Capítulo 8

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Malek

Detuve mi auto frente a la casa de Clarisse, había bastantes personas conviviendo en el jardín, la música y la comida parecían agradables; sin embargo ¿por qué decidí venir? Esta mañana recibí una llamada de Marco insistiéndome que viniera, sabía que no me dejaría en paz sino le daba la respuesta que quería, así que, accedí a venir. Bajé del auto con una botella de vino tinto cosecha 1972, un pequeño detalle para la anfitriona de la fiesta, pero cuando puse un pie sobre la entrada la idea de regresar a mi auto e irme a casa llegó a mi mente, eché un vistazo a quienes se encontraban charlando cerca de la puerta, estaban tan concentrados en su conversación que ni siquiera se percataron de mi presencia.

«Huir iba a ser más fácil de lo que pensé»

—¡Alto ahí! —Chilló una voz a mis espaldas.

Mierda.

—No pensabas irte o ¿sí? —Me giré para encontrarme con el risueño rostro de Clarisse, esa sonrisa que siempre adornaba su rostro.

«¿Por qué siempre sonreía? No le encontraba lo gracioso»

—Hola Clarisse —saludé.

—Me alegra que hayas venido, por favor pasa —ella se hizo a un lado para que pudiera entrar al jardín.

—Gracias —el lugar parecía muy animado lleno de tantas personas y comida, creí que solo sería una reunión para los miembros del bufete.

Extendí la botella y Clarisse me miró sorprendida, era como si por primera vez hubiera visto una botella de vino.

—Es un pequeño detalle.

—Muchas gracias Malek—sonrió en forma de agradecimiento —. La comida está por allá, así que, disfruta la reunión.

—Gracias.

Caminé entre la multitud buscando a Marco quien se encontraba muy entretenido hablando con uno de sus amigos, así que, decidí no interrumpir.

—¡Malek! —Su chillona voz casi me dejó sordo por un momento.

—Skye —ella se mordió el labio de forma seductora cuando se acercó a mí.

—Me sorprendió verte aquí, te ves apuesto —Skye paseo sus manos por mi pecho, tuve que contenerme para no apartarla de mí.

—Gracias —me limité a decir. Su mirada y la forma en la que me tocaba me resultaba incómoda ¿acaso no conocía el significado de espacio personal?

—¿Te gustaría tomar una cerveza? —Ofreció.

—Estoy bien.

—Siempre de tan pocas palabras Malek, me agrada —susurró cerca de mi rostro —. Eso el lo que más me agrada de un hombre.

Sabía que fue mala idea venir, Skye se había pegado a mí como una garrapata y sería muy difícil deshacerme de ella. Sus labios se movían de una manera tan rápida que no podía entender ni una palabra de lo que hablaba, ni tampoco tenía interés.

—No sé que le ven de divertido a las parrilladas, no hay más que comida llena de calorías —se quejó, esta mujer estaba acabando con mi paciencia —. Sin embargo, hay algo en el menú que se ve delicioso —su mirada lasciva se dirigió a mi persona con su molesto comentario y esa fue la gota que derramó el vaso.

—Skye, ahora que lo pienso creo que sí quiero esa cerveza —pedí con la mejor de mis sonrisas.

—Lo que sea por ti bebé; espero que me lo agradezcas de una buena forma —susurró — ya sabes, tú y yo.

—Seguro —respondí.

Skye se alejó meneando las caderas de forma excesiva, ella se giró y dio una palmada en su trasero.

Vulgar.

Aproveché que Skye se alejó para poder escapar de ella, si pasaba un minuto más escuchando su charla sobre los carbohidratos que había en una parrillada y sobre sus insinuaciones poco morales, iba a enloquecer. Decidí mantenerme alejado del resto de la multitud, así que, me dirigí hacia la mesa de la comida, Skye tendría que pasar por toda esa multitud si quería encontrarme. Estaba a unos cuantos metros, pero aún así pude percibir su pequeña figura, ese vestido color perla resaltaba cada una de sus curvas, ella era definición perfecta de elegancia y belleza.

Ella se percató de que la miraba porque se giró para encontrar sus ojos con los míos, ella parecía sorprendida al verme aquí al igual que todos ¿en serio creen que soy un ermitaño que no sale de su casa?

—Parece que no soy el único que le gusta estar solo —comenté con naturalidad.

—¿Quién dijo que estoy sola? —Respondió ella —. Solo estoy aquí aislada por la comida.

—Ya veo —dije sin ocultar mi sonrisa, decidí tomar una hamburguesa.

—Creí que no te gustaban este tipo de reuniones —comentó mientras llevaba una botella de cerveza a sus labios.

—No sabes nada de mí —ella se encogió de hombros.

—Tienes razón, ni tampoco pretendo saberlo —solté una risa, esta chica perecía ser la única capaz de hablarme de ese modo, llevé un pedazo de hamburguesa a mi boca.

—Por este tipo de comidas amo este país —dije inconscientemente.

—Estoy de acuerdo, pero ¿no se supone que las vacas son sagradas para ustedes? —Volví a reír.

—Esos son los hindúes —expliqué —. Sin embargo, tienes razón, el islam prohíbe el consumo de carne; pero yo no sigo ningún tipo de religión.

Francescca me miró perpleja, todos saben que la cultura del medio oriente establece estrictas normas en cuanto a la religión; sin embargo, después de toda la oscuridad que alberga mi pasado, sería hipócrita de mi parte esconderme detrás de una máscara de falsedades.

—Escuché que eres árabe —su afirmación no me tomó por sorpresa, mi acento y mi físico no eran de un americano.

—¿Te lo dijo tu noviecito? —Francescca sonrió de lado.

—Tal vez.

—Lo soy —afirmé, no me avergonzaban mis orígenes.

Esta es la charla más larga que he tenido con ella desde que nos conocimos, seguimos comiendo sin decir nada más, el silencio que había entre nosotros no era incómodo en absoluto al contrario me sentía cómodo a su lado. Llevé mi mano para tomar otra hamburguesa, pero mi mano se encontró con la ella, era la última hamburguesa que quedaba en la mesa.

—Ni creas que te la daré solo porque eres mujer —amenacé.

—Que poco caballeroso eres —esa frase no iba a resultar en mí.

—Ustedes querían votar, así que, sufran las consecuencias de la igualdad —ella sonrió.

—Estoy dispuesta a hacer un juicio por esa hamburguesa —no pude evitar reír ¿un juicio Esta mujer era una caja de sorpresas.

—Enséñame lo que tienes novata.

—Abogado Eljal, la persona que tomó primero la hamburguesa por derecho le pertenece.

—Sino hay pruebas que demuestren que la tomaste primero, ese derecho es nulo —toma eso novata, pensé.

—Sin embargo, por el derecho de equidad podemos llegar a un acuerdo —sugirió.

—¿Qué clase de acuerdo?

—Podemos partir la hamburguesa justo por la mitad y ambos saldríamos ganando ¿acepta? —Francescca ofreció su mano.

—Acepto —dije estrechando su mano.

Ambos nos reímos por la tontería que acabamos de hacer, no podía creer que yo hubiera hecho un juicio por una hamburguesa. Era ridículo. Miré a la novata quién seguía disfrutando su comida y de vez en cuando sonreí, esta mujer es especial.

—¡Francescca!

Ambos nos giramos para encontramos con alguien que no creí que volvería a ver.

—Varick.

Atrapada © [J.D.L.M #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora