El hombre de sombras

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Con el correr de los días Byron continuo con su aprendizaje, esa biblioteca era todo el alimento que necesitaba, aunque en realidad el suelo ya había quedado cubierto de frutas secas que, gracias a lo aprendido en los libros, pudo hurtar. Había decidido permanecer en el lugar así que logro contener la salida de luz entablillando todas las paredes de la biblioteca, también había cerrado la entrada que “accidentalmente” el mismo había creado y puso en ese lugar su entrada secreta, de esta manera nunca tendría que eliminar ninguna de las trampas que se encontraban en la casa. Solía usar lo aprendido para divertirse, cortar las bolsas de las compras de la Señora Thomas y ver como todas sus verduras caían al suelo, hacer que el Señor Dohgon tropezara y tirara al piso todos sus utensilios de curtido, incluso una vez logro apagar la fragua del viejo Gharanat, siempre echaba a reír cuando su travesura se completaba, los del pueblo miraban por todos lados para ver qué había pasado, incluso algunos levantaban el puño con mucha ira y exclamaban atrocidades.
Pero en este momento se encontraba preparando su mejor plan, una trampa para el mas tramposo, Yheredai era un mediano que solía mofarse de todos en el pueblo, ya que su padre era una “Leyenda” en el pueblo el gozaba de muchos privilegios y no le gustaba que la gente no lo salude como el gran hombre que era. Para Byron no era más que un bully que se colgaba del honor de su padre para que le teman. Había preparado algo especial, una trampa de pegamento, pero no cualquiera, la diversión en esta trampa era que una vez que Yheredai estuviera cubierto de pegamento y sin poder moverse una gran figura en forma de troll que el mismo había creado se acercaría eh intentaría asestarle un golpe mortal, sabía que eso lo iba a matar del susto hasta el punto de llorar.
Llevaba semanas trabajando en este plan, siguió mediano todos los días para conocer las rutas y los posibles desvíos que tomaría, así como los horarios y los puntos donde podrá ser más vulnerable, hasta finalmente dar con el lugar correcto. Un callejón por el cual solía atajar hasta su hogar. Unas horas antes del anochecer ya tenía todo listo para la trampa solo tocaba esperar a que baje el sol para que vuelva de sus rutinas.
Byron se dispuso a estudiar un pequeño relato que encontró en la biblioteca y que había llamado su atención de inmediato “La orden de los Ruiseñores” este mismo contaba sobre una orden secreta de pseudo ladrones que había estado viviendo en las sombras manipulando el dinero de la gente con mayor capital, robando solo lo necesario para no ser encontrados y llevándolo todo a pueblos que realmente lo necesitaban. Byron saco de debajo de su capa la pluma que había encontrado en el diario de la mansión y la contemplo, gracias a la información descubrió que pertenecía a un ruiseñor. Este último dato le demostró que esa sociedad secreta existía y que quien era dueño de la mansión y de la biblioteca era una de esas personas. Comenzó a soñar con la idea de ser un ruiseñor, ganar un gran renombre ser conocido por todos, al menos todos los otros ruiseñores.
Sin darse cuenta la noche cayo trayendo con ella la penumbra que tanto adoraba, capas de ocultar a quien supiera utilizar sus sombras, era su momento preferido. Quedo absorto observando hacia el callejón esperando que su víctima se mostrase, pero luego de media hora de espera nunca apareció.
Es imposible, calcule todos los detalles incluso los tiempo no existía posibilidad de fallas.- Dijo mientras tomaba nuevamente sus anotaciones y releía para poder notar su error. Estaba concentrado pero no del todo, no como para no notar la gran sobra que se cernía sobre él.
-Un pequeño detalle que siempre puede salir mal es que una tercera persona frustre tus planes pequeño.- Solo eso llego a oír segundos después algo tiro de su capa y lo arrojo contra la chimenea de la casa en la que estaba. Intento recomponerse pero no a tiempo esa sombra ya estaba parada frente a él y sin poder hacer nada una mano lo tomo del cuello y lo levanto casi al doble de su estatura. Byron golpeo, apretó y mordió la mano para intentar liberarse pero nada funcionaba y la falta de aire le empezaba a cobrar su cuenta.
-Eres bueno, pero necesitas alguien que te enseñe. Ahora duerme.- Escucho una voz profunda y vislumbro una sonrisa entre la sombra que estaba consumiendo todo su aire. Solo unos segundos después perdió el conocimiento.
Horas más tarde Byron recobro el conocimiento, le tomo unos minutos poder reincorporarse su cuerpo estaba totalmente tensado. Recorrió con la vista el lugar donde se encontraba, una habitación simple con un catre y algunas sillas, en una de ellas un humano lo miraba, con una copa de vino en su mano y una gran sonrisa en su rostro.
-Eso tomo más tiempo de lo que pensé.- Comenzó a hablarle mientras se levantaba de la silla y le acercaba una copa de agua.- Pero es entendible, quizá es la primera vez que alguien te noquea. Eres bueno con tus trampas, eso fue lo que llamo mi atención, pero aun eres imprudente, localizarte fue muy fácil, seguirte y esconderme aún más y tus habilidades de combate, bueno no posees.- Byron miro a su anfitrión con odio.
-¡Eh! Tranquilo, no quiero dañarte. A decir verdad, me impresiona lo que lograste si la guía de nadie y fue por eso que vine a buscarte, es raro que en un pueblo tan pequeño y a tan corta edad alguien consiga un título “La risa” aunque gracioso si, significa que nadie conoce tu rostro y eso es bueno, pasar desapercibido es una de las más grandes cualidades que alguien con tus habilidades puede tener. Pero como dije antes puedo enseñarte, en realidad voy a enseñarte sería lo más acertado a lo que quiero decirte, esto no es una petición, si te reúsas lo de esta noche ocurrirá una y otra vez hasta que me aceptes. Así que ya levántate del catre.
Byron y el extraño hablaron por un par de horas, y aunque no confiaba en él, tenía razón sobre lo que decía, Byron aún era débil, joven y muchas veces impulsivo, algunos consejos de autodefensa no le vendrían mal. Cuando Byron pregunto por el nombre de este extraño él le dijo que lo mejor en su trabajo es el anonimato así que simplemente lo llame “El Halcón”.
Los siguientes meses La risa y el halcón no solo entrenaron en combate, también le enseño lo importante de estar preparado para el mismo y le dio algunos consejos de cómo seguir pistas para poder descifrar las intenciones de sus enemigos, tanto en combate como fuera de él. Solían jugar un juego en el que El Halcón le dejaba alguna pequeña pista y él tenía que seguirlas, cada acertijo que Byron descifraba era algún nuevo regalo. Fue así como difícilmente consiguió una capa color noche la que luego el halcón le enseño a usar para ocultar su presencia camuflándose entre las sombras. La dificultad luego bajo bastante, o quizá solo Byron se estaba haciendo mejor en esto. Primero una honda con la que era capaz de enfrentarse a quien sea desde la distancia, herramientas para abrir cerraduras, guantes, materiales para sus trampas y algunas otros atuendos que le facilitarían el combate. Pero lo más importante vino al final. Un día encontró una pista, como siempre lo guio a otra que lo guio a un bosque donde encontró un bastón entallado muy resistente. Byron estaba satisfecho, realmente emocionado era muy hermoso tallado a mano con puntas terminadas en grandes círculos, cuando se retiraba victorioso del lugar un reflejo de luz llamo su atención, era la pluma de un ruiseñor. Byron volvió a su escondite ansioso saltando entre techos para comprobar que su pluma seguía en el mismo lugar, no solo no habían encontrado su escondite si no que este era el gesto que tanto esperaba su entrada a los ruiseñores.

Byron " La risa" DrakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora