"Los espejos, antes de darnos la imagen que reproducen, deberían reflexionar un poco"
—Jean Cocteau
Aprieto mis puños que se mantienen firmes en mi regazo. No puedo creer que aún siga aquí. Trago grueso y cierro los ojos con fuerza.
—Adriana —la suave voz del Dr Melton me hace reaccionar. —debes relájate un poco. Ya estamos aquí, ¿qué es lo peor que puede pasar?
—Por comentarios como: "¿Qué es lo peor que puede pasar?" es que hace que me arrepienta. —digo con un sarcasmo nervioso.
El ríe un poco. Sé que lo hace para distraerme, él sabe por lo que estoy pasando y si no lo sabe preferiría pensar en que si lo hace, no quiero sentirme sola en todo esto.
—Todo va a salir bien, eres muy valiente y vas a enfrentar esto. —él suena tan seguro que en estos momentos desearía ser él.
Él tiene razón, debo enfrentar todo esto. Debo ser valiente y poder caminar tranquila sin que de pronto me altere por tan solo ver un espejo, sé que es algo absurdo, pero ¿qué puedo hacer? No lo puedo evitar, es un miedo que nació conmigo el cual quiero arrebatar de mi vida. Es extraño que mamá nunca hizo nada para tratar esta fobia extraña que tengo, pudo intentar llevarme a terapia o algo, pero nunca hizo nada. Aunque no la juzgo, ser madre soltera de cinco hijos no es fácil.
Suspiro para intentar relajarme.
—Lo haces muy bien. Déjame decirte que estoy orgulloso de ti. Haz llegado muy lejos. —me sonríe y puedo sentir que es una sonrisa genuina, no la finge para que me sienta mejor, él está siendo sincero conmigo.
—Gracias. —digo en un susurro a penas audible, pero el asiente.
—Por cierto. —dice de pronto y sé que cuando comienza de esta manera es algo que no me va a gustar después —El joven Joseph me llamó la semana pasada y me contó lo que pasó. ¿Quieres que hablemos de eso?
—No. —respondo de modo severo.
—Es una lástima, Adriana, yo si quiero. —declara afirmando que no tengo más opción que contarle. Suspira profundo. —Sé que no es fácil. Sé que estás luchando contigo misma para no perder el control ahora mismo, pero haz progresado. Ya han pasado siete meses desde que acudiste a mi y haz avanzado demasiado, el que me cuentes el actual episodio de tu fobia no es nada a comparación de lo que has vivido todo este tiempo. Comienza cuando estés lista. —Termina diciendo cruzando sus brazos frente a su pecho mientras me mira con intriga y al mismo estudiándome.
Bajo la mirada y trago con dificultad, debo hacerlo.
—No sé cómo pasó en realidad... —comienzo a decir. —Es decir si sé, pero fue repentino...
—Joseph y yo comenzamos a salir hace ya dos meses. Todo iba bien, él sabía que estaba viendo a un Dr, pero nunca le dije para qué o por qué, solo bastó con decirle que era por una receta de medicamentos para mi mamá. No sé si estuvo convencido del todo, pero si hizo que dejara de preguntar respecto a eso.
Pasando los días nuestra relación iba de maravilla, salíamos en ocasiones al cine, a la disco e incluso al billar, hasta él se sorprendió de que yo quisiera ir a un billar... —río un poco. —esa noche la pasé increíble con él... estuvimos juntos toda la noche.
Hubo una ocasión en la que me pidió que fuera a su casa a conocer a sus padres, pero yo lo rechacé de inmediato, lo cual hizo que él se confundiera bastante y tuve que decirle que aún no estaba preparada para conocer formalmente a sus padres y que él me presentara como su novia, obviamente le mentí, no quería que supiera la rareza contra la que estoy luchando. Además tenía miedo de llegar a su casa y encontrar un espejo y volverme loca y salir corriendo, no quería asustarlo.