Introducción: Vuelve

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Y te ví, todas aquellas facetas que ví de ti en 3 años las rememore en un instante, note que ya no tenía a mi mejor amigo, ni a mí hermano, ya no estabas, creí que todo había acabado, y que el único ser que estaba ahí era un hombre, un hombre y ya. No había nadie más que ese hombre que debía ser mío y yo lo quería, lo anhelaba... Lo hice, conseguí tener a ese hombre... Lo hicimos, tuvimos sexo estando un poco pasados de copas, me trataste mejor en aquella cama que en cualquier lugar imaginable sobre la faz de la tierra, porque sentí mi cuerpo erizarse al tacto de tus grandes manos que pasaban tranquilamente sobre mi espalda desnuda, te prometo que aquella noche ví a la luna brillar como nunca antes lo había hecho y sentí una vibración en mi pecho cuando con esa firme voz dijiste mi nombre pidiendo que te mirará para confirmarte si debíamos seguir, ¿en qué nos convertimos entonces? Somos amantes o simples desconocidos ebrios que querían sexo?... Eso ya no importa, cierto?
Creo que te perdí, jamás note que es lo que hacía falta en tu vida y ni note que te quería del mismo modo, fallé como persona, le falle al único que se preocupo por mí y lo lamento puesto que tu fuiste con quién cree mi pequeño universo que se formó por 2 galaxias... tu mente y la mía conectadas como venas al corazón que eran nuestras manos al caminar por el parque para no perdernos el uno al otro, al final el corazón perdió contacto con las venas y murió. Perdí? Oye... Perdí?
Claro que sí, te perdí Eren... yo te perdí. No tú, yo, lo hice yo, al final el error fue mío por soltar tu mano en el parque de la vida cuando lo único que querías era que yo caminara a tu lado, no te culpo, eso jamás lo haré, porque rebobino el tiempo mil veces hasta aquel encuentro en mi casa. Ver tus pupilas extendidas por casi todo el iris mientras me mirabas a los ojos antes de volver a besarme, la piel de tu pecho era muy suave y a su vez era áspera, tu bien marcado abdomen subiendo y bajando mientras tratabas de no jadear cansado, transpirabas en una noche fría recostado a mi lado y yo aferrada a ti sin decirte que no quería que te fueras o que todo quedará en el olvido, quería volver a sentir tus labios secos sobre mis labios húmedos y saber que serias solo para mí otra vez, sin embargo te marchaste y no sé a donde exactamente.
Siempre tuviste la delicadeza de enseñarme cosas que yo no conocía, aquella noche con esa misma delicadeza me quitaste la ropa y entraste en mi cuerpo, yo exaltada te pedía que no pararas, no lo hiciste hasta que nos cansamos, me miraste y te miré, me sonreiste y te la devolví, sentí entonces tu pierna sobre mi fémur y tu mano en mi cintura queriendo que entendiera que no estabas ebrio y que eras plenamente consciente de lo que acababa de pasar, entonces me exalte y cubrí mi rostro con ambas manos solo para que rieras y pegaras mi cabeza a tu pecho para escuchar tus latidos que me decían que me querías solo a mi.
No logro comprender la causa de tu partida más haya de la estúpida excusa de los estudios, quien se va así sin decirle nada a la persona que le dio lo poco que podía darle además de una indescriptible sensación de malestar en el pecho que ni con cirugía se quita.
Sé ahora que es difícil guardar un sentimiento porque aunque yo creía querer a Jean, realmente al único hombre que podía ver frente a mi dándole cara a mis enemigos eras tú, Jean jamás me cubrió detrás de él para dar la cara a quienes me herían, quise creer que me quería pero veo con tristeza que me equivoqué, no fuiste siempre mi protector pues había días en que tomabas mi muñeca y me ponías frenta al problema pidiéndome que lo enfrentará, sin embargo el problema nació en mi, y trataste por tres años de contrarrestar el virus que yacía en mi mente y que cada vez se hacía más y más grande. Te mire desconcertada aquel primer día cuando me hablaste después de 6 meses de estar en la misma clase, por qué? Es fácil, no crei que alguien fuese a notarme, sin embargo tú mi caballero obscuro me mostraste nobleza y sensatez en momentos difíciles, algo muy raro para todos pues eras caracterizado como impulsivo y agresivo, te catalogue como el gorila, pero cambio mi etiqueta en ti cuando creaste aquel dibujo hermoso para mí en el que me representaste como una gran guerrera que valía lo mismo que cien juntos, me sentí muy feliz.
Pese a todo lo que te miraba jamás note que tú también lo hacias. Antes de marcharte aquella noche abrazada de pasión indecorosa, me nombraste una vez más solo para decirme que te encantaba mi manera de vestir, que aquella chica gótica con coletas era hermosa y en las noches dormías con su sonrisa en tu mente, mi corazón parecía querer huir lejos, salir de mi pecho, y solo porque me miraste a los ojos con tranquilidad para recitar aquel dulce poema que no tenía rimas, no había ni una sola rima en ninguno de tus versos pero las hubo en tus besos y en tus manos que se querían quedar sobre mi espalda cada vez que la recorrían de arriba a abajo y viceversa, esas manos que pasaban sobre mis muslos al besarme con un pudor casi invisible pero estaba ahí, trataste mi abdomen como a una pequeña y delicada rosa pasando tus dedos sobre el y por un costado, como si tratase de una obra del barroco. Besaste mi pecho con condescendencia mientras yo salvajemente apretaba tus manos casi atravesandolas con las uñas.
Ahora comprendiendo tu comportamiento, sé que Te amo.
Al final la única que se equivocó fui yo, porque no supe escuchar tus latidos cuando ponía mi cabeza sobre tu pecho, no supe ver tu rostro cuando tomaba tu mano para no perderte, no supe ver qué a final de cuentas quien corría a ti era yo, la única que buscaba en diferentes lugares pese a saber a dónde ir era yo.
Lloré como no te imaginas aquel en que empezaste a hacer falta en mi día a día, comenzaba a deprimirme porque por culpa tuya conocí el calor de un hogar, el de una amistad y el de un amor real, ahora conozco el dolor que dejan los 3 al desaparecer. Lo dulce se hizo amargo y lo salado dejo de tener sabor, la comida comenzó a perder el sabor rico de siempre con tu repentina partida y optó por un sabor que aunque no existe a nadie le gusta y por ello dejan la comida a un lado. Abandoné en la mesa de la cocina mi libreta de poemas, pues ya ni eso tenía coherencia, mi teléfono termino debajo de mi cama cuando intentaba llamarte y pedirte lo siento, evidentemente no pude. No me he levantado de la cama en días ni para ir al baño no tengo ganas de ninguna necesidad fisiológica, no hay nada en mi estómago, ni en mi organismo, solo aire, aire que por si fuera poco siento que me hace falta desde que no estás, no hay luz en mi habitación tampoco, no hay padres preocupados, ni amigos llamándome, no estás al lado mío abrazándome diciendo con voz quebrada que todo saldrá bien. No estás aquí y no me llamas. Quizá fue un error contestar tu pregunta y decir que eras mi mejor amigo casi mi hermano, porque reflexionando me di cuenta que no... No eres mi hermano, eres la persona con la que quiero estar, te quiero, perdóname por no entender el amor entonces, pero entiendes cuando has perdido y desgraciadamente ya sucedió. Lo único que me conforta ahora es recordar tu hiperactiva sonrisa que a su vez era válida y gentil, más también me daña pensar en ella, porque la perdí. He perdido lo que gracias a ti gané, te perdí y no creo poder encontrarte de nuevo. Eren... si muriera a causa de tu ausencia, volverías?...
Que idiota, claro que no, te fuiste por mi culpa y no volverás por mi causa, siempre fuiste independiente y capaz de tomar tus desiciones a cuenta propia, así que no lo harás porque no hay nada que te haga cambiar de opinión.
Hoy lo único que me da cobijo son las sábanas de la cama que no he abandonado en mucho tiempo... Cada que cierro los ojos espero abrirlos y ver todo ha sido un susto, ver que estás aquí mirándome con esas bellas esmeraldas que aparte de mi; cada que anochece miro los árboles recordando tu tierna mirada cuando nos recostabamos en el pasto sin pronunciar ninguna palabra porque nada había que discutir.

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Esta parte aplica también a mitad de la historia :v

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