Ya todos conocemos la historia.
Un chico tímido amante de la música y un empleado de la tienda de cd's favorita de ese chico.
Un amor, un accidente.
Louis se siente culpable y Harry ha muerto.
Pero, ¿qué pasaría si aquel chico no estuviese tan muer...
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"¡Whoah! ¡tu voz! -dijo sorprendido-. ¡Es tan profunda! No lo hubiera imaginado. Es genial".
Su piel se erizó. Boca seca como desierto.
Debía de estar alucinando.
Esa era su voz.
Grave, un poco más de lo que recordaba; aterciopelada. Suya.
Era su voz.
No podría olvidarla.
La lenta farmaceuta salió del almacén en ese preciso momento. En sus manos un recipe de indicaciones y un frasco de pildoras.
—Aquí está -dijo, depositando los objetos frente al cliente-. Debe tomar una de estas cada tres horas sin interrupción...
Ella continuó parloteando un par de oraciones que Louis no escuchó.
No estaba en la capacidad de escuchar o realizar algun movimiento, sintiendo la presencia de aquel extraño a sus espaldas.
Asintió distraídamente cuado la chica acabó su discurso, dando a entender que había entendido todo a la perfección.
—¿Louis? -habló él otra vez.
El aludido cerró los ojos con fuerza.
Es un sueño, es un sueño.
Debía ser un sueño.
Sacudió la cabeza, tomando su cartera de cuero negro y contando un par de billetes. —¿Cuánto le debo, disculpe? -preguntó. La botella aún aferrada a su mano temblorosa.
Podía sentir el calor que emanaba del cuerpo del otro.
—Son diecinueve con noventa y cinco libras, por favor.
Harry se encontraba a las espaldas del castaño. Observó como éste tomaba un par de billetes y los deslizaba sobre el mostrador, hasta la empleada.
No lo miró, ni se dió la vuelta, al menos.
Lo estaba ignorando, como si no estuviera allí, justo detrás suyo.
—¿Por qué no me hablas? -inquirió confundido.
Desde que se conocieron, Louis siempre había sido un perfecto hablador; parloteaba hasta por los codos. Su mirada se encendía cada vez que el menor atravesaba la puerta del local de música; algo en él se activándose. Algo especial.
Ahora parecía que lo que se había encendido era algo distinto.
¿Molestia? ¿Louis estaría enfadado? No lo sabría. Jamás lo había visto en ese estado.
Alargó su mano de largos dedos hasta reposarla sobre el hombro del mayor para llamar su atención.
La duración del tacto había sido de tan solo medio segundo. Cuarto de segundo, tal vez.
