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Rubén y Auron se hallaban cada vez más cerca del pueblo, era el tercer día de cabalgata y ya habían reconocido el camino en su totalidad.

En la tarde de ese día ambos se encontraban cerca de un lago. La ropa de cada uno a excepción de la interior estaba en la orilla; se adentraron al agua para poder bañarse a gusto. Perdigón solo bebía cerca de las pertenencias de los chicos.

Se sentía una ligera tensión en el aire, quizás por estar ambos casi como Dios los trajo al mundo o por la indirecta confesión del moreno.

Un poquillo de ambas.

El joven teñido se había hundido en su totalidad, le gustaba sentir el líquido recorrer su pálido cuerpo como método de relajación. Sus ánimos estaban a tope puesto ya faltaba poco para llegar a su hogar. Auron tallaba con ayuda de las roquitas al fondo del cuerpo de agua su piel morena dándole un poco de exfoliación.

Estaban indefensos. El más bajo sintió un par de manos tapar su boca y arrastrarlo con rudeza hacia la orilla, luego fue apresado de brazos y piernas para, seguidamente, sentir como una espada rozaba con su cuello.

“ ¿Auron?” Rubén salió del agua al percatarse de las ondas agresivas en esta. Miró hacia donde estaba su compañero y el encapuchado que lo tenía capturado.

“Dame todo el oro que tengas y tú amigo no saldrá lastimado.”

“ No tengo oro.”

“Una pena...” enterró ligeramente el metal en el cuello de Auron haciendo que un delgado hijo de sangre manchara su pecho, apenas había cortado un poco.

“ ¡Espera!, ¿Qué podría darte a cambio de él?”

“El caballo se ve de buena clase... ”

“ Pues quédatelo, pero déjalo ir.”

“ También quiero tus zapatos, pediría los pescados que tienes en esa bolsa pero viéndote así de delgado...apenas y comes... ¿Te has alimentado bien estos días?”

“ Sólo... Déjalo libre”

“ ¿Acaso él es quien no te deja comer?”

“No, déjalo”

“ Un niño tan bonito no debería bañarse en este bosque, mucho menos con tantos enfermos sueltos.”

“ ¡Joder, suéltalo de una puta vez y lárgate!”

“Vale, vale. Pero no me hables así, primor.”

El extraño aventó al chico hacia el agua, él corrió hacia el caballo y tomó los zapatos de Rubén además de su sudadera. El chico de gran estatura auxilió a su amigo sacándolo del agua y revisando su herida.

“¡Nos vemos!”

“ ¡Espero que no, gilipollas!”

Ahora no tenían caballo, quizás tardarían un poco más de lo esperado en llegar.

★★★★★

Juro que el ladrón homosexual no estaba dentro de mis planes... Sólo ocurrió y pues lo dejé que sino tocaba matar a Perdigón con cualquier cosa.

Bonita noche, alma hermosa ❤️

❄️N I E V E S❄️. 2da Parte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora