LLORAR

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¡Llorar!, siempre llorar, lenta agonía

de la vida en el mar, mar proceloso

donde apenas cintila temeroso

rayo de la luz en la tiniebla fría.

Siempre llora, desde que nace el día,

sin paz, sin sueño y sin hallar reposo;

mas todo lo que lloras es muy hermoso;

porque al amar es llorar, ¡oh, vida mía!

Tú amas, ¿no es verdad?, por eso lloras;

porque al amar, llorar es un consuelo,

de su martirio en las eternas horas.

Ven, la vida es muy triste en este suelo;

mas la dicha vendrá, porque no ignoras

que el dolor y el amor tienen su cielo.

Luis G. Ortiz.

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