IV. ROLLITO DE CANELA

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Corrí con desesperación hacia el portón de la preparatoria, había apagado mi alarma inconscientemente, por lo que me quedé dormido

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Corrí con desesperación hacia el portón de la preparatoria, había apagado mi alarma inconscientemente, por lo que me quedé dormido. Llegué justo cuando sonó la campana de la primera clase, por lo que me dirigí con rapidez hacia mi salón. La primera hora era de Ciencias y la profesora no era demasiado tolerante con los alumnos que llegaban tarde, bueno, con casi nadie lo era en general. Llegué al salón al mismo tiempo que la maestra y sintiendo su mirada de desaprobación quemando mi espalda, fui con rapidez a sentarme a mi lugar

La hora y media de clase que tuvimos fue como si hubiera estado en otro mundo, mejor dicho, en otra galaxia, mis pensamientos flotaban alrededor de todo lo que había sucedido el día anterior, aún sin creerlo. Necesitaba más tiempo para procesar el hecho de que alguien que apenas conozco, y que encuentro intimidante, haya descubierto todo aquello.

Cuando tocaron el timbre para el receso simplemente apoyé mi cabeza entre mis brazos, intentando dormir, pero a los cinco segundos sentí como un dedo picaba mi hombro—. Oli, ¿por qué estás tan desaparecido a primera hora de la mañana?

Me removí, para levantar mi cabeza y apoyarla en mi muñeca, Ezra se encontraba sentado en frente mío con una expresión de preocupación en su rostro, sus ojos brillando expectantes a mi respuesta.

—No es nada, simplemente no dormí bien. —murmuré, rascando con brusquedad uno de mis ojos.

—¿Seguro? —asentí, con los ojos entrecerrados—. Dicen que dormir mal arruina tu piel.

Mi celular vibró en mi bolsillo, ignorando la voz de Ezra, lo saque del mismo y revisé la notificación de mensaje.

Emiliana Amaris

Oye
Tengo hambre
Tráeme algo de la cafetería
(˘・з・˘)

Buenos días a ti también
¿La palabra mágica es...?

TRÁEME. ALGO. DE.
LA. CAFETERÍA. AHORA.

...
Está bien

ʕʘ‿ʘʔ

Perturbador, completamente perturbador, ésas son las únicas palabras que podrían describir cada uno de sus mensajes.

—Oli, ¿me estás escuchando? —dijo Ezra, que seguía en el mismo lugar. Puso esos ojitos de perrito con los cuales nadie, pero absolutamente nadie, puede negarle algo.

—Lo siento —Me paré de mi asiento, arrepintiéndome un poquito al ver su carita de gatito—, Tengo algo que hacer. —acaricié su cabeza antes de encaminarme hacia la cafetería.

Caminé con rapidez hacia la cafetería y cuando ya estuve ahí, me encontré con una fila de al menos veinte alumnos esperando para comprar, mientras formaba parte de ella, me percaté de Lizy, que estaba sentada en una de las mesas, rodeada de sus amigas. Sentí como mi pecho apretaba un poco, cada vez la sentía más inalcanzable y el miedo de que ya se haya enterado de todo no desaparecía nunca. En algún punto nuestras miradas se cruzaron, pero avergonzado, giré con rapidez mi cabeza, para luego sentir cómo apretaban con fuerza el nervio de mi hombro, haciéndome un pequeño chillido de dolor.

—Tardaste demasiado, idiota. —Emiliana estaba parada a mi lado, con una mueca en su rostro.

—Auch, ¿por qué eres tan bruta? —farfullé, molesto, me sobé el hombro—. Apenas nos conocemos y me tratas así.

—¿Quién? —soltó.

—Tú, ¿quién má-?

—¿Quién te preguntó? —finalizó, liberando una carcajada.

Quería asesinarla, realmente quería hacerlo, era como estar con un niño, y eso que me agradan los niños, pero ella sería el típico niño al cual desearías ponerle un bozal o cinta adhesiva en la boca como última opción.

Estaba tan molesto que ni siquiera noté que éramos los que seguían en la fila, Emiliana se adelantó, sonriéndole a la señora encargada de la caja.

—Oh, Emi —dijo con una sonrisa de oreja a oreja, acariciando suavemente su cabeza—, ¿Qué es lo que quieres hoy?

Mi cabeza estaba demasiado confusa en estos momentos, era como si toda su expresión y burla de hace menos de diez segundos nunca hubieran ocurrido.

Emiliana posó sus dedos pulgar e índice en su barbilla, pensando, hasta que finalmente dijo, con alegría—: ¡Un bollito de canela! —sonrió, mientras le tendía el dinero y recibía lo pedido en su mano.

La señora le apretó una de sus mejillas, como si fuera uno de sus nietos— Eres tan tierna, realmente me gustaría adoptarte.

—Jeje —Se despidió desde lejos con la mano— ¡Nos vemos, gracias!

Me encontraba completamente anonado por la situación, que no siquiera me di cuenta cuándo salimos de la cafetería, hasta que el timbre para la segunda clase sonó, pero cuando iba a caminar hacia mi salón, Emiliana me tironeó de la manga, deteniendo mi paso.

—¿Qué? —respondí, aún molesto, pero distraído—. No quiero llegar tarde.

—Cuando terminen las clases, espérame en la entrada, ¿ya?

—¿Por qué deberí-? —Pero antes de que pudiera terminar de realizar mi pregunta, ella simplemente se fue corriendo, dejándome las palabras en la boca.

Las siguientes horas de clase las pasé con una incertidumbre constante en mi mente, realmente no quería pasar más tiempo del debido con alguien tan molesto –pero sorprendente, en el mal sentido– como ella, así que cuando terminaron las clases simplemente me fui rápido a casa. Pero cuando estuve en el paradero del autobús demasiadas dudas comenzaron a golpear mi cabeza, por un lado, quería llegar a mi casa e intentar olvidar todo lo que había pasado estos dos días, pero por el otro, durante toda mi vida he intentado ser una buena persona, pero dejar a alguien plantado, por más molesto que sea, no era de tal, ¿o sí?

Lo más probable es que se haya ido a su casa también, pero a pesar de eso, terminé corriendo de vuelta a la preparatoria.

A veces actuo como un zopenco sin darme cuenta.

Nota: No tengo excusa, simplemente me dió flojera actualizar, ¿meper d0nan?

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Nota: No tengo excusa, simplemente me dió flojera actualizar, ¿meper d0nan?

Querido OliverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora