HISTORIAS DE FOGATA

LA FERIA. Parte uno: Los espejos.

Junio se acercaba y la emoción de los habitantes del pueblo era grande, porque sabían lo que significaba. La celebración más grande de los alrededores llegaría, la feria del pueblo, con sus coloridas luces neón y la música alegre, los juegos mecánicos y las sorpresas que siempre atraía a la gente.

El verano ya comenzaba y el calor se intensificaba cada vez más, en el día las paletas de hielo eran ideales para soportar el calor pero durante las noches de verano los algodones de azúcar y los esquites eran los preferidos de las personas. La feria se llenaba de familias, jóvenes enamorados y sobre todo adolescentes que al calor del nocturno verano las prendas de ropa eran cada vez más sueltas lo cual era normal en esas fechas. Para Astrid ir con sus amigas era su ideal, su hermana mayor María también iría y según ella se encontraría con lo que María describió como el hombre perfecto, sin embargo debería ir con su hermana menor porque su madre no sabían nada acerca de eso y no debían enterarse, era el primer gran amor de su hermana y ella estaba muy contenta.

Al caer la tarde Astrid estaba demasiado emocionada, siempre le había encantado ir a la feria pero esta vez estaba aún más porque iba sola con sus amigas, la primera vez que su madre creían que era lo suficiente mayor como para pasar la tarde y parte de la noche fuera de casa, claro siempre acompañada de María.

Frente al espejo Astrid se terminaba de acomodar el cabello y de darse los últimos toques de maquillaje, esos labios carnosos y con un leve toque de carmín sobre ellos así como un toque de rubor sobre sus ya rosadas mejillas y nariz que hacían parecer que siempre estuviera sonrojada. Astrid admiraba su ropa la cual terminaba de acomodar y cambiar de vez en cuando hasta encontrar el uso correcto de sus prendas. Vestía una blusa de tirantes negra de satín con un par de shorts cortos y rotos, en la cintura llevaba amarrado una camisa de cuadros roja y sus botas que llegaban por arriba de sus tobillos. Estaba probando estilos de vestir pero fue el que más le gusto, se amarro en un moño alto el cabello cuando el timbre de la puerta sonó, dio un tirón de su bolsa y se asomó por la ventana para ver si eran sus amigas, apunto de salir de la habitación María apareció frete a ella, su hermana era más alta que ella y siempre resaltaba su espesa melena roja entre la gente a comparación de Astrid, María llevaba un chaleco de mezclilla con una blusa debajo y unos jeans rotos que llegaban hasta los convers desgastados que usaba siempre. Al verla parada ahí en la penumbra del pasillo del piso de arriba, Astrid se sobresaltó, dio un pequeño grito y cerró los ojos por medio segundo hasta que su visión fuera completamente clara y reconociera la melena de su hermana.

María esbozo una gran sonrisa y tomo de la mano a su hermana menor.

- ¿Te asuste titi? – Titi era el sobre nombre que acostumbraban a llamar a Astrid ya que ella cuando era pequeña y no podía pronunciar su nombre con claridad se decía titi así misma.

- Por supuesto que no tonta, fue la impresión solamente, vámonos. – jalo a su hermana por la mano que la sostenía y bajaron las escaleras que estaban al final del pasillo.

Al bajar tres chicas estaban de pie en la entrada, las tres mantenían una alegre platica con la madre de las hermanas. Cuando estas asomaron por la puerta todas las mujeres voltearon y enmudecieron las risas, su madre se despidió de las chicas y abrazo fuertemente a sus hijas. En ese abrazo iba todo lo que no les dijo; un cuídense y regrésense pronto.

Tras cerrarse la puerta las amigas montaron sus bicicletas y se dirigieron al lado derecho de la calle ya que la feria estaba poco más de dos kilómetros de la casa de Astrid y María, entre risas y conversaciones de chicos las cinco chicas vieron el destello de las luces multicolor de la feria, sus ojos se iluminaron tal cual se iluminaba el lago al otro lado de la feria.

- ¡La última en llegar invita los hot dogs! – grito Melanie, la imponente morena de uno ochenta de altura con rizos sueltos, sus piernas largas y brazos fuertes pedalearon más fuerte en cuanto termino la frase.