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—Suéltame, Jaeger. —ordenó con firmeza, pero claramente había comenzado a temblar.
—¿Es por eso que nunca tienes contacto directo con nadie? —insistió el menor sin querer soltarlo.
—Suéltame. —volvió a ordenar, esta vez era más una súplica que una orden y fue por eso que Eren lo soltó.

Justo después, Levi huyó, Eren no quiso seguirlo, entendió que había cruzado una línea que el mayor no quería que nadie cruzara, había sido un jodido entrometido sólo por dejarse llevar de su puta curiosidad. No había visto los ojos de Levi, pero había sentido el temblor en su cuerpo apenas lo tocó y supo la gravedad del asunto y precisamente por eso no podía contárselo a nadie.

El fin de semana comenzó y a Eren, que le emocionaba el fin de semana para poder estar con sus amigos, le estaban causando una agonía insoportable, porque no sabía cómo ver a la cara a Levi luego de lo que le había generado. Pasó todo el sábado ignorando llamadas y mensajes de sus amigos mientras permanecía tumbado frente al mueble donde reposaban varios portarretratos con fotos de él pequeño, mirando con atención especial, aquellas donde estaba con Levi, no entendía por qué no podían volver a tener esa relación o por qué hasta para sus padres era tan difícil conservar una relación cercana con Levi.
El domingo sus amigos aparecieron, pero él, apenas Mikasa entró por la puerta, salió como alma que lleva el diablo al complejo de apartamentos donde sabía que vivía Levi, lo había seguido antes.

—¡Levi! —gritó Eren apenas lo vio recargado en el muro que daba a la calle, fuera de su apartamento.

El mayor al verlo, sencillamente entro a su departamento y cerró la puerta, pero eso no detuvo a Eren quien tuvo la intención de correr al departamento del mayor, siendo detenido por sus amigos, que le sostenían con fuerza.

—¿Qué mierda tienes, Eren? ¿Por qué estás persiguiendo al profesor? —reclamó una chica de cabello castaño recogido en una coleta.
—¡Ustedes no entienden!
—¿Qué debemos entender? No contestaste los mensajes ayer, y hoy, que vamos a verte sales corriendo como un condenado a la casa del profesor. —se quejó Mikasa soltando a Eren, pues a Annie podía sola con el alto.
—Es que pasó algo, ustedes no entienden.
—¿Te gusta el profesor Ackerman?

Eren se quedó helado, no había pensado en esa posibilidad, bueno, nunca había considerado el hecho de que le gustase alguien, no era relevante en su vida pensar en eso, pero ahora estaba su grupo de amigos, parado frente a él, mirándole en espera de explicaciones lógicas, que dieran razón a sus comportamientos durante todo el semestre y en especial en ese momento.
¿Le gustaba Levi? Claro que le gustaba, era un profesor excepcional, estaba aprendiendo mucho de él, tenía recuerdos, aunque borrosos, de momentos de su infancia temprana con él que le habían enseñado, claro que le gustaba... pero... sabía que la pregunta de Armin no era ese gusto que tenía en la cabeza ese instante.

—Por dios, Eren, es tu profesor de la universidad. —concluyó con espanto el rubio mirando a su amigo quien había dejado de resistirse.
—Ustedes no entienden... —repitió Eren mirando al departamento de Levi.

El más alto del grupo estaba ocultando algo a todos, y eso lo notó cada uno de los presentes, por lo que Annie le soltó tras unas palabras de Armin, quien parecía el más preocupado de todos, pues era quien leía mejor a Eren.

Eren, al sentirse libre, caminó como si algo lo estuviera llamando desde ese edificio. Subió las escaleras y se paró frente a la puerta del departamento de su profesor, ni siquiera llamó a la puerta, se recostó en esta y se sentó en el piso, recogiendo sus largas piernas contra su pecho, mirando al cielo desde ese lugar en el que se encontraba.

—¿Sabes, Levi? —preguntó al aire, como si realmente creyera que el mayor estaba al otro lado escuchando. —Nunca olvidé del todo lo que vivimos, sólo no te reconocí las veces que nos vimos, igual estaba en la cúspide de la adolescencia y no iba a reconocer que te llamaba "Heicho" ... soy muy idiota, lo sé.

SUCIEDAD [Shingeki no Kyojin  •  Riren - Ereri]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora