Te extrañe...

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JUST FOR YOU, BABE.
MONSE BRAMBILA.

-¿Qué? No, claro que no. -contestó rápidamente.

Lo miré dudosa, no podía confiar en el. Me recosté de nuevo y el hizo lo mismo.

¿En coma? ¿podré estar en coma y que en realidad este sea un sueño? ¿toda mi vida ha sido una mentira?

-¿Estás bien? -sentí su mirada en el costado de mi rostro.
-No creo que te interese. -lo miré, sus pálidas pupilas volvieron a ser esos oscuros ojos mieles de aquella vez en la fiesta. Furiosos.

Se levantó de golpe y de una sola patada su cama se juntó con la mía formando ahora una cama grande. Se dirigió a mi con rapidez y tomó mis labios en un brusco beso. A diferencia de aquella vez, lo empujé lejos de mi y mi palma se estampó contra su mejilla.

Su mano instaneamente se colocó sobre su rostro y me miró. Sus ojos ya no eran más cafesosos, esta vez eran negros.

Mentiría si dijera que no estaba meandome en los pantalones del miedo.
-¿Qué acabas de hacer? -habló calmado aún con esa mirada aterradora.
-Lo merecías. ¿Quién te crees que er...

Tomó mi barbilla y me empujó hacia la pared. Jadeé al sentir el dolor recorrer mi cabeza y espalda.

-Yo sólo vengo a ayudar y tú, mal agradecida... -susurró tenebrosamente cerca de mi oído- ¿así es como me pagas?

Intenté golpearlo pero una fuerza hizo que mis brazos subieran a los costados de mi cabeza impidiéndome moverlos.

-¿Q-qué mierda me estás diciendo? -hablé entre dientes, mierda, los brazos comenzaban a doler.

Su agarre en mi mandíbula se apretó al igual que la mierda que mantenía mis brazos inmóviles. Gemí de dolor, mis ojos ardían, las lágrimas se acumulaban y yo estaba indefensa frente este demonio que tengo en frente.
-Mierda, duele. -una lágrima cayó de mis ojos mojándo su mano.

Su agarre se deshizo al instante, su mirada y rostro cambiaron. Su aspecto de Justin había vuelto. Sus ojos mieles se encontraban rojos y me miraban con dolor en ellos. Mis brazos y mandíbula ardían como un demonio, miré mis muñecas rojas.

-Yo, Barbie, perd-yo no... -tomó con delicadeza mi rostro, nada comparado a el agarre de hace unos cuantos segundos- lo siento.

El ardor fue disminuyendo, como si no hubiese pasado nada. Mi vista volvió a dirigirse a mis muñecas y cualquier rastro de enrojecimiento había desaparecido.

-¿Qué... qué mierda? -susurré.

Me miro desanimado y sus labios volvieron a tocar los míos. Esta vez fue delicado, el tacto de nuestros labios era tan suave, tan frágil. Lentamente fue moviendo su boca encima de la mía pidiéndo permiso para entrar.

Abrí mis ojos y miré sus ojos que se abrieron rápidamente. Me miró con suplica y acepté entreabriendo un poco mis labios dándole paso.

Sus ojos volvieron a cerrarse, los míos se cerraron inconcientemente.

Me recostó suavemente en el colchón y el se colocó encima mío sin despegar sus labios de los míos. Mis brazos se dirigieron a sus hombros y acaricié su cabello el cual era muy suave.

Su mano derecha se dirigió a mi cintura y la otra la mantuvo en mi nuca, empujándome hacia el.

Se despegó de mi y sentí la falta de ellos. ¿Qué mierda me pasa? Pensé extrañada.

Se recostó a mi lado y me giró hacia el abrazándome por la cintura. Sus profundos ojos mieles me miraron y sonrió.

-Te extrañé...

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