Capítulo 1: El Comienzo.

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-Lo que hizo que mi vida cambiara de un momento a otro creo que actualmente no sabría si agradecerlo o continuar lamentandolo.

Por ahora solo se que tras la desaparición de mi madre pude conocer a personas maravillosas en las cuales puedo confiar y apoyarme en su fuerza para afrontar todo lo que pueda suceder.

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-Todo comenzó un día frío, estábamos a mediados de noviembre y había comenzado por alguna razón la temporada de invierno, simplemente la estación se había adelantado, incluso una tormenta de nieve fue anunciada en la radio para el día siguiente. Por mi parte ya había llegado de la escuela así que no me importaba por el momento el clima más sin embargo me preocupaba el hecho de que mi madre aun no regresara, normalmente ella llegaba horas antes que yo, mientras esperaba simplemente me hacia preguntas como: "¿Tendrá ella frío?, ¿Habrá llevado un buen abrigo?, incluso, ¿Habrá comido ya?". Suelo cuidar más de mi madre que de mi misma ya que suele ser descuidada, pero bueno, de alguna parte yo herede un tanto de su personalidad, si fuera completamente como ella quizá y sería un desastre.

En cuanto mi padre, no lo conocí, mi madre dice que el murió en un accidente antes de que yo naciera, por lo tanto no le pregunto mucho por el porque cuando era pequeña cada que ella intentaba hablarme de el se deprimia así que entendí que era mejor dejar las cosas como estaban, no quería que ella sola tuviera que afrontar con el sentimiento de haber perdido a alguien..

Pasaban las horas y ni un rastro de ella, empezaban a pasar varias preguntas por mi cabeza, aún mas. Estas me rondaban por la mente así que creí que sería bueno comenzar a limpiar para distraerme ya que normalmente en temporada de frio la casa se ponia humeda y el polvo no se barria muy bien aparte de que se pegaba a todas partes haciendo que todo comenzará a ponerse resbalozo, el suelo principalmente lo hacia parecer lodozo. "Bien, que más se podría esperar de un hogar así."

A mi madre nunca le gustaron los lugares lujosos o muy llamativos, o eso me decía que era la razón por la cual nos manteniamos casi escondidas a las afueras de la ciudad. Por mi creo que también herede eso de ella, aparte nunca me a agradado la vida en espacios urbanos, siempre lleno de autos por todas partes o de mucha gente que nunca suelta sus aparatos electrónicos, fuera de eso aqui a las afueras de cualquier civilización hay más arboles y me siento más tranquila, ahorro preocupaciones en cosas triviales como la cantidad de contaminación que respiro y que se produce dentro de la ciudad, las formas para mejorar la seguridad o cosas asi, aqui practicamente no hay nada.

Fuera de todo eso, lo único que considero que tienen suerte las personas de la ciudad á mi es que pueden llegar mas pronto a sus destinos, mientras que yo en cambio tengo que tomar una vieja y larga ruta montada en mi bicicleta atravez del viejo parque. Puede ser un lugar hermoso pero resulta tedioso y agotador ya que cada que paso por ahí mi tiempo se distorciona, llega haber ocaciones que tardo minutos en llegar a la ciudad o en otros casos llegar a tardar hasta horas. Considero que es un lugar un tanto contradictorio y extraño pero a la vez es mi espacio favorito para meditar lo que hice, lo que hago, y lo que he de hacer.

-Mientras Ezey continuaba pensando para si misma no se dio cuenta de que cada vez se hacia mas tarde, la madre de ella solía llegar a las 3:00pm a más tardar, sin embargo ya eran las 9:00. Terminando de limpiar la joven se empezó a preguntar incluso más cosas y a decirse unas otras, para alguien tan distraída como ella era difícil que se percatara de la noción del tiempo una vez comenzaba a divagar.

-Otra hora paso y ya eran las 10:00, algo tarde y mi madre no aparecía, supuse que tenía mucho trabajo así que lo deje pasar ya que solía haber ocasiones en que ella rentaba algún cuarto en la ciudad y pasaba la noche por ahí. No me preocupaba mucho estar sola en casa, después de todo por ese día simplemente no había nada mas que pudiera hacer, por lo tanto decidí ir a dormir temprano ya que durante el mañana había gastado mucho de mi tiempo pensando, necesitaba dormir un poco o me dolería la cabeza -Pasó al cuarto de baño y tomo una ducha rapida antes de acostarse, no tardó mucho para salir, seco su pelo, se puso su pijama y enseguida se dispuso a marcharse a su cuarto. Como la casa era de material el hecho de que sólo dos personas la habitaran la hacían un lugar muy frío así que encendío el calentador que ella poseía en su cuarto y se fue a dormir.

Tras acostarse no paso mucho tiempo para que Ezey quedara sumerjida en un sueño profundo, para alguien como ella era muy fácil quedarse dormida, no por que siempre estuviera cansada o se sintiera agotada sino más bien por que para ella el momento para pensar en las cosas de la vida era su pasatiempo matutino.

-A la mañana siguiente simplemente amanecí como cualquier otro día aunque soñe algo que no tenía sentido en lo más mínimo, solía tener sueños insólitos los cuales repasaba en mi mente como algo normal en momentos en que no tuviera nada por cuestionarme, como ya les tenía su tiempo designado no le tome mucha importancia en ese momento por lo que mi atención estaba más enfocada qué nada en el hecho de que como me esperaba el locutor de la radio que anuncia el clima había acertado como siempre con su predicción, había nevado durante la noche o eso creía ya que solo podía ver un extensa capa de blanco por todas partes atravez de una esquina descubierta por la cortina de la ventana que había en mi cuarto, el exterior estaba tan brillante o eso parecía ya que la nieve se veía muy iluminada al amanecer.

Para cuando venía dandome cuenta me ppercaté de que otra vez me había atontado con algo, estoy empezando a creer que ese es mi mal hábito. Debería tratar de corregirlo pero por ahora es algo tarde y debo salir rapido o el camino se distorcionara y me tardare más en llegar a la ciudad -Después de decir esto comenzó a arreglarse, era fin de semana así que no tenía problema con tener que llegar a la escuela, más sin embargo el día anterior antes de regresar a casa ella había visto de paso una pequeña y curiosa librería por uno de los callejones que había tenido que tomar en esa ocasión, aparte de que estaba cerca de la entrada al viejo parque.

La Hija del Sol y la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora