13. Como Le Pase Algo Me Muero

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-Confía en mí, le caes bien- el rubio de Ferrari intentaba consolarme.
-No me vas a convencer, Vettel- sonreí.
Él hizo un puchero.
-Aún no me has dicho qué has venido a hacer a Suiza- le dije, cambiando de tema.
-Oh, vivo aquí.
-¿Y no deberías estar en Maranello?
-Semana libre- respondió -Y mi avión a Bahréin no sale hasta dentro de un par de horas-
Lo miré no muy convencida.
-Pensaba que Kimi estaría aquí- sonrió de lado.
-Y debería- dije poniéndome de pie -Aún no ha llegado-
Seb dejó ver algo de resignación en su rostro.
-Tendrías que haber ido a su casa si querías verlo, Vettel.
-Ya... No me llevo muy bien con Minttu- dijo, en voz baja y rascándose la nuca.
-Te daría mi opinión, pero no he tenido el placer de conocerla- sonreí, mirando a la calle por una de las ventanas.
-No estoy seguro de que quieras hacerlo, no sé...
Miré al chico interrogante.
-No es mala chica, pero... No sé, Kimi...- balbuceó.
-Ya no es lo mismo, ¿no?
Él suspiró, negando con la cabeza.
-Al principio todo les iba bien, la pareja perfecta. Yo me alegraba mucho por él, tuvieron a los niños... Era el sueño de cualquiera. Pero con el tiempo, el Iceman lo fue enfriando, como si se hubiera cansado.
-No siente lo mismo.
-Eso es.
-Me lo dijo anoche.
-¿Ves? No te odia tanto como crees- rió.
Se me escapó una sonrisa, pero sin verla, el alemán siguió hablando -No fue solo con Minttu, de repente, Kimi se cansó de todo, de todos... El que siempre había sido su sueño, se convirtió en una pesadilla amarga y metódica-
-¿Y por qué no lo ha dejado?
-¿Los coches o a Minttu?
Me encogí de hombros, y como respuesta, Seb hizo lo mismo.
-Nadie llega nunca a conocer a Kimi por completo, es demasiado...
-Hermético- le completé yo.
-¿Tanto os gusto que solo sabéis hablar de mí?- la voz rasgada del piloto finlandés resonó en la habitación.
-No seas egocéntrico, Raikkonen- rió Seb, levantándose para abrazarlo.
Ambos sonreían, mientras se abrazaban y daban palmadas en la espalda.
-¿Sabéis lo práctico que sería que estuviérais juntos?- preguntó Kimi riendo cuando se separaron.
Seb miró al suelo, suspirando.
-Que sí, que tú sigues con esos dramas que no me quieres contar- le dijo el finlandés al alemán -Y tú pasas con Magnussen tus ratos libres- dijo refiriéndose a mí.
Kimi se encontraba muy a gusto con Seb, como si fuera otra persona. Era alucinante todo lo que hablaba y se reía.
Salimos los tres juntos hacia el aeropuerto, aunque el avión de Seb salía antes que el nuestro. El viaje no fue tan silencioso como otras veces, ni mucho menos, aunque condujera Kimi. Vettel iba delante, con el finlandés, yo iba detrás del alemán, con el portátil sobre las piernas, y el programa de la telemetría abierto, aunque en realidad, no le estaba prestando mucha atención. Los chicos hablaban animadamente, un poco de todo, y yo no podía evitar sonreír al verlos, eran como hermanos.
Cuando llegamos a la terminal internacional del aeropuerto, apenas había gente, quitando a los típicos ejecutivos con sus trajes, esos siempre estaban ahí, como si formaran parte del edificio.
Decidimos pasar el control, y así poder hacer tiempo en la zona que ya daba a las puertas de embarque.
Dejamos las maletas en la cinta del escáner, y pasamos uno a uno por el detector.
Siempre me daba miedo que me pitara aquel enorme chisme por haber olvidado sacar algún centimillo del bolsillo, pero aquella vez, la luz roja no se encendió conmigo, sino con Kimi.
Un policía se acercó al finlandés, dispuesto a comprobar que no escondiera nada.
-Por favor señor, levante el brazo izquierdo.
Kimi se tensó de repente, girándose para mirarme.
-El del anillo- le medio susurré entre gestos.
El chico se miró las manos nervioso, y volvió a girar la cabeza hacia mí, no llevaba el anillo.
Todo pasaba muy rápido; con gestos, y bajo la mirada intimidante del policía que esperaba junto al finlandés, le indiqué a Kimi cuál era el brazo izquierdo.
Tras comprobar el hombre de seguridad que no escondíamos nada, y solo nos comportábamos algo rarito, pudimos acceder a la zona de embarque, el chico de Alfa Romeo todavía estaba angustiado, aunque no quisiera decirlo.
-Kimi, ¿estás bien?- los ojillos preocupados de Seb se posaron sobre él.
El finlandés no contestó; se había quedado parado, con la mirada perdida.
Sin pensarlo mucho, y viendo que el chico no estaba en su mejor momento, di un paso hacia él y lo abracé con fuerza.
Kimi no me devolvió el abrazo, pero noté cómo se destensaba entre mis brazos.
Cuando nos separamos, Seb volvía de un bar cercano con un café caliente en la mano, que le tendió a su amigo.
"Pasajeros del vuelo AK747 con dirección a Bahréin, su avión está a punto de despegar"
Los ojos del alemán se cerraron por un momento, mientras suspiraba.
-Es mi vuelo- dijo.
-Vete, Vettel- le contestó Kimi, ya algo más tranquilo, y con su café entre manos -Estoy bien- le dijo.
-Mandadme un mensaje en cuanto aterricéis, ¿vale?- Seb sonaba preocupado.
Asentí, y el chico tras abrazar a Kimi se dirigió con su maleta roja hacia su puerta de embarque.
De pronto, paró en seco y se giró mirándome -Mai- me llamó.
-¿Sí?- pregunté acercándome a él, alejándome un poco del finlandés, como Seb me pedía.
-Cuídamelo Mai, cuídamelo, que como le pase algo me muero- su voz se quebraba, y sus ojos se llenaron de lágrimas.
En ese momento supe, que al menos por parte de Seb, ese vínculo tan fuerte que los unía no era una simple amistad, no era algo cualquiera, y es que en sus palabras, pareció que literalmente, una parte del alma de Vettel acabara de quedarse con Kimi.

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