de pingüinos, me puede.

¿Y a quién no?

Dice que la tiene desde pequeño, que fue uno de los primeros regalos que le dio el Señor Sharp, y que simpremente la guarda de recuerdo, pero yo sé que no. A él le gusta, y es demasiado orgulloso como para admitirlo.

Solté un suspiro mientras terminaba de separar las capas de una rasta. Ahora venía el sufrimiento.

Cogí el cepillo y trate de desenredarlo, siempre por secciones, primero las puntas para después ir subiendo. De vez en cuando daba leves tirones y eso hacía que Jude echara la cabeza hacia atrás. Tenía los ojos cerrados y los brazos cruzados, casi parecía como si estuviera echando una cabezadita.

No se necesita tener el pelo muy largo para llevar rastas, como unos 20 cm mínimo, y sabiendo eso todo el mundo que ve las rastas de Jude piensa que al deshacerlas la longitud de su cabello será similar a esos 20 cm, pero la realidiad es bastante distinta. Tiene el pelo sorprendente mente largo, solo le gano por unos escasos centímetros. 

Es largo, de raíz fuerte y encima, ondulado, toda una envidia.

– ¿De verdad que no quieres probar nada nuevo?— digo peinando con la mano su flequillo mojado hacia atrás.

– No.

– ¿Seguro?

– Sí.

– ¿Ni un tinte ligero?

– No.

– ¿Y unas mechas?

– Tú odias las mechas.

– Cierto, pero a ti te quedarían de muerte cariño.

Se levanta y acerca a la bañera, metiendo la cabeza en agua caliente. Después de un rato sale con una toalla en la cabeza y vuelve a sentarse en el taburete a la espera de que le ponga el acondicionador en seco.

Después de aplicarlo, repartirlo por todo el pelo y volver a cepillarlo, cojo el secador para terminar con la sesión de peluquería.

– Bueno...con esto ya está. Las rastas las haré mañana.

Está por levantarse pero pongo las manos en sus hombros y hago presión hacia abajo para volver a sentarle. Apoyo la barbilla en su cabeza y le pongo ojitos a través del espejo, frunce el ceño y se cruza de brazos ya sabiendo lo que quiero.

– No

– Un moñito.

– Ni en sueños.

– Uno bajo, uno pequeñito, para que no se te enrede mucho– comento como quien no quiere la cosa.

– No.

– Juuuude. Luego haremos lo que quieras, no te obligaré a ver Teen Beach Movie otra vez y te dejaré todas las nueces de azúcar para ti.

Arruga la boca en una mueca de desagrado pero termina asintiendo levemente, y yo no puedo estar más feliz. Cojo una goma roja de espiral y tras de jugar un poco de manera disimulada, le termino por hacer el moño bajo en la coroniña. Cuando nota que me detengo levanta la ceja y me mira atraves del espejo.

– ¿Ya has acabado?

– Así es.

– Bien, ahora...– se levanta y aparta el taburete con la pierna para así estar enfrente mia. Se inclina levemente y de un momento a otro voy colgada de su hombro. Me agarro con fuerza a la tela de su camisa mientras noto como salimos del baño, a los pocos pasos escucho el cierre del pestillo de la habitación– ...a jugar– y termina tirándome a la cama.

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Pues nada, SIGO VIVA.

Esto solo es un pequeño regalito que espero que hayáis disfrutado. Por otro lado, espero que todos se encuentren bien junto a sus familias y amigos, si alguien quiere hablar o tiene algo que decir que sepa que puede contar conmigo.

Nos leemos pronto ;)

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