MADRIGAL DE LA MUERTE.

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Tú no fuiste una flor, porque tu cuerpo era
todas las flores juntas en una primavera.

¡Rojo y fresco clavel fueron tus labios rojos,
azules nomeolvides aquellos claros ojos,
y con venas y tez del lirio y de azucena
aquella frente pura, aquella frente buena
y como respondía a todo ruborosa,
tomaron sus mejillas el color de rosa.

Hoy, que bajó el ciprés cercado de laureles
rosas y nomeolvides, y lirios y claveles
brotando de la tierra confunden tus colores,
parece que tu cuerpo nos lo devuelve en flores.

FRANCISCO A. DE ICAZA.

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