Capítulo II: El Sol.

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A veces me pregunto por qué me eligió a mí, el porqué de su amor tan leal hacia mi ¿Qué habrá visto en mi?

Sus fríos e inexpresivos ojos caen sobre mi sin ningún pudor. Estamos solos en la soledad de su habitación, sin nadie que nos juzgue, así que él no tiene ningún reparo en besarme con desespero. Necesitaba tanto esto que un simple roce no es suficiente para mí, quiero todo de él.

Lo conozco tan bien que noto a kilómetros sus celos. Los besos que me da son tan bruscos y posesivos que lo delatan, deja pequeñas marcas sobre mi piel queriendo morderme de vez en cuando, marcando lo que es de él. Creo que debo hacer que se sienta celoso más seguido.

Él jamás deja que yo haga eso, pero cuando está enojado siempre deja tantas marcas como puede, escribiendo en letras mayúsculas su nombre por todo mi cuerpo, haciendo notar más aun el porqué de mi cariño prohibido para todos.

No me molesta en lo absoluto que lo haga, me hacen recordar lo mucho que le pertenezco y lo mucho que él me pertenece, hace que parte de su esencia se impregne en mí. Sus caderas se frotan contra mi cuerpo y me hacen suspirar. Sé a lo que quiere llegar, por lo que en un mínimo descuido tomé el control, dejando su cuerpo debajo del mío. Estaba enojado y no quería dar su brazo a torcer por lo cual no me sorprendieron sus forcejeos para volver a tener el control, pero yo simplemente no lo dejé.

– No sabes cuánto te amo, Mitsuki – Su mirada se suavizó.

–¿En serio? – Su suave sonrisa me eclipsaba – Entonces si no lo sé, ¿Por qué no me lo dices?

–Por qué arruinaría el misterio de nuestra relación – Su suave sabor me invadió al momento, él me besó con suavidad mientras su risa se ahogaba en el beso, dejando atrás su brusco comportamiento y dándome a probar su dulce néctar de amor ¿Cómo alguien puede saber tan bien?

No pude evitar tomarlo de la cintura. Mis dedos delineando sus finos costados, mientras mi tostada piel contrastaba a la perfección con su suave y pálida piel. Un estruendoso gemido salió de sus labios cuando mis manos rozaron con su miembro, se veía tan lindo cuando intentaba desabrochar su pantalón con desespero que no pude evitar ayudarlo, su carita me convenció de hacerlo ¿Cuántas veces serían necesarias para que me derritiera por sus lindos ojitos color miel?

Sus suspiros chocaban contra mi oído, provocándome ligeros espasmos del gusto. Su boquita roja abierta a la par que susurros incoherentes salían de esta mientras su estreches me recibía.

–Ve más despacio – Pidió entre quejidos.

¿Cómo puede conservar esa suave mirada y voz tan dulce mientras se abre para mí? Mi esencia quedó impregnada en él y un gritito se escapó de su garganta cuando él por fin se liberó. Mi cuerpo cayó como un peso muerto sobre el suyo. Sus tersas manos acariciando mi espalda con parsimonia, incitándome a seguir junto a él, pero el ocaso ya estaba aquí, no podía seguir con él.

–Mitsuki...– Llamé anticipándole mi ida mientras veía su espalda sobre la cama.

–Anda, no necesitas explicarme nada. – Dijo sin siquiera voltearse, yo sé qué pasaría si él llegaba a hacerlo, no podría irme.

No duré mucho tiempo en el apartamento después de eso. Le di un beso antes de irme del lugar y dejé que las frías calles de Konoha me recibieran. Odiaba cuando la noche caía y yo debía volver a esa falsa y monótona vida que me esperaba junto a mi familia.

Quiero ser feliz a su lado, sentir como su cuerpo se calienta junto al mío o como su risa da paz a mi corazón, no sentir como cada vez estamos más lejos el uno del otro o como me falta más su compañía cada día que pasa.

Entré a mi hogar, mis padres cenaban a gusto con mi hermanita, no me molesté en avisar siquiera de mi llegada. Sentía como el calor de mi casa me envolvía, pero para mí era lo más horrible, no me sentía cómodo ahí, mi cuerpo se sentí fuera de lugar. Quería estar cerca de él y arrullarlo entre mis brazos mientras le susurro lo mucho que lo amo hasta dormir.

Un toqueteo en la puerta me sacó de mis pensamientos, seguramente vendrían a romper mi paz.

Mi mamá entró a mi habitación sujetando una pequeña caja azul, luciendo tan tímida como siempre.

–Sarada-Chan te trajo esto en la tarde, bebé – Colocó la cajita a mi alcance, pero yo ni me molesté en tocarla – Hijo... ¿Por qué no le das una oportunidad a Sarada? Ella es una chica muy buena y sabes que a Sakura-Kun le agradas, si se enoja contigo no te molerá a golpes.

–Mamá... – Quise decirle todo, decirle que no quería una princesa, si no que tenía un príncipe maravilloso, pero... – Sabes muy bien que veo a Sarada como una amiga, pero por ti lo intentaré.

Mi corazón se oprimió al ver la sonrisa tan hermosa de mi mamá ¿Por qué debía ser así? ¿Qué pecado estábamos pagando Mitsuki y yo? Quisiera poder verlo tanto como lo pienso, poder ser lo último que vea antes de dormir, poder ser su todo. Soy un maldito egoísta.

Me asomé por mi ventana y ahí estaba, tan hermosa y esplendorosa como siempre, siendo mi único consuelo entre mi silenciosa soledad. Era mi salvación entre mi soledad, no sé cuánto tiempo la vi, pero lo único que me importaba era la conexión tan sólida que tenía con él, con aquel que me hacía suspirar.

Él era lo único que podía estar en mi mente, perturbando mi sueño de la mejor manera. Él es mi dueño.

–Buenas noches mi Luna – Susurré a la nada, sabiendo que el único que debía escucharlo estaría muy lejos como para hacerlo, pero me daba igual, solo necesito saber que él mi quiere – Te amo de aquí a Plutón.


Pd: Wattpad no me dejo publicarlo ayer, sorry.

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