Capítulo 13

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Francescca

No podré olvidar la expresión de Wilson cuando Malek le mencionó la demanda, su arrugado rostro palideció como si hubiera visto un fantasma.

—Parece que esconden algo muy gordo como para poder querer evitar una demanda —miré a Malek, la luz que de los enormes rascacielos se reflejaban en su bello rostro.

—Así parece, al menos dijeron que lo iban a pensar —él asintió.

Lo único que logramos con la amenaza de demandar al hotel fue que Wilson accedió a reportar el incidente con sus superiores para llegar a un acuerdo; sin embargo, dudo mucho que alguien como Cedric Hayes acceda tan fácilmente sin obtener algo de por medio.

—Es hora de irnos —anunció.

Eran cerca de las seis de la tarde, no tenía caso regresar al bufete a esta hora. Caminé junto a Malek en silencio, fueron los minutos más largos hasta que nos detuvimos frente a su auto.

—¿Vendrán por ti?

—No —respondí, Varick salía un poco tarde hoy, así que, esta vez me iría a casa sola.

—¿Quieres que te lleve? —Me sorprendió su ofrecimiento ¿acaso ya había olvidado que lo golpeé esta mañana?

—No quiero causar molestias.

—Bien —respondió secamente para después subir al auto.

Rodé los ojos. ¿Qué esperaba? ¿Qué me suplicara?

—Sube —Malek abrió la puerta del lado del copiloto de su deportivo negro, sin responder me subí para después colocarme el cinturón de seguridad —¿hacia dónde? —Le di mi dirección a Malek y sin decir más nos pusimos en marcha.

🌼🌼🌼🌼

7:30 p.m.

Eran las siete treinta y todavía no llegaba a mi casa, me encontraba atascada en medio del tráfico con Malek. Sí, llevaba más de una hora en el mismo auto que Malek y aún no ha hecho explosión. Un buen comienzo supongo.

—¡Avancen, maldita sea! —Maldijo por quinta vez.

—No puedo creerlo —recargué mi cabeza contra el cristal de la ventana, esto iba para largo.

El auto avanzó aproximadamente dos metros, esto debía ser una broma de mal gusto y al igual que Malek estaba comenzando a desesperarme. Y la tensión entre nosotros no ayudaba.

—¿Quieres? —De mi bolso saqué golosinas, ositos de goma para ser exactos. Desde que era niña siempre me gustaron este tipo de golosinas; recuerdo que cada tarde después de regresar de la escuela mi padre solía llevarme a la heladería y siempre elegía los ositos de goma. Malek me lanzó una mirada como si quisiera matarme, me encogí de hombros, más para mí supongo.

—¿En serio solo piensas en comer en este momento? —Se veía frustrado al igual que yo, no iba a negar que me molestaba estar aquí en medio del tráfico, pero ¿qué podía hacer? Enojarme no era una buena solución.

—Enojándote no resolverás nada, así que, cállate y come algunos ositos —y por arte de magia Malek sonrió y llevó un osito color rojo a su boca.

—Gracias.

—No hay de que —sonreí, dejé la bolsita en medio de ambos. Malek no dudó tomar otro.

—Jamás había probado estas cosas —lo miré incrédula.

—No puedo creerlo —espeté —. ¿Jamás los comiste de niño?

Atrapada © [J.D.L.M #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora