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Todos bajaron de la camioneta y así como la combi llegó, se fue. Con algo de miedo y miles de sensaciones en su interior los cinco se encaminaron hacia el hospital y se adentraron puertas adentro.

NamJoon, el gringo del grupo, fue hacia la recepcionista para hablar en ese inglés del que tanto presumía mientras el resto se quedó en una esquina viendo a los enfermeros pasar o simplemente inhalando el típico aroma a hospital. Al cabo de unos minutos, el más alto llegó con unos papeles en sus manos. Los repartió entre ellos.

—Son los números de planta, Jennie esta en la tercera—explicó—Y Roseanne... En la segunda.

Yoongi sonrió de costado al ver el sonrojo de su amigo.

—¡¿Qué esperas?! ¡Ve por tu chica, Kim NamJoon!.

Como la habitación de Rosé estaba de camino, todos acompañaron a NamJoon para impedir que el se deshaga de los nervios. Yoongi casi lanza una carcajada al ver a NamJoon hiperventilando literalmente. La palabra nervioso, ante el estado de su amigo, se quedaba corta.

Como la planta era tan grande todos se tuvieron que dividir para encontrar a la chica, ya que su habitación estaba vacía. Los enfermeros explicaron que ella se había ido a hacer un chequeo y que de seguro estaba dando vueltas por el hospital, otra vez. Bajo la descripción de NamJoon «chica de cabello negro que parece un ángel literalmente» todos corrieron a buscarla.

Ese lapso en donde Yoongi estuvo vagando por el hospital le sirvió para calmarse de una maldita vez. Estaba al borde del llanto ya que por fin iba a ver a su Jennie de una vez por todas. Y si bien una parte de el quería salir corriendo hacía la habitación 214 donde ella se encontraba, la otra quería regresar a Corea porque apenas sabía lo que sentía. Quería verla y a la vez no. ¿Y si todo había cambiado? ¿Y si ella le rechazaba? ¿Y si ya nada iba a ser como antes...?
La duda lo carcomía por dentro. Pero, mientras vagaba por el hospital, una mirada sobre él hizo que todas sus dudas se disiparan al instante.

Una chica con ojos café, el pelo largo, negro y la tez más blanca que había visto en su vida –después de la suya– le estaba viendo con la boca casi abierta. A juzgar de su vestimenta blanca de hospital y lo bonita que ella era, llegó a la conclusión que lucía tal y como un ángel. El ángel guardián de NamJoon. Al instante, supo que era ella: Park Roseanne.

Ella se acercó a paso lento hacía él, como si temiera romper el piso con su casi escaso peso. Yoongi la miraba atentamente, como si una chica con problemas alimenticios fuera algo de otra galaxia. Ella se paró firmemente delante de él, examinándolo con los ojos.

—¿Tu eres... Yoongi?.

El pelinegro se exaltó al escuchar la voz tan dulce que escondía aquel pequeño cuerpo. También, frunció su ceño al caer en cuenta que ella sabía su nombre y, quién sabe como, le había reconocido.

Yoongi abrió su boca para hablar, pero ella fue aún más rápida. —Sí, definitivamente eres Min Yoongi. Tal como ella me dijo, tu cara cuando arrugas tu ceño es como la de un pequeño gatito dormilón.

Eso hizo que el arrugara más su ceño. ¿Como...?.

—Ella me ha hablado de ti.

Su pecho se infló al entender que ella se refería a Jennie. Su Jennie.

—Yo... ¿Donde está ella?.

La pelinegra sonrió. —En su cuarto. Ella no sabe que ustedes están aquí, así que ve a darle la sorpresa que tanto espera.

Yoongi asintió como unas veinticuatro veces en un segundo. Ahora podía afirmarlo: quería verla lo antes posible. Convencido, salió a correr hacía la tercera planta pero Rosé lo tomó del brazo.

—NamJoon... ¿El esta aquí?—preguntó. Ahora Yoongi fue el que sonrió enternecido.

Claro que ella quería ver y conocer personalmente a su novio. Al igual que él.

—Te esta buscando—la tomó por los hombros y la miró como si ella fuera alguien esencial en su vida, su ángel de la guardia—Creo que lo he visto por el pasillo de Rayos X. Si ves a un tipo cagado en sus pantalones, hiperventilando y sonriendo como idiota mostrando sus hoyuelos a su paso, ese es el tonto de tu novio. Ah y para asegurarse, manten la vista en el. De seguro cuando lo note romperá algo. Y así sabrás al cien por ciento que ese es Kim NamJoon.

Rosé asintió con un brillo en sus ojos que le recordaba a Jennie y era el mismo que NamJoon tenía al pisar Nueva Zelanda.

Antes de irse en busca de su novia, Yoongi se paró a si mismo y se dio la vuelta, para ver la espalda de Roseanne desaparecer por entre los pasillos hasta dar con NamJoon. Sólo porque juraba que iba a ser un encuentro de lo más épico, la siguió unos cuantos pasos.

Finalmente la pelinegra corrió y se paró en seco al ver una espalda de una persona que de seguro superaba el metro ochenta. Yoongi supo que ella sabía que era él. NamJoon estaba dando vueltas por los pasillos, justo como Yoongi había dicho: hiperventilando y sonriendo a más no poder. Roseanne se quedó viéndolo, embobada. No podía creer que después de tanto esté viéndolo fijamente en un mismo país, en un mismo lugar y que estuvieran respirando el mismo aire.

NamJoon al cabo de unos minutos terminó por verla. Y, tal como Yoongi predijo, del asombro rompió un pobre florero que estaba por ahí.

El más bajito fue testigo de como ambos se miraban y el brillo en los ojos de ellos casi lo deja ciego. Ambos se miraron por un par de segundos, como si tratarán de asimilar que estaban a tan solo metros. NamJoon fue el primero en reaccionar, corriendo hacia ella y refugiandola en sus brazos. Yoongi sonrió. Sabía lo mucho que su amigo ansiaba eso.

—¡Roseanne!—gritó el castaño—¡Rosie! ¡Posie! ¡Eres tú!.

NamJoon tomó a Rosé de su pequeña cintura y comenzó a zamarrearla dulcemente, dando muchas vueltas mientras ella reía y comenzaba a llorar un poco. Yoongi supuso que ella era un tanto sensible y también creyó que eso –más la dulzura que literalmente emanaba– la hacía una persona muy pura. Una persona tal cual para NamJoon, quién no era tan puro.

Casi en ese momento, atraídos por el grito que dio NamJoon, los otros tres llegaron a la escena. Jungkook, Jimin y Jin grabaron todo y sacaron tantas fotos a ese emotivo encuentro que no daban más abasto. Jimin y Jin, como las mantequitas que eran, comenzaron a llorar también. Jungkook –quién pretendía hacerse duro– también lloró, pero limpió alguna que otra lágrima que cayó por su rostro.

Yoongi, por su parte, la única lágrima que derramó fue de felicidad. Una felicidad que esperaba encontrar el también.

Dejando a la pareja y a sus amigos atrás, corrió en busca de Jennie. Después de todo, ella también era, fue y siempre sería parte de su felicidad.

Y necesitaba encontrarla en cuanto antes.

someone like you | yoonnieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora