Temor

8 1 0
                                    

El corazón de Byron sonaba como un tambor de guerra orco mientras corría entre la selva que rodeaba el pueblo. Con gran habilidad saltaba entre las ramas o las raíces de los árboles, siempre observando sobre su hombro, siempre con miedo, siempre corriendo.
El cansancio empezaba a apoderarse de él, no sabía por cuanto tiempo había estado en ese lugar donde solo veía árboles, por lo que él podía descifrar había pasado un día entero solo corriendo, pudo ver varias veces entre los picos de los arboles la luz del sol asomándose, pero para él era una noche eterna. Lo que no sabía es que había corrido por tres días la adrenalina le hizo olvidar el hambre, el cansancio, la sed, pero no las ganas de orinar, lo que Byron creía que era la humedad pegándose a su ropa había sido su cuerpo eliminando poco a poco lo que podía de toxinas.
Byron no paro por al menos dos días más, aunque de vez en cuando daba un trago a su cantimplora, siempre mirando por encima de su hombro. Luego de casi una semana de árboles y selva, así como si el mundo cambiase por completo salió a un gran claro y por primera vez se detuvo a observar su alrededor, el sol golpeo por primera vez su rostro en mucho tiempo, lo que hizo que su rostro ardiera y sus ojos lloraran por unos segundos. Un grupo de aves salió de la selva unos segundos después que el con un gran ruido dirigiéndose en la misma dirección que Byron. Al seguirlos con la mirada diviso una gran ciudad a menos de un día de caminata, dio un respiro largo y comenzó a dirigirse hacia ella. Unas horas después la ciudad era clara, casi como incrustada en la cima de una montaña pudo ver lo que parecía una enorme fortaleza de un imponente tamaño, se asombró al ver las enormes estructuras con incrustaciones metálicas y el gran puente que lo conectaba todo con el lugar donde él se encontraba. Un puente por el cual al avanzar noto leones de gran tamaño trabajados en piedra y al final del puente una puerta tan grande que Byron no podía observar el cielo detrás de él, la puerta era de madera con unas adornos dorados y el centro tenía el rostro de un león con una gran melena todo en oro incrustado. El asombro lo dejo atónito por unos minutos hasta que el ruido de unos carros que se aproximaban detrás de él lo devolvió a la realidad, se movió del camino para evitar que lo aplasten ya que nadie lo había visto y cuando tuvo posibilidad, giro debajo de uno de los carruajes y se aferró con fuerza deseando que nadie lo vea.
Unos minutos después todo comenzó a temblar, las grandes puertas comenzaron a abrirse y el carruaje continúo su marcha. Ya no tenía fuerzas solo podía mantenerse aferrado mientras su vista se volvía borrosa, espero el momento adecuado y se dejó caer, luego de evitar las ruedas se movió hacia un lado y se puso de pie. Por primera vez vio la ciudad por dentro, su asombro no duro mucho ya que su cuerpo golpeo la primer pared que encontró y se dejó caer al suelo, sus fuerzas lo abandonaron mientras sus ojos se cerraban. Lo siguiente fue todo borroso y las lágrimas saliendo de sus ojos como último lamento de su cuerpo pidiendo no perder la vida.
“Tranquilo pequeño, solo estás cansado y hambriento” Fue lo último que escucho.

Byron abrió los ojos y se sorprendió al verse descansado y limpio, aunque aún con mucha hambre y sed. Lo siguiente provoco un terror en él, observo su alrededor y se encontraba en una habitación pequeña, una mesita de luz a su lado tenía la imagen de un hombre con ropas en negros y azules con una capucha cubriendo la mitad de su cara. No era posible, lo encontraron nuevamente. El miedo se apodero de su cuerpo dejándolo casi inmóvil por unos minutos hasta que la idea de que estaba vivo lo reanimo un poco. Salto de la cama solo para caer nuevamente al suelo, aun no tenía fuerzas para hacer movimientos, mientras que intentaba reincorporarse la puerta se abrió y una mujer entro cargando una bandeja con frutas y una jarra.

¡Estas despierto! ¡Qué alivio! – La mujer mira a Byron con asombro y luego le dio una sonrisa que infundio calma en su cuerpo, aun así de un salto volvió a subir a la cama y su cuerpo se tensó en posición defensiva listo para reaccionar a todo.
-Y al parecer tienes energías.- Continuo hablando la mujer mientras acercaba un banco a la cama y extendía la bandeja a Byron.- Tranquilo, no tienes que temer por nada, pero por favor come algo y bebe o puedes desmayarte nuevamente.- La mujer se sentó junto a la cama y mira a Byron esperando que tome la fruta y el agua que le trajo, pero él no confiaba.- Si no comes todo no te dejare salir a jugar.- Dijo la mujer entre risas. A Byron le pareció gracioso y eso relajo su cuerpo lo suficiente para entrar en razón, si me quisiese muerto no me hubiera rescatado, pensó, así que tomo una pero y comenzó a comer.
- Eso es, estas famélico y deshidratado.- hablo la mujer mientras le sonreía.- Te encontré a unas calles de aquí, casi mueres del cansancio por lo que supuse que vienes de muy lejos y temes a algo. No te preocupes puedes confiar en esta señora. Mi nombre es Karen y estas en la ciudad de Flencenburg, ciudad capital del reino de Xervah regida por nuestro benevolente rey Gaharrion, un gran… hombre. Por lo que vi en tus ropas y pertenencia saliste de aventuras, me recuerdas a mi esposo, siempre apurado olvidando lo básico, siempre salía con su amigo Rown y volvía unas semanas más tarde lleno de tesoros y cuentos, nos pasábamos días hablando de eso, me contaba de los lugares que conocía de sus batallas y para cuando terminaba ya debía irse nuevamente, era un aventurero matriculado, era el amor de mi vida. Pero esa vida nunca nos podía dar un hijo y aunque yo lo sabía en el fondo, en algún momento lo perdería y así paso hace ya cinco años.- Aunque su boca mostraba una sonrisa sus ojos comenzaron a cristalizarse, Byron bajo la cabeza y antes de decir algo la mujer se levantó del banco.
-Bueno, termina tu comida y descansa un poco más, necesitaras fuerzas si quieres obtener la matrícula de aventurero.- Byron estaba confundido ¿Matricula de aventurero? ¿Qué creía esta mujer que…? Nuevamente el sueño lo reclamo.
Al despertar y bajar de la cama noto que sus fuerzas habían vuelto y por primera vez vio que solo una remera de gran tamaño lo cubría, se sintió avergonzado así que comenzó a hurgar entre sus cosas sin poder encontrar la ropa, busco entre los cajones de la recamara sin poder notar nada de ropa de su tamaño en ella.
-Me tome la libertad de lavar tus ropas, realmente apestaban. Porque no pasas al comedor puedo prepararte algo caliente y en unos momentos tu ropa secara por completo y ya podrás vestirte.- La sonrisa de Karen daba a Byron un sentimiento que no podía entender, entre paz, felicidad, amor y respeto.
Byron siguió a la mujer por la casa no paro de asombrarse, por donde sea que miraba encontraba joyas, armaduras, pinturas, estatuas y aún más joyas. Llegaron a un comedor que tenía el tamaño de su librería, Karen le indico que se siente a la mesa y le trajo un gran plato de carne con papas lo cual Byron devoro mientras que preguntaba una y otra cosa. Durante la comida hicieron las presentaciones, Karen resulto ser una antigua clériga de la orden de Myshakal la cual un día se enamoró de un bribón y abandono el camino para estar con él, aunque nunca abandono a su diosa. Todo lo que se encontraba en la casa eran recuerdos que su esposo le traía de sus aventuras. Byron por su parte conto su historia aunque obviando la mansión, el cuervo y su persecución por el bosque, solo continuo con la idea de la mujer de que se encontraba en la ciudad para obtener la matricula.
Habiendo terminado la comida Byron se vistió y Karen le preparo el bolso con todo lo necesario. Al llegar a la puerta Karen oriento al pequeño hacia la dirección del gremio y le deseo suerte. Byron comenzó a retirarse pero luego de dar unos pasos volteo, corrió hacia Karen y le dio un abrazo, le agradeció sus cuidados y prometió volver con aventuras para contarle.
Asi es como el pequeño gnomo decidió que viajaría, aprendería del mundo y mejoraría sus habilidades, pero lo más importante, buscaría la fuerza para deshacerse de esa sombra que lo perseguía.

Byron " La risa" DrakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora