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Seul Railway Station, 10th November, 19:00 KST.
SeokJin.

Eran, con exactitud, veinte minutos para las siete y NamJoon, sentado con inquietud en el sofá del apartamento, miró nuevamente la fecha que este marcaba: 10 de noviembre. Entonces suspiró pesadamente echando la nuca sobre el respaldo del sofá y cerró los ojos con fuerza como intentando espabilar lo que fuera que ocupaba su cabeza en ese instante.

"Espero que por un día en tu vida dejes de ser tan necio e imbécil, NamJoon."

Chasqueó la lengua por sobre el silencio del lugar, recordando a HoSeok pronunciar aquellas palabras antes de tomar su chaqueta y salir del apartamento. Aquello no provocó más que otro profundo suspiro exasperado, buscando ahora en su bolsillo una nota que desdobló para estirar los brazos hasta donde pudiera verle y sonrió, porque era una nota concisa de letras delicadas, especialmente ese "SeokJin" que solo de leerlo le hacía hervir la sangre. Fue entonces cuando se animó a revisar que su reloj de muñeca marcaba las siete en punto y, como empujado por una fuerza sobrenatural, se levantó del sofá.

El viento se sentía helado contra sus mejillas, por lo que bajó el gorro que usaba lo más que pudo para cubrir sus oídos mientras daba largas zancadas por las calles de Seúl, expulsando espesas bocanadas de nerviosismo y presionándose por los veinte minutos que ya lleva de retraso — por necio e imbécil, como bien le calificaba HoSeok —, deseando con todo su ser que la persona que tanto esperaba ver le tuviera la paciencia suficiente como para esperar. Así fue como subió escalones, pasando torpemente los torniquetes hasta correr por el largo andén de trenes a doble vía y solo aquel que dejaba la estación le golpeó el cuerpo con intensas ráfagas de viento. Buscó recobrar la respiración mientras miraba la amplia soledad del andén, revisando otra vez la hora, pero parecía ya ser demasiado tarde, para lo que fuera, era jodidamente tarde.

Dejó caer su cuerpo con desgana sobre la banca de espera, decepcionado, ¿o tal vez molesto? Molesto de ser tan imbécil, incluso lo suficiente como para no escuchar a su mejor amigo advertirle y fue por eso, por las ganas también de flagelarse, que permaneció sentado allí hasta que sus manos se sentían como una ajena extensión de hielo adheridas a sus brazos y la noche caía sobre el cielo con ese elegante manto estrellado. Mirando la noche con lejanía, escuchando los trenes llegar cada lapso de tiempo, acompañado también de los pasos o las voces de otras personas arribar hasta que entre tantas de esas, sintió a alguien tomar asiento junto de él, pero no se tomó la molestia de mirar a un costado.

—Pensé que no te encontraría aquí.

Sus ojos se abrieron tanto como pudieron; reconocería esa voz después de mil años, aunque sonara ligeramente más grave y esperando no alucinar, echó un vistazo para encontrar al chico de negros cabellos que le sonreía con timidez.

—Perdón, NamJoon —rió expulsando humo blanco entre sus palabras—, el tren se retrasó.

El otro no pudo detener el par de hoyuelos que se apretaron a sus mejillas, mirando primero el tierno rosado de sus pómulos antes de estirarse para compartir el tibio calor en los labios de SeokJin.





Parte escrita por LoeByul

편지 (pyeonji) :namjin:Donde viven las historias. Descúbrelo ahora