El nuevo mundo

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Me desperté en medio de un mercadillo, el cuál, a juzgar por la gente que hay, se celebra muy a menudo. Aparecí en frente de un puesto de frutas que aparentaban ser de lo mejor, pero no llevaba dinero encima, así que decidí dar una vuelta por el mercadillo a preguntar a la gente sobre en dónde me encuentro. Fui preguntando por varios puestos de comida, algunos me tomaron por loco, otros por tonto, otros pensaban que quería darles pena para recibir comida gratis y otros directamente me mandaron a tomar por saco (alguna gente piensa que si no tienes dinero, eres una pérdida de tiempo para ellos). Después de todo aquello pensé que no habría solución a mi problema, hasta que me fijé en una chica peculiarmente bien vestida, su rostro era pálido y su cara, en mi opinión, era hermosa (y no de verdulero como el resto), en la cual había unos labios finos, los dos ojos, cuyos iris eran morados. Aparte de su cara, podría destacar su cabello, que era plateado, y llevaba un adorno floral en él.
Me acerqué a ella, dispuesto a recibir información fuera como fuera, ¿sentiré tal determinación porque quizás me atrae un poco? Meh, no creo, será porque tiene una vestimenta destacable entre el resto de los ropajes de las otras personas del mercado. Bueno, sea lo que sea, no dejaré escapar la posibilidad de saber cosas de este nuevo mundo:

-Disculpe señorita...

-Ah, ¡hola! ¿Qué pasó?

Se quedó sonriéndome mientras articulaba su respuesta, era una sonrisa de esas que podrías estar viéndolas durante minutos, horas y quizás días (es una exageración, evidentemente) y sentirte afortunado de presenciar tal belleza. Como es evidente, me quedé embobado viéndola.

-Emmm... ¿Hola?

-Ah sí, perdone, ¿sabría usted decirme dónde me encuentro?

-Actualmente estamos en el mercado de ninguna parte, las cinco partes del reino se van a unificar y el representante de cada reino está permitido que participe en unas elecciones para elegir representante de la unificación. Sobra decir que quien se haga vencedor recibirá los cinco reinos en uno unificado.

-Vaya (demasiada información para una pregunta), bueno muchas gracias señorita. ¿Puede decirme adónde debería dirigirme? No tengo hogar ni nada, no sé ni como estoy en este sitio...

-Es una forma muy rara de pedir alojamiento, pero no puedo aceptar extraños en mi hogar, jamás me lo perdonarían.

-No pretendía causarle esos pensamientos (en realidad sí). ¿Puedo saber como se llama usted?

-Por poder, puedes saberlo, pero no te lo diré, si me disculpas he de irme, iba de camino a una taberna a solucionar unos asuntillos...

-Una señorita como usted no debería ir sola, ¿me permite que le acompañe?

-¿Perdón? Sé arreglármelas yo solita. Además, es muy peligroso y privado, así que te agradecería que no vinieses.

Eso me produjo más ganas de ir con ella, sobre todo porque ya me cayó bien, aunque bueno, menuda conversación tuvimos... Creo que es evidente que iría con ella hasta allá, ocultándome para que no me vea, tanto para protegerla como para saciar mi curiosidad.

Hasta que la muerte me reinicie... (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora