-Júrame que nunca más te acercarás a ella-exclamé mientras introducía el cuchillo en su pierna y empezaba a ver sangre caer. Como amo ver sangre, necesito ver sangre para seguir viviendo, es algo así como mi oxígeno.
-¿Que mierda estas haciendo?-aquel chico de ojos marrones se puso histérico por solo unas cuantas cortaditas, quizás necesita mas. Todos necesitan algunas cortaditas para que se den cuenta que hacen cosas que no deberían. Como tocar, hablar o sonreirle a mi chica, es solo mía, nadie mas puede hacerlo.
-Te vi sonriendole y hablándole a mi chica, y ella es solo mía-solté mientras jugaba con su herida abierta y escuchaba sus gritos de fondo.
-Solo le pregunté la hora, déjame ir-rogó el chico. Me gusta me ruguen, me gusta sentirme por encima de todos porque yo soy mejor que todos. Nadie es mejor que yo.
-Solo si no te le vuelves a acercar o si no... ya lo verás-saqué bruscamente el cuchillo de su herida y lo dirigí a su garganta.
-¿Me dejarás ir?-preguntó algo incomodo por la cercanía del cuchillo a su garganta.
-Claro, si logras desatarte-dije mientras lo dejaba solo en ese almacén abandonado, sin comida ni luz. Sentía una gran sonrisa en mi rostro. Quizás no como una sonrisa de felicidad sino como una sonrisa de un niño que acaba de hacer una travesura.
-¿Quien eres?-preguntó el chico. ¿Quien soy? Según mis padres un hermoso hijo con un pequeño problema. Según mis profesores un antisocial. Según mis amigos un gran hermano. Según mi novia un amoroso. Según los desconocidos un loco. Según mi psicólogo un chico con un trastorno de la personalidad. Desde los 16 mi vida cambió al descubrir la razón de todas las cosas que pensaba, no estoy loco solo tengo un trastorno. Ahora solo debo encontrar la manera de utilizar este trastorno, de la buena manera o de la mala manera. Ya sé, la utilizaré para mi beneficio, es decir, a mi manera.
-Me dicen Patrick con P de Psicópata-exclamé con una gruesa risa mientras me iba de ese lugar dejando al chico amarrado a una silla con una herida abierta.
-Ojalá mueras-me dijo el chico.
-No soy yo el que está amarrado a una silla y tiene una herida abierta-respondí.
-Me la pagarás-dijo.
-Nos vemos en el infierno entonces-.