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 ¿Ya había mencionado que el camino a la tienda de conveniencia más cercana es de un recorrido de apenas 10 minutos? Bueno, me dio el tiempo suficiente para pensar un poco.



Hace meses que me había resignado a no recibir respuesta de NamJoon, tal vez lo había cortado por lo sano o el correo es muy poco eficiente.
Los meses en esta zona rural es un poco aburrida, pero al parecer va conmigo, pues encuentro la paz y un poco de serenidad que en la ajetreada ciudad no.
Solo no sé cuanto tiempo voy a quedarme, así que solo me encargaré de ser buena compañía para el abuelo.



Las pequeñas piedras debajo de mis zapatos era el ruido que llegaba a mis oídos, el sol estaba arriba resplandeciente y al parecer esas eran unas cuantas nubes de lluvia, tapaban de vez en cuando al sol haciendo llevadero mi camino hasta casa; levanté mi mirada, dentro del buzón estaban algunas cartas, ya no me 'entusiasmaba' de que posiblemente había una dirigida para mí.


Las tomé con desgana y entre a casa.



—Abuelo, las naranjas han subido de precio, así que solo traje unas cuantas.
—¿Mandarinas? Es temporada de mandarinas, podríamos optar por esas y podríamos disfrutarlas un poco más en una rica agua.
—¿Agua de mandarina? —dejé las bolsas de la compra en la mesa y los sobres a un lado.— Eso es nuevo. —comencé a hurgar dentro de las bolsas y sacar las frutas y los comestibles.— Bueno, la próxima vez serán mandarinas y no unas pocas naranjas.— él se estiró todo lo que pudo para alcanzar los sobres, me agradaba que su estado de salud estuviera mejor.



Una tenue sonrisa se pintó en mis labios. Se sintió tan extraño. ¿Desde cuándo no sonreía por algo tan simple? Ignoré mi estúpida pregunta dentro de mi cabeza y llevé todo al fregadero, necesitaba limpiar las frutas antes de ponerlas en su lugar.


—Jinnie... —le escuché decir y volteé apenas por sobre mi hombro.— ¿Quién es NamJoon? —dejé lo que hacía y fui hasta él, estaba seguro de que mis ojos estaban bien abiertos, esa era su carta y su caligrafía.
—Es... era un compañero en la escuela. —vi la carta en su mano y la tomé, pero él la retuvo.
—¿Estás seguro? —hale un poco el papel y él por fin la dejo ir.
—¿Qué? Sí, claro que sí.
—¿Quién en estos tiempos se envía cartas cuando la tecnología es más y más moderna cada día?
—Al parecer él. —doble la carta y la metí en el bolsillo de mi pantalón.
—Y tú. SeokJin... —y ahí estaba ese tono en su voz diciendo mi nombre.— ¿Acaso NamJoon no es el chico que tus padres...?
—Abuelo, no, no, él no es... no fue nadie. No paso nada. —caminé al fregadero de nuevo.


Se prolongó el silencio, apenas unos segundos, parecía que estaba planeando sus preguntas; le escuché remover entre las bolsas y después soltar una risa nasal. Dio dos golpes en mi hombro y salió de la cocina.


Por supuesto que deje de hacer lo que estaba haciendo, tenía la carta de NamJoon en el bolsillo, carta que había esperado desde hace meses.


"He cometido muchos errores pero el peor de ellos fue jamás admitir que te quería."


Una sensación de alivio se alojo en mi pecho, doblé la carta y la volví a meter en mi bolsillo.


—Sigues siendo un tonto Kim NamJoon. —terminé de lavar las frutas y después tendría una larga charla con el abuelo y un corto viaje.

편지 (pyeonji) :namjin:Donde viven las historias. Descúbrelo ahora