La melancolía invadió a Tessa en el momento que recordó a su madre, Sunna. Ella había sido una gran mujer, con sus cabellos rubios casi blancos hasta la cintura y aquellos orbes grises que le había heredado a la joven, había sido dulce y amorosa, una madre dedicada y comprensiva, hasta que la arrebataron de su vida, como si esta no significara nada.
El corazón se le encogió y sintió el rencor envenenar sus pensamientos, calando en lo más profundo de su ser. Dio un gran suspiro antes de empujar la puerta de cristal que se cernía frente a ella, subió por el ascensor al cuarto piso, tal y como le habían indicado.
—Tessa —la saludó cortésmente Suk, un chico que no pasaba de los veinticinco—. Espero no haya sido difícil encontrar el edificio.
—No tuve ningún inconveniente —aseguró con una sonrisa amable.
—Sígueme, por favor.
Camino tras el chico con el cabello teñido de color rojo, la academia de danza era grande, mucho más de lo que habría imaginado. Era prestigiosa, bastaba con meterse a internet para darse cuenta que de ahí salían grandes bailarines y justo por esa razón la necesitaban.
—El director de la academia y yo quedamos muy impresionados con tu trabajo, Tessa —halago Suk conduciendola a la sala en donde se encontraba todo montado para que comenzara a trabajar.
Tessa solía trabajar sola antes de llegar a Corea, se dedicaba a tomar fotografías de paisajes, capturar aquellos extraordinarios momentos que la naturaleza le ofrecia al ser humano, sin embargo ahora, en aquel país en el que la vida era extremadamente costosa, negarse a hacer sesiones fotográficas no era un lujo que ella pudiese darse, así que cuando se trataban de ese tipo de casos necesitaba de alguien que la ayudase, alguien como Kwan, un chico que acababa de graduarse.
—Tessa, ya está todo listo —informó Kwan desde su lugar, ella asintió.
—Esta es la lista de los chicos —Suk le extendió una carpeta—. Se encuentran en la sala seis, así que pueden ir llamandolos cuando los necesiten porque se encuentran ensayando.
Le agradeció a Suk y camino hacía Kwan, quien tomo la carpeta.
—¿Estás lista? —su compañero la miró expectante, dándole un apretón en el hombro.
—Muy lista —aseguró tomando su cámara, era una Hasselblad H6D-100c, había utilizado sus ahorros para comprarla y en momentos como ese, agradecía la insistencia de su madre con respecto a invertir de buena manera su dinero y no gastarlo en comida como le encantaba hacer.
Kwan fue en busca del primer chico, del segundo y así continuaron. Suk le había comentado que aquella sesión era para el catálogo de la academia, así cuando los interesados llegasen, la academia tendría un perfil de los bailarines que ofrecer a dichas personas.
—Solo falta uno Tessa —Kwan la observaba desde su lugar con la carpeta aún en sus manos—. Park Jimin.
Tessa luchó contra el sentimiento de sorpresa que la embargó en ese momento, pero sobretodo luchó para no demostrar físicamente que aquel nombre le resultaba familiar. Quiso pensar que quizás, solo quizás no se trataba del Jimin que vivía justo al otro lado del pasillo.
Dos días habían pasado desde que conoció a Jimin, aquel hombre de apariencia angelical que le había robado el aliento. Dos días que llevaba evitándolo. No podía estar cerca de él. Era imposible para Tessa permitirse relaciones en aquel momento de su vida, incluso si solo se trataba de un nuevo amigo. Solo sería una distracción.
—Iré yo —caminó hasta la sala seis, siguiendo la música.
La melodía era movida, no sabía con exactitud de que canción se trataba, al llegar a la sala, se quedó tras la puerta de cristal, Suk la miró y con un gesto la invitó a pasar.
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CATARSIS » myg, pjm.
AkcjaTessa estaba dispuesta a sacrificar todo, aún si eso significaba perderse a ella misma en el camino, pero cuando el amor llega a su vida de la manera más inoportuna e inesperada. ¿Estará dispuesta a sacrificarlo a él también?