4. Los polos iguales se repelen entre sí.

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4. Los polos iguales se repelen entre sí .
Final.

     Akaashi miró su reloj una vez más. Tras haber encontrado la carta dentro de su casillero, en lugar de protestar consigo mismo, sólo la guardó y se dirigió a entrenar como era su rutina.

     Sin embargo, contrario a lo que decía la noche anterior, allí estaba. Esperaba en la azotea con paciencia tras acabado su entrenamiento, debido a la promesa incompleta que le hizo a Sakura, y a lo citado en la carta de su amiga. Sopesó la idea de lo que le esperaba unos instantes, pero se mantuvo firme tras recordar la fragilidad de su amada.

     Ya habían pasado quince minutos desde la hora acordada, y aunque Nanami no se caracterizaba por ser alguien puntual, nunca la había visto llegar tarde de esa forma. Cerró los ojos un momento para tranquilizarse, y lo decidió.

     Diez minutos más, y se iría.

    

     Sakura miró con ojos entrecerrados la puerta del gimnasio de básquetbol femenino. Allí, una figura delgada y atractiva la esperaba como todas las tardes, pero aquella vez no se lo había pedido.

     — ¿Qué haces aquí? — preguntó, llevando una mano a su cabello mojado para apartarlo de su rostro — Hace un rato que deberías estar en la azotea, declarando tus sentimientos a Akaashi-san.

     — No puedo hacerlo — dijo Nanami, impasible. No había nadie más, pues la mayoría de las chicas aun seguían en la ducha, por lo que aprovechó aquel momento de privacidad para acercarse a la pelirroja y abrazarla con fuerza.

     Como cada vez que recibía contacto físico, se tensó, pero al ser un cuerpo familiar el que la aprisionaba entre sus brazos, correspondió al cabo de unos segundos.

     — Esta es una estupidez — murmuró Nanami en su oído, apretando a la chica un poco más — Nuestra amistad no debería verse afectada por un chico...

     — No, en lo absoluto.

     Se apartó sin soltarla del todo. Como un gesto maternal, revolvió su cabello e hizo una mueca al sentirlo húmedo. Sin embargo, pronto volvió a sonreír. Sakura conocía demasiado bien aquel gesto; un algo que la lastimaba, pero al mismo tiempo la hacía feliz.

     — Akaashi-kun te ama. A ti, y sólo a ti. — cerró los ojos sin dejar de mostrar aquella curvatura que se extendía por su rostro — Y yo no voy a interferir.

     — Nana-chan, ¿qué estás...?

     — Él está esperando mientras hablamos. Ve, corre. Hazlo antes de que pueda arrepentirme.

     Ella negó con la cabeza. Su mirada ocultaba una ilusión particular escondida tras esa sombra de honradez.

     — No, no, no, ni pensarlo. Llevo semanas preparándome mentalmente para este momento. No voy a...

     — Shirofuku Sakura-san — habló Nanami con potencia, asemejando sin saberlo a Akaashi la noche anterior. Igual que esa vez, mantuvo toda su atención en la joven de cabello oscuro. — Cuando algo no está hecho para ti, lo aceptas, te adaptas y continuas. Esta vez, para mí, no será la excepción. No soy tan débil como crees — ensanchando su sonrisa, para mostrar los dientes, la soltó dejando que sus brazos cayeran a sus costados — Además, tú lo dijiste hace un rato: Las amigas están para eso, para apoyarse, aunque signifique el duelo de una de las dos.

Oh, she is so in love... (Haikyuu!!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora