DIEZ

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INCOMPRENSIBLE: CAPÍTULO DIEZ

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Hyunwoo dejó a Hyun acostado sobre su cama. Él seguía dormido y no quería interrumpir su sueño. Sus padres aún no estaban en casa, así que se encerró en la habitación. Se sentó en el piso con la espalda apoyada sobre el colchón de su cama. No podía creer todavía la escena que había hecho al salir del veterinario, en frente de Kihyun. Él fue tan atento y dulce como siempre, pero se sentía muy avergonzado y arrepentido por lo sucedido. Todavía podía recordar la sensación del abrazo de Kihyun, en especial el que tuvieron en el parque. Se sintió inmensamente protegido en los brazos de Yoo, tanto así que quería quedarse así por siempre. Su pecho era muy cómodo y su olor corporal era honestamente muy agradable. Quería dormir abrazado al menor, en una noche duradera de invierno. Sus ojos se llenaron de lágrimas. Lo anhelaba tanto que se sentía desesperado. Los sollozos volvieron a aparecer y los dejó salir. Estaba cansado y frustrado por la situación en la que estaba viviendo. Se cubrió los ojos y apretó la mandíbula. Además de sus propios sollozos, escuchaba los ronquidos de su cachorro que yacía en la cama. Se sintió tan desesperado que sólo quería vomitar todo. Jaló del cajón de su mesa de noche y tomó una libreta junto con un lápiz. Los dejó en el piso y empezó a escribir, con la vista nublada por las lágrimas que caían sin parar por su semblante.




Kihyun-ah, me gustas. Me gustas tanto que podría morir. Quiero quedarme contigo, jamás me había sentido tan cómodo con alguien más. Eres tan dulce, atractivo, atento, observador. Magníficamente, tienes todas las características de mi tipo ideal. Quiero que me abraces, me das un calor tan especial que la sensación de tus manos en mi cintura y en mi espalda sigue viva en mi piel. ¿Por qué tuvo que pasarme esto a mí? ¿Por qué mi cuerpo arde cuando pienso en ti? ¿Por qué mi corazón grita tu nombre a cada hora?

Si pudieras amarme también, no me importaría lo que diga el mundo de nosotros.






El lápiz cayó al suelo. Hyunwoo volvió a cubrirse los ojos y siguió sollozando. Su espalda subía y bajaba. Las lágrimas caían hasta sus labios y otras llegaban hasta el mentón. Murmuró el nombre del hombre que le gustaba, sin parar. Recuerdos de su rostro llenaban su pobre mente desesperada.









Incomprensible + showkiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora