Capítulo I: La luna

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Sus tibias manos me recorren con parsimonia, llenan de calor mi frío y casi inerte cuerpo, haciendo que olvide mi oscuras y frías noches en este desolado lugar junto a las sombras. Sus ojos tan azules como el cielo propio me hacen temblar bajo su profunda mirada, llevándome al infinito con una simple mirada sin maldad.

Al verlo solo puedo sonreír, él es mi estrella más brillante entre este cielo sin faroles, es aquel que con solo un toque me hace derretir ¿Qué hice para merecerlo?

– ¿En qué piensas? – Pregunta con suma tranquilidad, creo que el único que entró en pánico fui yo, él es tan hermoso, igual a un girasol entre un campo muerto.

–En nada – Dejé un beso en sus labios para voltearme en la cama.

Con sus brazos rodeó mis caderas desde atrás. Ambos estábamos acostados en mi cama, perdidos en nuestro propio mundo e ignorando todo lo que ocurría por fuera de nuestra burbuja, allá en la cuidad donde nosotros dos no éramos permitidos.

Volteé sobre mí para verlo y apreciar su belleza. Mechones rubios adornaban su rostro y su pacífica sonrisa me recibía a la par que yo solo me enceguecía por aquella obra de arte.

Sin siquiera esperarlo él me dio un casto beso sobre los labios, dejándome deseoso de más, repartió suaves besos sobre mi rostro llenado mi solitario corazón de algo más que polvo. Estaba ansioso por un beso y él lo sabía, ignoró mi desespero y posando sus labios suavemente sobre los míos susurró un hermoso y sin igual...

–Te amo – Me besó, la sombra de su respiración aun presente en mis labios y el calor de los suyos envolviéndome perfectamente.

Lastimosamente lo bueno no es duradero en mi vida. El sol se escondía y el atardecer estaba aquí, él debía marcharse. Alargó su estadía aquí mucho más de lo que pensé, pero eso no impidió que tomara sus ropajes y después de darme un fugaz beso desapareciera al igual que un recuerdo.

Odio tanto el anochecer, odio que él se marche y la sombra de mi soledad vuelva a cubrirme como siempre lo hace. Extraño su tacto, el cómo sus calientes labios me besan y a él, lo extraño a él. Quiero que vuelva y espante a las sombras que me asechan.

Camino entre la oscuridad que me envuelve en mi departamento, lo único que puedo ver son mis pálidos pies entre todo esto. Tanteo en las paredes buscando el interruptor de la luz, quiero vestirme con algo más que solo un bóxer.

Logré que la oscuridad se alejara de mi por momentos, pero ella fue más fuerte que yo, se quemó mi bombillo.

Una vez el bombillo cambiado me dirigí al baño. Cuando el agua tibia recorre cada parte de mi lo recuerdo, recuerdo su cálido toque sobre mi cuerpo ¿Por qué las cosas deben ser tan difíciles? Quisiera poder amarlo fuera de estas cuatro paredes, mostrarle al mundo el inmenso amor que le tengo.

Su olor se desprende de mi cuerpo, pero mis sabanas continúan con su exquisita esencia impregnada en ellas. Mientras acomodo las colchas el olor a girasol invadió mis fosas nasales.

Es algo muy extraño su olor sigue aquí, su esencia me persigue y siento como su sombra me persigue, pero él ya se ha ido. Es como si mi ambiente aun lo recordara y necesitara de él tanto como yo lo necesito ¿Acaso me he vuelto loco?

Me recuesto en la cama, dejando que mis malos pensamientos queden atrás para poder dormir, pero para mi suerte no logré conciliar el sueño en toda la noche, la madrugada trajo paz a mi cuando por fin pude dejarme caer en brazos de Morfeo. Todo fue como un parpadeo, cuando menos pude preverlo ya había despertado.

Él ya estaba esperándome ahí cuando desperté, sus brazos cruzados mientras se recostaba a un lado de mi ventana. El cálido sol se filtraba por esta rozando con mi pálida piel, dándole un tono casi amarillo y dejando mi pecho con un cálido sentir. Él entre cabeceos me saludó con su pereza delatando la notable falta de sueño que lo sombrea.

–Buenos días, Mitsuki-Chan – No pude evitar sonreír.

A veces me planteo si él de verdad es el mayor entre nosotros dos. Su rubio cabello y esa sonrisa enceguecedora eran mi razón para levantarme todos los días y darle la cara al putrefacto mundo, él es mi única razón para seguir aquí.

–Buen día mi sol. 






Pd: Subiré las otra dos partes por días, así te hago querer leer.

Rayo de Sol y Luna: EclipseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora