Capítulo 3: Espejo

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Kimberly

Era lunes, y, como si no hubieran bastantes razones para odiarlo —básicamente solo por existir— también era mi primer día en una escuela pública.

Lo admito, no lo he superado.

Odiaba la idea. Ya estaban circulando chismes en las redes acerca de mí y mi "visita social" al Instituto Styles —sí como el de las Bratz—, pero no era nada agradable que toda al alta sociedad adolescente se burlara de mí, menos por algo tan banal y superficial como el colegio en el que iba a estudiar de ahora en más. Eso me daba mucho en qué pensar, porque me parecía bastante ridículo e hipócrita que pasara de ser alguien popular y un referente social a una marginada por el mero hecho de asistir a un colegio...diferente. Estaba tratando de asimilarlo, lo intenté durante la semana que les llevó a mis padres y a las instituciones llevar a cabo mi traslado, pero se me comenzaba a dificultar. Ya tenía suficiente con el cambio de instituto y ambiente para que encima se burlaran de mí por ello.

Tranquila, Kim. Tienes que ser fuerte. ¿Qué diría Elle de Legalmente rubia si te viera rendirte sin intentarlo antes?

¡Pensamientos negativos fuera!

Di por olvidadas las notificaciones de mi celular acerca del post que hizo sobre mí el Royal Blog (algo así como la versión de Gossip Girl de mi antigua escuela) y me dispuse a terminar de alistar mi cabello para ir a clases. Sí, iba a un colegio público, pero jamás me verían con el cabello desarreglado. Vestía como de costumbre: una blusa de tirantes color rosa pálido, una falda corta de cuadros a juego —muy a lo Clueless— y unas botas altas negras. En resumen, muy yo.

Me perfumé, tomé mi mochila de cuero dorada y me encaminé al encuentro de ese par de seres desnaturalizados que se hacen llamar mis padres. Ok, quizás estaba exagerando un poco, pero aún me encontraba muy molesta y mi teléfono, la única de todas las pertenencias de las que me confiscaron que se habían dignado a devolverme, no hacía más que despedir comentarios crueles y mensajes del contestador de voz del móvil de mi novio cada vez que lo llamaba, así que, aunque los amaba con toda mi alma, no eran mis personas favoritas esa mañana.

Ingresé al comedor con paso firme y el seño tan fruncido que fácilmente podría simular algún tipo de parálisis facial. Mis progenitores me lanzaron una mirada fugaz antes de continuar metidos en sus asuntos: papá leía el periódico y mamá estaba atendiendo una llamada que cortó poco después de que tomase asiento frente a ella.

—Buenos días —mascullé denotando mi completo descontento mañanero, el cual, de hecho, ambos acabaron ignorando.

—Buenos días, princesa. —Mi padre fue el primero en devolverme el saludo antes de preguntar con la más falsa de su repertorio de sonrisas—: ¿Lista para tu primer día de clases en Styles?

Un gimoteo lastimero fue la mejor respuesta que pude ofrecerle.

—Buenos días, Kimy —me sonrió mamá, más empática—. ¿Todo bien, cariño?

—No, ¡todo mal! —mascullé antes de llevar una tostada untada de mermelada de frambuesa hasta las cortesas a mi boca—. Mis amigos no me hablan, mi novio no contesta mis llamadas y mis ex-compañeros de clase se burlan de mí en internet.

—¡Vaya! Esos sí que son problemas y no los que tenemos nosotros en la empresa, Viviana —ironizó papá antes de tomar una servilleta para limpiar la comisura de mi labio manchada de mermelada—. Cariño, si tus amigos no te hablan y tus compañeros se burlan de ti solo porque ya no vas a Anderson, eso significa que no eran realmente tus amigos ni te apreciaban por lo que eres en lugar de lo que tienes.

—En cuanto a Harold —prosiguió mamá—, recuerda que está de viaje con sus padres en las Maldivas, tal vez se tomaron muy en serio eso de desconectar de todo. Verás que todo seguirá marchando genial cuando regrese.

Gemela Secreta [RESUBIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora