E P Í L O G O

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Hace calor. Agosto ha llegado como una exhalación y nosotros llevamos seis meses juntos, aunque a mí se me han pasado como seis días. Cuando estoy con él el tiempo vuela, aunque suene a cliché.

Todo es perfecto, desde que nos despertamos por las mañanas abrazados en mi cama o en la suya hasta cuando nos vamos a dormir a las tantas de la madrugada después de ver una serie o una película. Nuestras citas también son perfectas. Incluso nuestros mensajes y nuestras llamadas son perfectos, aunque siga respondiendo con un "ok" a casi todo. Es adorable.

Podría decir que el noventa por ciento de nuestra relación es maravillosa.

Y también podría decir que ese diez por ciento que falta tiene un nombre: sexo. Hyukjae y yo todavía no hemos tenido sexo. No porque no queramos. Son incontables las veces que nos robamos la respiración el uno al otro y noto su dureza entre mis piernas. Le he enseñado a masturbarse y se vuelve loco cada vez que se la chupo, pero, cuando llega el momento de follarme, siempre tiene alguna excusa. Al principio pensaba que era culpa de su anterior vida como ángel, pero descarté esa idea el día que me hizo una mamada en la ducha.

Ahora estoy bastante seguro de que teme hacerme daño. Es decir, la tiene grande y, joder, eso debería hacerle sentir orgulloso, pero no parece que le guste lo más mínimo. Al contrario que a mí, que me encanta y no sé cuántas veces he soñado con el momento en el que se dé cuenta de que no estoy hecho de cristal. Ya no es un ángel, ya no tiene que preocuparse de forma excesiva por los demás. Ahora puede ser egoísta.

Claro, que todo esto son solo suposiciones mías. Nunca he salido con un hombre que no quisiera follarme. Nunca he salido con un virgen.

Amo a Hyukjae, pero odio conocer tan poco sobre sus gustos sexuales. Hasta hace algo más de cuatro meses él no sabía lo que era un preservativo. Tampoco es que haya usado ninguno...

Joder.

Ya no sé qué más hacer para seducirle. Lo que si sé es que no me voy a dar por vencido.

Por eso, la noche del domingo, aprovechando que hace un calor infernal, aparezco en la habitación con nada más que mis bóxer después de lavarme los dientes. Él ya está en la cama, con la cabeza apoyada en el cabecero mientras ve algún vídeo de Youtube en su móvil. Está viciadísimo a los mukbangs.

Espero a que dirija sus ojos en mi dirección por encima de las gafas para sonreír coqueto. Noto que intenta devolverme el gesto, pero solo consigue formar una mueca rara en sus deliciosos labios. Mientras avanzo hacia la cama, me sigue con la mirada. Siento que podría ponerme a hacer piruetas y no me perdería de vista ni un segundo.

Satisfecho, trepo sobre el colchón hasta tumbarme junto a él, de costado. Apoyo la cabeza en su hombro y estiro la pierna perfectamente depilada sobre su cadera.

—Me gusta cuando te quedas a dormir en casa —le digo con voz suave—, aunque sigo sin entender por qué te traes un pijama.

—Me gustan los pijamas.

Se encoge de hombros y mira de reojo, como si yo no pudiera notarlo, la curva de mi culo. Suelto una risita traviesa.

—No es lo único que te gusta, ¿verdad?

—Me gustan muchas cosas —asiente. Se da prisa en mirar la pantalla de su móvil, con las mejillas tan rojas como mis calzoncillos.

No me corto a la hora de besarle la mandíbula. Me encanta cuando se ruboriza, pues es señal de que le gusta lo que hago. Le gusta... no, le encanta cuando subo con besitos hasta su barbilla y me interpongo entre él y ese vídeo de gente comiendo para darle un beso en los labios. Un beso en el que me llevo el inferior entre mis dientes. Su gruñido me pone los vellos de punta.

Un deseo por San Valentín [EunHae +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora