Capítulo 5:

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[ Our Own Impasse ]

El tiempo transcurría de una manera particular. Justo cuando quería que todo acabara en un abrir y cerrar de ojos, el mundo a su alrededor parecía moverse en cámara lentas. Podía contar —una a una— las hojas cayendo al otro lado de la ventana, cada uno de los pasos que escuchaba a su espalda —en el pasillo— e incluso los suaves sonidos que provenían del cachorro que jugaba a su lado.

Esa inocente respiración. La débil y casi imperceptible tos.

En el momento en que Hyunwoo empezaba a asustarse de sí mismo —de los pensamientos y remolinos emocionales— solo miraba en su dirección, intentando encontrar algo de paz. Tratando de convencerse de que ese niño era quien lo mantenía estancado en aquella casa, y no de que era prisionero de alguien más.

Changkyun jugaba con un viejo tablero de ajedrez.

Era un niño muy despierto, aunque incluso él tenía límites. Su compresión para esa edad se limitaba a reconocer las piezas y vagamente saber el lugar que les correspondía, a veces se equivocaba y otras... otras simplemente disfrutaba de las maravillas de su imaginación. Piezas blancas y negras. Las movía a su antojo aunque respetaba el orden del juego: siempre que negro daba un paso hacia el frente, alguna noble figura marfil lo quitaba de su posición para dejarlo en el exilio.

Extrañamente acertado.

Sonrío para sí mismo, por pura simpatía y algo de lastima. Se removió incómodo contra la puerta del cuarto... ahora que lo veía detenidamente, la partida de ajedrez que mantenía el pequeño era un reflejo de su propia situación en aquella morada. No importa cuánto se moviera dentro del tablero, cada uno de sus movimientos siempre era bloqueado; hoy quedó especialmente demostrado. Todo el coraje. Todo el valor reunido. "Todo se fue", dijo susurrando por lo bajo, al recordar cómo perdió ante esa persona.

— Kkukkungie — escuchó a la perfección — ¿Quieres comer unas galletes? Eomma...

Silencio.

— E-Eomma encontró galletas para Kkukkungie — su voz se notaba saturada; se esforzaba por mantener la calma — Son tus favoritas.

Esas fueron las palabras mágicas para que el cachorro abandonara las piezas que tenían en sus manos. Corrió y se detuvo frente al muchacho, esperando algo de él:

— ¿Vamos? — ladeó su cabeza, preguntando aquello al ver como el mayor no hacía esfuerzos por moverse.

Obviamente necesitaba moverse, y en el instante en que estuvo listo para alejarse de la puerta... su pequeña mano se aferró a la suya. Changkyun era un niño inteligente, uno que sabía que necesitaba tomar al mayor para que este saliera del cuarto en el que se había refugiado luego de aquel incidente.

Suspiró, quitando la llave y abriendo la puerta. Cuando vio a Kihyun al otro lado, volvió a sentir ese extraño pinzamiento en su pecho. Soltó el aire en sus pulmones y agachó su cabeza —incapaz de mirar a esa persona— antes de deslizar su mano izquierda del agarre del infante. Se disculpó con el bebé pero empujó suavemente su espalda para que fuera con el omega.

— Estaré aquí... — dejó en evidencia lo desgarradora que era la frase para su persona, aferrándose a su camiseta por encima de su corazón.

Sintiendo en verdad dolor.

— No tengo a donde ir — sentenció, dando un paso hacia atrás, listo para cerrar la pieza de madera que lo mantendría encerrado entre esas cuatro paredes — Esperare por ti, no te preocupes.

The Long Way Till Home.-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora