Eterno Verano

Día 28

Si alguna vez alguien me pregunta cómo fue mi primer amor, le diré que fue tan intenso, ardiente y duradero como el verano en mi Quisqueya.

Les contaré cómo siguió el orden cambiante de la luna, cómo me hizo sentir llena y brillante por un buen tiempo. Les diré también las veces que con una profundidad e inocencia inexplicables me causó delirios y sueños.

Les contaré cómo al principio se veía inacabable e inalcanzable. Cada momento en que amé con toda mi alma y como no me cansaba de decirlo, gritarlo y escribirlo.

Les contaré que fue un amor que pronto se llevó muchas de mis primeras veces, que permanecerá en mi corazón hasta que la muerte separe esos recuerdos de mi memoria. Diré cómo cada abrazo, caricia, agarre de manos y palabras bonitas me hizo sentir.

Les contaré sin preámbulos cada vez que lloré a causa de nuestras peleas, diferencias y pequeños problemas. Cada vez que por estupideces le cuestioné, metí la pata o todo el cuerpo.

Les contaré cómo entregué mi alma a cada paso que dábamos juntos. Mencionaré cada sonrisa, cada lágrima, cada estado mental que experimentamos juntos.

Les contaré cómo bajamos de las nubes en picada. Cómo me abandonó su cariño en poco tiempo y me llenó de confusión y dolor. Les dejaré saber lo mucho que se prolongó lo que sentíamos por el otro pero, que luego ya no se podía volver al inicio.

Les contaré cómo nos convertimos en pequeños pedazos rotos que ya no podían volver a unirse. Les diré que lo intentamos varias veces, pero éramos ya irreparables. Estábamos condicionados y mis despedazados.

Al final del cuento, les contaré que a pesar de haber sido tan intenso y prolongarse más de lo debido, yo no diría que fue el amor de mi vida, porque sé que merezco ser amada mejor que eso.