Capítulo 8

2.4K 367 43
                                    

—Hace algunos cientos de años- comenzo a narrar el Dios con máscara de Dragón, quien, al comenzar con su relato, quitó su mascara, dejando ver como la mitad de su rostro tenía escamas, sus ojos rojos con iris afiladas al igual que un lagarto y garras en lugar de manos —Hubo una persona muy especial en tu pueblo, no nos adoraba ni creía en nosotros, pero era especial por ser el mejor combatiente de Karmaland y defensor de la aldea. Él había nacido y crecido ahí, se casó y tenía unos preciosos hijos los cuales, esperaba heredar el amor a su pueblo del cual era lider...- el Dios levantó su mano con su palma al cielo, Raúl observaba atónito como algunas estrellas bajaban del cielo y formaban la forma de personas —Hasta que un día, en una de las primeras batallas por el suelo, ese héroe perdió toda su familia, el hombre nos suplicó por devolverle a su familia- cerró su puño y solo pudo ver como los astros de luz se evaporaban entre sus dedos —Pero desgraciadamente, no pudimos hacer nada. En cambio, él devoto a su pueblo, gobernó con valentía y justicia. Hasta el día de su muerte, donde le ascendimos al igual que tu- le sonrió dejando ver sus colmillos.

Escalofriante aspecto.

El novato, miró a su alrededor, esperando a que alguien se presentase como dicho predecesor y confirmara la historia —¿Y donde está?- la mirada incomoda de todos le confundía, ¿Había hecho mal en preguntar? Que les den por culo, ¿Para que le metían si no podía saber la historia?

—Él... se hizo oscuro- se metió la Diosa felina, quien ya hacía rato se había retirado la máscara, dejando ver largos cabellos negros y ojos verdes cual esmeraldas, pero además de los colmillos, no tenía mas rasgos acorde a su máscara además de una serpeteante cola de de gato —Al principio era como en vida, pero con el tiempo, el poder de ser un Dios, le corrompio, hasta provocar que nos traicionase- acariciaba el contorno de su máscara nostalgicamente- Verás, nosotros no podemos controlar directamente a los seres vivos, pero si podemos entrar en sus sueños y mostrarles un poco lo que sería mejor para ellos- Auron comprendía tal limitación, pero no entendía que tenía que ver en el curso de la historia.

—Se alejó a un pueblo, les lavo el cerebro a todos y ahora quieren acabar con Karmaland- el Dios Halcón explico a grandes rasgos el plan del Dios oscuro, recibiendo un codazo en las costillas de la Diosa, pues quería terminar el relató con el mismo aura de misterio al igual que como comenzó.

—Ya entiendo, pero, ¿Qué tengo que hacer aquí? Ustedes son cinco y él es uno... si todos se lían a hostias, aunque sea injusto, estoy seguro de que ganarían, no significa que no quiera ser un dios, pues a comparación de ser un alma más en el limbo es mucho mas interesante. Solo que ya me estoy poniendo nervioso con tanto rodeo e historia trágica- jugaba con las orejas de su máscara, intentando descifrar el valor de su presencia para los misticos seres.

—Algo ilegal, entre los dioses, es que no podemos revivir a los vivos, sino se convierten a lo que tu llamas... zombies, esqueletos, entre otras cosas. El problema, es que ese Dios tiene un ejército monumental de esos monstruos y solo nosotros no podremos, necesitamos una mano extra- se acercó el de la máscara de lobo, palmeando su hombro.

—Entonces... como dicen el gatito y el señor lobo, ¿Yo también tengo esos poderes?- se desconcertaron un poco por los apodos, pero asistieron.

—Hostras... ¿Puedo hacer uso de mis poderes?- preguntó Auron ilusionado.

—Mientras sea algo que no influya en la vida de las personas, revivir muertos o el control mental, adelante- terminaron dicha charla y le dejaron a Auron explorar el palacio de nubes.

E indagando con sus poderes, se decidió por utilizarlos por prinera vez, dejando una amapola en la entrada de Luzu, solo para transmitirle su amor y su presencia siempre con él.

Rojo // RedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora