Capítulo 1: "Las copias"

16 3 0
                                    

Lunes, 3 de septiembre de 2007

Los problemas familiares son algo que afecta a cualquiera. Si eres padre o madre, sientes la presión que el otro ejerce sobre tus hombros, la incomprensión que tu pareja te genera, el terror de que tales problemas afecten a tus hijos. Si eres hijo o hija, sientes que eres la causa principal de la problemática.

Sin embargo, habían algunas familias que llevaban estos problemas a un plano más grande y grave.

Jayllie Honner no se sentía afectada. Por lo menos, no psicológicamente.
Ella sólo quería cambiar dos cosas en su vida: que el suyo no fuera un padre golpeador, y que su madre no fuera capaz de defenderse ni defenderla de la persona que se suponía debía protegerlas. Irónico, ¿no es cierto? Que debas mantenerte en estado de alerta cerca de la persona que tenía como única obligación el cuidarte del mundo exterior y sus monstruos.

Ella tenía dos monstruos en su casa. Porque no, no era un hogar. Ya no.

Así que esa mañana de lunes se preparó para sus clases, corroboró que su mochila estuviera en orden, se peinó de la manera más correcta posible, y bajó por alguna fruta como desayuno.

Estaba tan cansada y tan aliviada, su padre se iba temprano todos los días. Ni siquiera sabía si iba al trabajo o no, pero le causaba un poco de tranquilidad.

Sólo le quedaba lidiar con la presencia invisible de su madre. Pan comido.

Cuando entró a la cocina la vió pasando un trapo por la mesada, seguramente limpiando una mancha imaginaria que podría no estar ahí.

-Hola.- Se escuchó decir. No era tan maleducada como para ignorar por completo a la mujer que le dio la vida, después de todo la amaba. Y tal vez no estaba segura de si ese amor era recíproco, pero no quería averiguarlo.

-Buenos días, Jayllie.- Dijo solamente y salió de la cocina.

Ese saludo la hizo añorar que su madre fuera más amorosa, pero ya hacía un tiempo que no le decía cosas como "hija" o "mi amor", así que ya había perdido las esperanzas.

Tomó una manzana del frutero y sin despedirse salió de casa por la puerta trasera. No tenía ganas de cruzarse con aquella mujer de nuevo.

Cuando empezó su camino hacia la escuela sacudió la cabeza para despejarse, le esperaba un buen lunes por delante.

~•~

Adam estaba emocionado. Iba a empezar su cuarto grado en una nueva escuela, lo que significaba nuevos amigos. Tal vez lo normal sería sentirse nervioso, pero él supo desde que aprendió a hablar que no era un niño normal.

Su hermana, por otro lado, parecía querer arrancarle la cabeza por su energía tan arrolladora y desastrosa. A ella no le emocionaba para nada el cambio de aires que sus padres habían decidido.

-Vamos a tener nuevos amigos, Allee. Sonríe, pareces la tía Marya cuando tocamos sus gatos.- Le apretujó la mejilla ganándose un manotazo, sólo se rió.

-Cállate, no quiero. No quiero nuevos amigos. Yo ni siquiera quería una nueva casa.- Hizo un puchero que provocó un vuelco en el pequeño corazón de su hermano, así que este la abrazó con fuerza.

-Ya lo sé. Es raro y asusta, pero tómalo como una nueva aventura.- Le sonrió mostrando sus dientes, haciendo notable la falta de uno de ellos en la parte superior de su dentadura. Ese hecho hizo reír a la niña que tenía los ojos cristalizados, su hermano era un bobo. Pero quería mucho a ese bobo.

Su madre les gritó que tomaran sus mochilas y bajaran. Ya era hora de ir a su nueva escuela. Un revoltijo de emoción inundó el estómago de Adam, estaba eufórico. En cambio Allee, sintió lo mismo pero eran más bien náuseas que otra sensación.

Tenemos historia, JayllieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora