Capítulo 3

282 53 10
                                    

Nueve de marzo de 1983, Seúl.

Yoongi todavía no olvidaba a Hoseok, pero aún así sonrió ante la escena desarrollándose frente a sus ojos.

A decir verdad él no debería estar ahí. Tendría que estar en algún avión rumbo al paraíso fiscal o en cualquier otro lugar, pero no ahí. Había muchas razones por las que no tenía que estar ahí, las mismas eran tan variadas que era molesto tener que recordarlas y la única razón que su terca mente recordaba; "sentir su corazón rompiéndose al tiempo que lo sentía latir de nuevo" no era ni de cerca la más importante.

Dejar ir a Hoseok había sido una de las cosas más difíciles que Yoongi había hecho en su miserable vida. Fingir y mentir, eran cosas que, después de estar tanto tiempo en el negocio, se volvían en algo estúpidamente fácil de hacer. Sin embargo, mentirle a Hoseok, no había resultado ser tan sencillo. Ser un hijo de puta con la única persona que le importaba no era sencillo y realmente hubiera preferido no hacerlo, pero ¿qué más podía hacer? Lo había arruinado al momento.

La vida de Yoongi nunca fue lo que alguien llamaría fácil, aunque no podía culpar a nadie por ello. La culpa siempre recaía en él y solo en él, las decisiones siempre fueron suyas. Aún así sentía que estaba cerca de un agujero negro, que parecía tratar de tomar todo de él. Justo cuando estaba a punto de desaparecer algo llegó a iluminar su vida de forma inesperada.

Jung Hoseok, el adorable mesero de la cafetería a la que solía ir en Gwangju. El chico siempre lo recibía con la misma sonrisa, esa que nunca creyó que alguien le dedicaría nunca. Yoongi no pensó en jugar con él y no pensó en llegar tan lejos con él, pero simplemente no podía dejarlo pasar. Necesitaba probar esos labios, necesitaba más de esa mirada que Hoseok parecía solo darle a él.

Yoongi sabía que Hoseok estaba enamorado de él, lo supo después de la primera noche que pasaron juntos o quizá antes. Yoongi también sabía que él estaba igual o incluso más enamorado de Hoseok.

Conforme el tiempo pasaba, Yoongi seguía frecuentando al radiante chico; lo recogía en la universidad y salían juntos al cine después de que el menor terminara su turno en la cafetería.

Yoongi era feliz, pero claro que como siempre, deben existir dificultades. El padre de Hoseok no aprobó su relación y Yoongi pensaba que si él fuera el padre de Hoseok, tampoco dejaría que saliera con él. Era más que obvio que el omega era mucho para él, él mismo lo sabía, pero una vez más ¿qué podía hacer? Alejarse era una opción, la única opción prudente.

Hoseok valía la pena y podría encontrar a alguien mejor, un universitario como él, alguien con futuro, alguien que le brindara la tranquilidad que con él no tendría nunca.

¿Qué podía ofrecerle a Hoseok?

El amor no era suficiente, porque el amor no podría consolarlo cuando fuera asesinado frente a sus ojos o cuando fuera amenazado para que revelara su paradero en el momento en que todo se fuera al carajo en el Kkangpae. Aún sabiendo todo eso Yoongi siguió sin poder alejarse y las cosas empeoraron.

El momento en que le ordenaron marcharse a Seúl parecía ser el momento perfecto para desprenderse de Hoseok y claro, él simplemente no pudo aguantar la idea de dejar ir al omega. Yoongi actuó de forma bastante estúpida pidiéndole la cosa más descabellada y egoísta que alguna vez pudo pedir. Su razón, al igual que su consciencia, se había ido al diablo. Aún recordaba las palabras que usó al momento en que alejó a Hoseok de todo lo bueno que alguna vez tuvo, sus estudios, su familia y sus amigos.

Admitía que se sintió feliz cuando Hoseok aceptó irse con él. Admitía que se sintió completamente extasiado al saber que Hoseok trató de ayudarlo en varias ocasiones, pero a la vez se sentía completamente celoso cuando otros hombres se atrevían a siquiera posar sus lujuriosos ojos en él. Él no era muy diferente a esos hombres claro está.

Llegados a un punto, Yoongi se dio cuenta que no estaba protegiendo a Hoseok. No era diferente a los hombres que lo miraban con lujuria tratando de poner sus manos sobre el hermoso cuerpo del omega. No podía justificarse diciendo que él lo amaba y jactarse de que era diferente. Si bien era cierto que Yoongi amaba a Hoseok, se había comportado de manera muy egoísta y no tenía idea de cómo solucionar lo que había hecho.

Él sabía que Hoseok merecía lo mejor y él definitivamente no lo era. Lo único que había hecho era manchar la vida de Hoseok, involucrándolo en actos ilícitos, poniéndolo en peligro.

Entonces, cuando Hoseok verdaderamente estuvo en peligro fue que decidió actuar.

La expresión de decepción pura en el rostro de Hoseok fue como sentir el calor de la lava hirviendo por todo su cuerpo. Los ojos de Hoseok parecían pedirle que negara todo lo que estaba diciendo, que no podía ser posible. Todo quemaba, el dolor que el menor profesaba con cada palabra que salía de sus labios le quemaba hasta calarle los huesos como una especie de dientes clavándose en su piel.

Cada palabra salida de sus propios labios lo hacía querer abrazar al omega, decirle que era mentira, que él lo quería, que era el amor de su maldita vida.

¿Que tenía una esposa? Una gran estupidez. ¿Que tenía hijos? Otra enorme estupidez que se le ocurrió para romper el corazón de lo único bueno que había tenido. Lo único que había hecho bien y que en cierto punto tampoco era cierto, al final no lo había hecho bien.

Pero Hoseok merecía algo mejor. No podía terminar como su familia, que habían terminado de la peor manera. Algunas veces miraba la pequeña fotografía escondida en su cartera. La sonrisa de su hermano y sus padres lo hacía sentir que aún quedaba un poco de aquél Yoongi soñador que alguna vez fue.

Comparar su vida con la imagen que acababa de presenciar solo hizo que su idea se reafirmara, él había hecho lo correcto.
Todo lo que Hoseok tenía, era aquello que merecía. Él omega tenía un alfa amoroso que parecía brindarle tranquilidad. Por dios, el alfa parecía dispuesto a morir por él.

Yoongi juraba que se arrodillaría ante ese alfa. Porque Yoongi bien pudo hacerse a un lado, guardar sus sentimientos y aparentemente continuar con su vida lejos del omega, pero en el fondo había algo que Yoongi no podía hacer y eso era olvidar a Hoseok.

Porque aún después de tantos años Yoongi todavía no olvidaba a Hoseok y era probable que jamás lo hiciera.



BetrayalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora