Llevaba toda la vida entrenando alejada del resto de niños con singularidades porque, según mi padre, la que yo poseía era peligrosa. Estuve quince años sin tener ni un solo amigo, solo un objetivo en la vida: llegar a ser una heroína.
Por eso, a l...
A la mañana siguiente, me desperté un poco más animada. Las palabras de Kirishima de ayer a la noche me han ayudado más de lo que nunca hubiera imaginado. Me levanto un poco antes para no tener que ir muy apresurada al instituto y tomarme mi tiempo. Tomo cerca de diez minutos en ducharme y luego otros cinco en vestirme. Tras terminar, preparó la mochila y abrí la puerta de mi cuarto para bajar a desayunar. Afrodita me espera acostada en el pasamanos de la escalera.
-Buenos días, Afrodita.-la saludo, con una sonrisa. Maúlla y salta a mis hombros como hace siempre con papá.
Bajo con ella hasta la cocina. Tal y como esperaba, papá ya se ha ido al instituto, dejándome en la encimera un pequeño táper con comida y una nota.
"Ayer te esforzaste mucho. Tu recompensa. Mucha suerte."
Sonrío levemente. En el fondo, sé que mi padre me quiere con locura aunque no me lo diga o no lo demuestre muy a menudo.
Me sirvo una taza de café mientras enciendo el televisor y coloco un programa cualquiera. No presto atención, pero me gusta que haya ruido de fondo. Cuando termino, me tomo con calma una tostada y le doy los bordes a Afrodita mientras le acaricio su cabecita.
Nada más terminar, cojo mi bolsa y me dirijo a la puerta de casa. Mi gata sabe que me voy, y maúlla con desaprobación.
-Nos veremos en varias horas, preciosa.-le digo, con cariño, a lo que responde dándose la vuelta con soltura y largándose en dirección al salón.
Salgo con el pensamiento de poder hacer por primera vez algo que me está prohibido. Fijo la vista al frente, en la verja de casa, y veo una cabellera roja esperarme apoyada en esta. Pero no es bicolor, lo que me causa fastidio y a la vez alivio. ¿Por qué tengo tantos contrastes de sentimientos con este chico?
Sonrío en cuanto Kirishima se da la vuelta para mirarme.
-Buenos días, hermosa~-me saluda, con una sonrisa encantadora.
-¡Kirishima! ¿Cómo has sabido dónde vivía? Por cierto, buenos días.-caminó hacia él con una sonrisa igual de grande que la suya.
-He preguntado a todos los de la clase hasta que conseguí que Todoroki me lo dijera.-confiesa, con una risa nerviosa.
-Ya veo.-me río con él para que no se sienta incómodo de más.-¿Y a qué se debe?
-¡Tenemos que hablar de la travesura a Bakugou!
Mi sonrisa se ensancha el doble y me río de solo pensarlo. Con el mal genio que tiene, estoy segura de que nos matará a explosiones.
-¡Estoy deseando oírlo!-admito.
-Es algo muy típico, pero para empezar, estará de más~
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-¡Eh, eh! ¡Que ya viene!-grita Kaminari, entrando en clase.
Nadie que no seamos nosotros tres entiende lo que vamos a hacer, pero saben que Kirishima es el bromista, así que enseguida se apartan de la puerta y tratan de hacer que no les interesa aquello en lo que estamos trabajando.
