DUERME.

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-No duermas, suplicante me decía,

escuchame..., despierta-.

Cuando haciendo cojín de su regazo,

soñandome besarla, me dormía.

Más tarde, ¡horror! en convulsivo abrazo

la oprimi al corazón... rígida y yerta!

En vano la besé- no sonreía; 

en vano la llamaba - no me oía ;

la llamó en su sepulcro y no despierta!

Jorge Isaacs

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