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La universidad de Seúl es conocida por su amplia gama de opciones a la hora de elegir una carrera, con profesores de calidad y alumnos brillantes. Fue bastante reconocida por el hecho de que el campeón de tenis de los juegos olímpicos del 2013 era coreano, y más específicamente, fue alumno de ésta universidad. El chico fue tan célebre en el país que los ciudadanos coreanos le dieron una alta reputación a la facultad de deportes.

Soyeon asistía a ésta universidad. Había elegido la carrera de nutriología, pero a su vez pertenecía al equipo del club de baloncesto. Si bien no podía competir en algo tan grande como las olimpiadas, podía competir junto a sus compañeras de equipo en juegos y competencias pequeñas que organizaba la misma universidad.

Jungkook también era alumno de la facultad deportiva. Él quería ser nadador profesional. Poder ser admitido en las olimpiadas, ganar y ser el segundo alumno de ésta universidad en llegar tan lejos, traerle fama y ser el orgullo de sus padres. Nadaba desde pequeño y tenía una destreza física impresionante pero él seguía esforzándose.

Soyeon y Jungkook se llevaban mal, nada personal, el problema lo tenían ambos clubes: el de natación y el de baloncesto. Resulta que dentro de una semana era la competencia anual de deportes de la universidad, en donde todos los clubes competían con clubes de otras universidades. Pero desde hace unos dos años, la competencia dejó de ser entre clubes de un mismo deporte y comenzó a ser una especie de competencia entre clubes de la misma universidad. Básicamente, tanto el club de baloncesto, como el de natación, el de tenis o el de fútbol de la universidad de Seúl competían para ver cual sería el club que ganara la copa y llevara la victoria a su universidad. Porque nada era más gratificante que ver la foto de su equipo colgada en el centro del edificio con un cartel felicitándolos.

Esa mañana había sido caótica para Soyeon, pues había tenido examen y recién terminaba de salir de un duro entrenamiento de baloncesto. No podían permitir perder otra vez contra el equipo de natación y ver sus caras de burlas mientras les refregaban el trofeo en las caras. La competencia contra la universidad vecina era en dos días y estos días aprovechaban para practicar al máximo.

—Adelántense chicas, luego las alcanzo —Soyeon hizo una seña con sus manos y sus compañeras de equipo se fueron de los cambiadores, dejándola en completa soledad.

Prosiguió a sentarse en el banquillo para ponerse las zapatillas, ya se había duchado y ahora sólo le faltaba tomar sus cosas e irse. Una vez que terminó de atarse los cordones se levantó y se dirigió a su casillero, estaba ingresando la clave cuando sintió unos pasos cerca. Rodó los ojos al ver que se trataba de Jeon Jungkook, el que estaba en el equipo de natación.

—¿Sigues aquí? ¿No ves que es nuestro turno de practicar? —espetó él con desprecio.

—Estoy buscando mi mochila para irme, idiota —Soyeon contestó de la misma manera. Abrió el casillero encontrándose con su mochila negra, su chaqueta y un par de cosas más las cuales metió en ésta.

Soyeon no lo negaba, Jungkook le resultaba atractivo, tenía el cabello algo largo y los ojos grandes, además tenía un cuerpo tonificado ya que se la pasaba entrenando. Ella ya había notado como los muslos se le marcaban tanto cuando usaba jeans ajustados que creía que se le iban a rajar en cualquier momento. Pero el problema es que Jungkook era tan molesto que eso lo convertía en feo para la chica. Gracias a la competencia que se había desarrollado en los distintos equipos de la universidad el chico había demostrado ser arrogante, burlón y sarcástico, entre otros.

Pero el chico tenía una razón para ser así y era que Soyeon le gustaba. Molestarla hacía que ella le prestara atención y eso era lo que Jungkook quería, que lo notara. Si bien sus equipos competían y no se llevaban bien, él simulaba no soportarla aunque en realidad era todo lo contrario.

—Sabes que este año vamos a volver a traernos el trofeo ¿verdad? —contestó él apoyando su hombro en un casillero a unos metros de la chica. —No tiene caso que practiquen tanto —agregó con burla.

Soyeon soltó la mochila y giró su cabeza para mirarlo. —¿Cómo es que estás tan seguro?

—Las he visto entrenar y son terribles.

—Además de tarado, pervertido ¿qué hacías espiándonos?

Jungkook rodó los ojos. —Justo pasaba por aquí y las vi, no estaba espiándolas tonta...

—Como sea, no quiero verte llorar cuando seamos nosotras las que ganemos —Soyeon negó con la cabeza.

Jungkook la observó, se veía tan bonita con su cabello húmedo y su chaqueta oversized. Emanaba olor a champú de coco y ese era el aroma favorito del chico. Rió despacio al percatarse de que la chica se había puesto nerviosa con su mirada.

—Estoy seguro de que será al revés. —aseguró él.

—Tú siempre tan seguro de todo... —la chica rió con sorna. —Algún día la confianza va a jugarte en contra.

Jungkook simuló pensar en algo y unos segundos después miró a Soyeon con una sonrisa altanera. —Ya sé, hagamos un trato.

—¿Cuál?

—Si ustedes traen la copa, cosa que veo medio imposible, aceptaré públicamente que son buenas jugadoras y admitiré nuestra derrota —se acercó dos pasos a ella. —Si nosotros ganamos... tendrás que salir a una cita conmigo. Haremos lo que yo quiera y no podrás quejarte.

Soyeon lo pensó unos segundos. —Si nosotras ganamos, aceptas que somos buenas, admites tu derrota Y deberás traernos agua y snacks después de cada entrenamiento, sino no hay trato. —se cruzó de brazos.

Jungkook suspiró y soltó una risita a la vez que asentía. —¿Sellamos el trato?

Esta vez ella asintió y estiró su mano, Jungkook la tomó y le dio un apretón, pero antes de que pudieran soltarte tiró de ella atrapando a Soyeon entre sus brazos. Ésta lo miró sorprendida y pudo sentir sus mejillas arder por el poco espacio que compartía su cara con la suya.

El chico negó con la cabeza y chasqueó la lengua. —No, bonita, lo haremos a mi manera.

Acto seguido la empujó con suavidad hacia los casilleros, la espalda de Soyeon golpeó en estos haciendo que retumbara en todo el vestidor, por suerte no se encontraba nadie más que ellos. La chica contuvo el aire, pues Jungkook se encontraba demasiado cerca de ella. Le dio una mirada rápida a todo su rostro, si antes le parecía atractivo, ahora de cerca y en esa situación le parecía atractivo el triple. El chico sólo miraba sus labios y cada vez menos se aguantaba las ganas de besarlos, pero aunque no lo pareciera, estaba nervioso e incluso más que la chica.
Soyeon, cansada de la tensión que se había creado en el ambiente, rompió el poco espacio que había entre ambos rostros y le dio un beso a Jungkook. Beso que él siguió de inmediato.

Era algo que ambos tenían ganas de hacer hace mucho, pero entre tantos sentimientos confusos y el ambiente incómodo lleno de desprecio que se creaba cada vez que los equipos de ambos se encontraban había hecho que confundieran la atracción que sentían hacia el otro con odio y lo taparan con comentarios despectivos y desafiantes todo el tiempo.

Jungkook tomó de la cintura a Soyeon aún sin romper el beso y la levantó unos centímetros en el aire para que ella pudiera rodear la cadera del chico con sus piernas. Pararon para tomar aire y el chico sonrió, haciendo que ella se estremeciera. Volvieron a lo suyo casi de inmediato y cuando finalmente se separaron Soyeon lo miró con una ceja enarcada.

—Creo que me gusta tu manera de sellar tratos, Jeon. —se bajó de el cuerpo del chico. —Aún así, prepárate para perder.

Tomó sus cosas y antes de irse le dio una última mirada al chico de rostro pasmado.

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