capítulo 11

1.6K 249 101
                                    

Pasé la noche sintiendo más frío que nunca. El inexistente hueco en mi cama me atormentó hasta altas horas de la madrugada, o bien hasta que salió el sol. Un domingo por la mañana, yo acostumbraría a dormir hasta tarde, pero como últimamente hasta dormir se me hace imposible, decido levantarme de la cama y hacer un esfuerzo extra para salir a comprar mi desayuno.

Ni siquiera me molesto por darme un baño, simplemente salgo de mi dormitorio aún pijama y a paso lento me dirijo a la zona techada con puestos de comida. Apenas noto las miradas de mis compañeros por mi ridículo atuendo, porque la verdad es que ya tampoco me importa lo que piensen de mí.

Estoy a punto de llegar a mi destino, cuando unos toquecitos en mi hombro me llaman la atención. Me volteo para encontrar a una chica de baja estatura luciendo sonriente frente a mí.

—¿Qué sucede, Maprang?

Maprang me mira con sus grandes ojos, dándose unos momentos para inhalar profundo y exhalar antes de mostrarme lo que mantiene colgando de su puño.

—¡P'Arthit, por favor acepta mi corazón!

Eso claramente me toma desprevenido. El engranaje colgando de su puño está marcado con un 59, justo como el de Kong que tuve en mi posesión por un par de años antes de decidir combinarlo con el mío. Supongo que acaba de ser la entrega de engranajes y, tal como el hazing de este año, me la perdí.

—Maprang —suspiro—, no puedo aceptarlo...

—¿Ya tienes a alguien en tu corazón, P'Arthit?

Paso saliva, pesado. Niego con la cabeza.

—Más bien ya no lo tengo.

Mi corazón es lo que ya no tengo. Se quedó en esa otra realidad junto con mi Kong.

Maprang me mira confundida, como esperando a que le explique, pero yo simplemente me doy la vuelta y me sigo caminando. Por fortuna, no me sigue.

—Una leche rosa —le digo a la mujer del puesto. Pensar que hace no mucho había venido con ella antes de mi compromiso con Kong. Debo dejar de pensar en Kong. O no, a la mierda. —Mejor un café helado.

La mujer asiente y, en cuestión de minutos, tengo mi café helado en mis manos. Estoy a punto de retirarme, pero al darme la vuelta, choco con otra persona que estaba en fila para ordenar su bebida, derramando mi café helado sobre todo el frente de su camiseta blanca.

—¡Owww! —Exclama él, estremeciéndose por el frío líquido que se expande por sus ropas.

—L-Lo siento, no fue mi intención...

Rápidamente, dejo a un lado el vaso y tomo un trapo que me ofrece la mujer del puesto para ayudar al chico a secarse. Y estoy tan distraído arreglando el producto de mi torpeza que, hasta después, no me doy cuenta de la identidad de aquel pobre desafortunado, hasta que este me llama por mi nombre.

—¿P'Arthit?

Levanto la cabeza al oír aquella voz llamándome por mi nombre.

Resignado, dejo el trapo ahora empapado de nuevo sobre el mostrador. Luego, me volteo a ver a Win, quien me mira de vuelta con ojos curiosos. Pareciera no importarle mucho que acabo de tirarle mi café helado encima.

—Nong, disculpa. No me di cuenta... —Empiezo a disculparme, pero Win hace un ademán.

—Descuida, lo entiendo. Fue un accidente —dice mientras saca un pañuelo del bolsillo de su pantalón para continuar secándose. —No lo hiciste a propósito... ¿o sí?

Ahora, Win me dirige una mirada vacilante que a mí me parece irritante, por lo que me pone un poco de mal humor; aunque es él quien debería estar molesto en este instante, no yo. Niego con la cabeza.

Tú y Yo, ¡¿otra vez?!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora