2. Shed a tear.

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Capítulo 2: 

— Niall detente por favor

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— Niall detente por favor. — rogué por tercera vez. Lo sujetaba de la mano, más bien del brazo, intentando que no volviera subir al auto.

— Maldición Vee, ¿por qué los estás defendiendo?— preguntó desesperado de que no dejará que huyera trás ellos.

— No los defiendo, no vuelvas a decir eso.— solté su brazo abruptamente, sin embargo, no dejé de verlo a los ojos.— No quiero que te metas en problemas, y más por problemas que ni siquiera son tuyos. Yo..

— Cualquier cosa, cualquier mínimo daño que alguien te haga entonces también se convierte en mi problema.— interrumpió Niall mientras se acercaba a mí.

— Lo entiendo, y-y-y lo agradezco pero...— tomé aire porque comenzaba a tartamudear de la ansiedad— necesito ser yo quien los enfrente. Es algo que me carcome el corazón, pero necesito ser yo, y solamente yo, la que se plante frente a ellos, los vea a los ojos, y les diga todo el daño que me hicieron y que tan lejos de mi vida los quiero. Pero por mi propia salud mental lo necesito hacer yo, por-porque sino jamás me lo perdonaré.


Podía sentir como las lágrimas caían por mis ojos, la adrenalina circulaba por mis venas y mi corazón latía muy rápido; pero con todo eso, al momento de ver que la cara de Niall se suavizó y sentí una paz interna enorme. Se acercó aún más hacia mí y me abrazó de una manera tan protectora que juraría jamás podría sentirme tan en un hogar como en aquel mismo instante.


— No tienes una idea de cuánto te admiro como persona.


<< Eso no tiene nada de sentido querido hermano. Nadie quiere ser como yo.>>


— Por favor, tú nunca te vayas. — le susurré con un nudo en la garganta que no me ayudaba a hablar, ni siquiera respirar. — Jamás soportaría que tú me dejaras.

— No hay nada en este mundo, ni siquiera tus palabras, que hagan que yo te deje.


Y lloré. Saqué todo lo poco que me había retenido por estas horas. Exploté en el llanto que tenía dentro de mí. Niall jamás aflojó sus brazos, y susurró para que solamente yo lo escuchara.


— No tienes que pelear tú sola. Estoy de tu lado y jamás me alejaré de él.


(...)

Terminé apagando mi celular por la cantidad masiva de mensajes y llamadas que comenzaron a llegarme de Jay, Tom y... y Nathan. Estaba en mi cuarto, en mi verdadero cuarto. Las cosas estaban un poco diferentes de como lo recordaba, no sabría explicarlo realmente pero había un poco más de luz de lo que recordaba; debía ser que al estar más vacío la luz del foco podía reflejarse mejor, supongo.

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