epílogo

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Advertencia: ataques de pánico. Procedan con cuidado.



Desde el momento en que entramos a la casa y Arthit no me dirigió ni una palabra, supe que algo esa noche ya estaba o iba a ponerse muy mal.

Mientras retiraba la llave de la cerradura y sentía entre las piernas a nuestra mascota darme la bienvenida, observé la figura de mi prometido alejarse hacia las escaleras rumbo al segundo piso.

No dije nada por el momento. Simplemente dejaría que Arthit subiera a refrescarse un poco mientras yo le devolvía el saludo a nuestro gato. Ya hablaríamos antes de irnos a dormir.

—Hola, Buddy —me agaché para acariciarle su cabecita, ganándome un ronroneo. —¿Tú sabes qué le sucede a papá Arthit?

Me quedé mirando a mi peludo gato gris, fijándome en sus penetrantes ojos amarillos que me veían de vuelta con amplias pupilas. Luego reí, negando ante mi propia incredulidad al creer que mi gato podría responderme.

—Ven amiguito, subamos a dormir —le dije, dirigiéndome también hacia las escaleras para subir rumbo a la recámara. Había sido una larga velada, y sentía que esta apenas estaba comenzando.









Me di un baño rápido antes de ponerme mis pijamas. Ya cambiado y al entrar de regreso a la recámara, me agaché un poco para acariciar a Buddy que ya descansaba acurrucado en su acolchada camita junto al sofá cerca de la puerta. Luego sonreí en dirección a mi novio, quien entraba a la cama ya listo para dormir. Me acerqué a él después de apagar las luces, quedando encendida solamente la lámpara sobre las mesitas de noche que emitía una tenue luz en la recámara.

—Amor —lo llamé en voz alta, sentándome en la cama junto a él—, ¿qué quieres que haga de desayunar para mañana? Tenía pensado que podría hacer algo de...

—Ah, claro —me dijo con lo que detecté era un tono de irritación en su voz. Al instante detuve mis palabras. —Ahora tú eres la esposa de la relación. Pero sólo aquí entre ambos, ¿verdad? Ante todos los demás tengo que ser yo quien cargue siempre con el maldito título.

Sorprendido, abrí mucho los ojos por su comentario. Así que era eso.

Si bien en su momento todo ese asunto de "hacerte mi esposa" había sido un detonante de su temperamento, poco a poco fue convirtiéndose en un chiste entre ambos, con nosotros riéndonos al recordar el inicio de nuestra historia juntos. Es por eso por lo que no creía que, a estas alturas, semejante vistazo a nuestro pasado fuera capaz de encenderlo de ese modo.

—Amor... Respecto a eso, yo...

Quise ofrecerle una explicación, lo que fuera que lo tranquilizara. Había pasado algún tiempo desde que no lo veía tan furioso.

—¿Tú qué, Kong? ¿Tú qué? Vi cómo no te importó una mierda y les seguiste el juego todo el maldito rato.

—Arthit, no tienes por qué ponerte así... —yo comencé a alterarme también, aunque no tanto como lo estaba él. —Tú sabes que sólo estaba haciendo eso: jugando. No lo decía en serio.

Observé cómo su ceño fruncido se hacía más pronunciado mientras que por el rabillo del ojo veía el peludo cuerpo gris de Buddy salir de nuestra recámara, posiblemente perturbado por lo tensa que se estaba volviendo la atmósfera entre Arthit y yo.

—A mí no me pareció que estabas jugando —siguió él, con tono acusatorio—, más bien me pareció que lo estabas disfrutando. Qué malditamente cínico eres, Kongpob.

Tú y Yo, ¡¿otra vez?!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora