Capítulo 1.

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Londres, Inglaterra.
10 de enero del 2001, 8:37 a.m.

Bip...bip...bip...bip.

Una pátina de sudor le empañaba el pálido rostro.

Bip...bip.

Una gota de algo tibio -seguramente sudor- se deslizó por su frente hasta caer sobre su párpado cerrado.

Pero, ¿sudor? ¿Qué no hacían como...-5° grados centígrados?

Bip.

La gota se había estancado en el punto medio entre el puente de su nariz y el lagrimal del ojo, siendo una sensación muy asquerosa, lo que le hizo querer limpiarlo.

Pero no lo hizo.

Bip.

Realmente deseó hacerlo, pero algo se lo impedía.

Bip.

No podía mover el brazo.

Ninguno, de hecho. Ni los dedos, ni puede abrir los ojos.

¿Sería ésta una especie de parálisis de sueño? Había escuchado sobre ello, que era una situación normal relacionada con algo en los químicos del cerebro o lo que sea. Incluso había sufrido una cuando era niño.

Solo que esta era...distinta.

Bip...bip.

Tenía algo dentro de la boca que le llegaba casi a la gargante. Un tubo, quizás, de plástico o vidrio. No lo detectó. También dentro de la nariz pero más pequeños, y sentía cosas pegajosas sobre la frente, ¿pegatinas, tal vez? Pero no podía levantar su mano para confirmarlo. Seguramente su primo James estaba en casa y le había hecho una especie de broma mientras dormía, como acostumbraba hacer, sí.

Pero de repente se sintió ahogado.

Y tosió.

Bip.

Una, dos, cuatro veces. Tosía.

Y se sentía extrañamente...¿vivo? Era una nueva sensación.

Bip, bip, bip, bip.

Tosió una vez más, aún sin abrir los ojos y con el incómodo tubo dentro de su boca, el cual ni si quiera sabía por qué demonios se encontraba allí.

Bip, bip, bip.

Oh, mi Dios. ¡Dios mío! -una voz masculló. Femenina.

¿De su madre? No, no lo era. ¿Su tía, quizás?

Descuida cariño, no pasa nada. ¡Esto es...increíble!

Nope, tampoco era su tía, pero él continuaba tosiendo.

Realmente se estaba ahogando.

Bip, bip, bip, bip.

Quizo gritárselo a la mujer: "¡Me ahogo, ayuda!" Pero simplemente no podía hablar, ni ver, ni moverse.

Escuchó el ruido de un click y luego el sonido de otros pares de pies entrando a la habitación -o dónde sea que se encontrara; ciertamente ya no creía estar en su casa.

¡Santo cielo! -exclamó la voz madura de un hombre. -¡Jenny, siéntalo!

Otro click, y ahora su torso se estaba elevando. Como esas camas especiales de hospital...

Oh. Entonces estaba en un hospital.

Bip, bip, bip.

Un par de manos heladas acunaron su rostro, para luego proceder a extraer el invasivo tubo del interior de la garganta del chico; los de la nariz también.

El Chico de los CD's | Vol. IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora