"No son las drogas las que te hacen adicto a las drogas, es la necesidad de escapar de la realidad".
—Riley Blue (Sense8)
Cualquiera pensaría que estoy loco por lo que estoy haciendo, pero no me entienden. No saben lo que siento y la satisfacción que genera al hacerlo. Además esta vida está quebrantada y solo esto puede juntar todas las piezas al sumergirme en su mundo. Me siento tan bien. Así eufórico se me van todos los problemas. Está sensación es perfecta.
¿Por qué algunos piensan que drogarse es la perdición? No saben lo satisfactorio que es. Recuerdo la primera vez que lo probé, fue a mis 12 años. Mi madre pensaba que mientras ella discutía con mi padrastro solo me encerraba en mi habitación a escuchar música al máximo volumen para no oírlos pelear, que inocente era al pensar eso.
La droga no fue mi primera salida. Mi primer acto de placer a mi mundo sumergido en la euforia fue a más temprana edad, a mis diez años. Mi padrastro, por su maldito vicio al alcohol, había llegado borracho una madrugada. Lo único que hizo fue armar un alboroto, golpeando a mi madre sin razón aparente. Él no paraba de golpear el rostro de mi madre todo lastimado y entonces fue cuando me atravesé protegiéndola recibiendo yo el golpe, pero ¿Él se detuvo? No, prosiguió hasta cansarse.
Me encerré en mi habitación pero esta vez no a drogarme. Tomé una hojilla y comencé a pasar su delgado filo sobre mis brazos en un acto de desesperación. Se sentía fría pero aun así seguí. Me sentía mejor. Aquellos moretones que se tatuaban en mi cuerpo, lentamente desaparecían, como si no lo sintiera, me sentía en otro mundo. Fue más satisfactorio cuando estuve viendo la cálida sangre salir de aquellas pequeñas grietas formadas por el filo de la hojilla, sabía que el dolor había pasado.
Nadie entiende el dolor ajeno, mi dolor es mi odio, mi odio es mi sensación, mi sensación se convierte en satisfacción y mi satisfacción es mi Euforia. Me encuentro viviendo como una simple oveja esperando en mi ignorancia a que el lobo me devore y me haga sentir lo que se siente perderse del mundo realmente.