No había pensado en lo solo que podía llegar a sentirse uno nunca como cualquier persona ajena a todo deje pasar todo pensando siempre que todo era culpa mía y llegaría alguien más, más esta vida es efímera y codiciosa que no puedes escapar en realidad de lo que pueda pasar.
—Mikasa Ackerman.
Aparecía y desaparecía como la luna en tiempos in-acostumbrados de ocio. La magnificencia de los versos descritos por la dulce dama que a diario se sentaba detrás de mi era mas que solo asombrarse por la maravillosa manera de narrar que tenía, las mil palabras que utilizaba con poca frecuencia que no se repetían en un solo párrafo; me atrapo de inmediato. Y no solo eso, sino que su apariencia genuina y asombrosa casi sacada de un leyenda urbana oriental le hacía aún mas hipnotizante.
—Eres la que mas habilidades posee en escritura, así que siento ponerte en esta situación, pero harás el discurso de la generación? —la mire a ella sin voltear en realidad, solo admirando como espectador desde el rabillo del ojo.
Aunque la gallarda y espeluznante apariencia de nuestro profesor contrastaba con la belleza de sus palabras al momento de dar un discurso, él nos quería tanto como a sus hijos, desde el primer año. Aun pese a todo podría decirse que nuestro maestro de filosofía era mejor padre que otros, su nombre es Levi Ackerman, un ejemplo para todos.
—Sí... —agito el cabello de la receptora y me miro de una manera algo intimidante.
—Eren, tu tienes que hacer el logo de grado, y aun no lo haces, tienes una semana para entregárselo a Moblit. —me hizo lo mismo que a ella y se marcho a el lugar que acostumbraba usar cada que entraba al aula.
Intente comprender por qué pesé a que siempre estaba sentada detrás de mi al lado de las ventanas, jamás la vi; jamás la veo llegar o salir, ella es tan impredecible a mis ojos que no puedo ni notar que siente. La empecé a llamar Luna, pues su nombre siempre me fue algo difícil de recordar, además ya lo dije, aparece y desaparece en el ocio del tiempo, todos la ven cada que se le menciona y después olvidan su presencia luego de los cinco segundos de silencio.
Olvide el bullicio fuera y dentro de mi mente para centrarme en mis asuntos, o en lo que me habían encargado hacer. Sino fuera por la voz estropicia de Armin me habría quedado ahí horas.
—Oye Eren, no crees que deberíamos hacer algo? — no me tome molestia en mirarlo o siquiera tratar de descubrir por qué sonó preocupado.
—De qué? — él me tomo del hombro y me hizo levantar la vista de mi libreta. Señalando a la chica ausente detrás de mi.
De cierto modo entendía la razón de querer estar sola, la mayor parte del tiempo leía, para después cerrar de golpe el libro y asustarme un poco, luego de eso tomaba su cuaderno y empezaba a escribir, hojas y hojas de cosas que quizá no entendería en un primer vistazo.
—Armin, no deberías apuntar... —su mirada preocupada que me culpaba de idiota me hizo pensar que tendría que actuar.
—Sabes que siempre esta sola, eso... no debería pasarle a nadie, ni a un dibujante como tu, a alguien que toca la guitarra como Annie, a mi que me gusta resolver problemas matemáticos y acertijos, o a ella que escribe. —cada palabra entristecida marcaba más el peso de la oración.
—Sí pero que debería hacer yo? Entiendo que no te gusta ver sola a una persona, pero no todos quieren compañía. —la mire un instante por el rabillo del ojo nuevamente, miraba el ocaso que casi marcaba el termino de las clases.
Recargaba el peso de su cabeza sobre la mano izquierda admirando el paraje que, por mero instinto voltee a ver, me era bastante creativo e iluminador al momento de tener que dibujar, así que lo hice el motivo de mi creatividad, pero ¿por qué lo mirará ella?

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Gaia
Fiksi PenggemarJamás fui capaz de revelar nada de mi a nadie, trataba de guardarlo para mi mismo y huía de quienes trataban de ayudarme. Huí de mi, me resguarde en lo más profundo de mis pensamientos y no salí de ahi jamás. Sólo tenía un amigo, amigo al cual prot...