Plan D

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Un nuevo día, un nuevo amanecer, y con ello, un nuevo plan para poder conquistar a Kim Jungwoo; con esa actitud me había levantado el fin de semana

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Un nuevo día, un nuevo amanecer, y con ello, un nuevo plan para poder conquistar a Kim Jungwoo; con esa actitud me había levantado el fin de semana. A pesar de quemar algunos de los cartuchos de mi "infalible arma para conquistar a mi crush", tras varios intentos traducidos en fracasos y de una manera más ridícula que la anterior aún me esmeraba en no darme por vencido. Trataba de no pensar —tanto— en la dignidad que iba degradándose con cada fiasco, dada la gran insistencia de conquistar al chico que ocupaba todos mis pensamientos. Si era por él, valía la pena.


El sábado pintaba para ser un día tranquilo y relajante, sin ningún entrometido acechando a mis alrededores, listo para joder y ser un estorbo en los cálculos de la siguiente técnica que aplicaría con Jungwoo. Sin embargo, se me escapó un pequeño detalle, que claro, sólo pude recordar de golpe gracias al sonido del timbre del departamento.

—¡Carajo! —maldije; si algo odiaba en serio, era olvidar mis pendientes.

De prisa me dispuse a atender al recién llegado. Cuando abrí la puerta, un jovencito de cabellera rosada que me juzgaba intensamente, cruzado de brazos y golpeando el suelo con el pie izquierdo: una escena exagerada de un niño haciendo berrinche.

—Lo siento, Nana. Olvidé por completo tus tutorías —lo dejé pasar. Este enseguida se acomodó en el sillón de la sala con demasiada confianza, ya familiarizado con el entorno. Porque sí, se trataba de nadie más y nadie menos que de mi empalagoso, bonito y poco brillante vecino: Na Jaemin. Nos conocimos cuando se mudó enfrente; poco después y sin darme cuenta ya era su tutor privado, e inevitablemente, nos habíamos vuelto amigos.

—La vejez ya te está afectando la memoria, ¿eh? —bromeó, y esbozó una media sonrisa, orgulloso de su chiste sencillo pero acertado—. Tampoco me agrada la idea de estas clases sabatinas, pero se supone que eres el responsable. No debería venir yo a tu departamento y pedirte que me enseñes. Por más que te extrañe cada hora de mi vida, tengo mejores cosas que hacer.

—Tienes razón —me pasé la mano por el cabello, muy apenado.

—Ya que vine hasta aquí, vas a tener que ayudarme a elaborar mi tarea de inglés —obviamente el niño tenía su as bajo la manga, no perdía la oportunidad en lo absoluto, siempre salía ganando, era malo en lo académico pero eso no lo hacía tonto—. Traje mis plumones y mi cartel.

—¿De qué se trata? —en una abrir y cerrar de ojos, una cantidad de colores y lapiceros de diferentes puntas y marcas ya estaban esparcidos por todo el suelo—. No tenía idea que fueras un "chico de los plumones".

—No sabes muchas cosas, Kim Doyoung.

—Pues en realidad tengo uno de los puntajes más altos en mi facultad y... —no acabé por la mueca de disgusto excesiva por parte de Jaemin.

—No me refiero a que seas un nerd, iugh —el chico fingió un escalofrío y sólo me limité a poner los ojos en blanco —. Por ejemplo, yo me entero de muchas cosas de mi alrededor. Sin importar que no vayamos a la misma universidad, descubro tus secretos —la mirada pícara del joven me alertó. Tragué saliva sin nada de disimulo, con la expectativa de que algo malo saliera a la luz.

Guía de supervivencia amorosa ᵈᵒʷᵒᵒDonde viven las historias. Descúbrelo ahora