Forastera

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El auto de Adriel olía exactamente como él; a dulce y algo amaderado. Estaba muy ordenado y limpio, muy clásico de él.
Aún no me recuperaba del shock que implicaba tener a mi mejor amigo de hace muchos años sentado junto a mí, con esos ojos profundos y esa altura inesperada. Debo admitírmelo a mi misma para estar tranquila después de darle vueltas todo el día; mi corazón está latiendo como loco desde que topamos miradas.
Apenas echó a andar el motor, activó la calefacción y me pegó una mirada furtiva.
-Ya te acostumbrarás a este clima, tardé un tiempo en lograrlo -confesó mientras atravesábamos el enrejado del instituto- Pero hay días de sol, lo juro.
-¿Cómo lo lograste?
-Por amor a mi madre y abuela- hace un pausa para evaluar mi expresión-Mamá decidió que usaría la herencia de papá para darnos una vida tranquila y apartada, y bueno, resultó que terminamos en este rincón del país donde el frío es desolador pero se vive muy a gusto cuando te acostumbras al asunto, por lo que, a sabiendas que mamá estaba más tranquila viviendo junto a mi naná, decidí que podía ser fan también de la lluvia y las galletas recién horneadas.
-Sigues siendo tan bueno Adriel...No entiendo como te rodeas de esta gente tan frívola.
-Sí, encontrarás de todo- se encogió de hombros con la vista al frente, noté un ligero cambio de semblante cuando dijo aquello y no pude evitar sentir curiosidad
- ¿Tienes muchos amigos?
- Nah, pero mamá conoce mucha gente influyente gracias a los negocios de mi padre y los suyos propios, así que en algún momento, hicieron la típica cena introductoria de familias de "sociedad, ya sé, casi es una secta satánica- hace una pausa para reírse amargamente, pero sus ojos no están divertidos-Cuando te fuiste, ambos teníamos...¿qué? ¿Once?
- Yo tenía nueve, tú diez...
-Mejor te contaré todo de manera resumida aquí en el auto para que disfrutemos la tarde-noche con otros temas ¿Te parece?
-Solo escucharte ya me hace feliz, así que, prosigue, "prospecto ideal"
Adriel se ríe y continua su narrativa:
- Pasó un año en el que no pude con mi vida, me movía como zombie, no soportaba la idea de que mi papá ya no estuviese, sentí que mamá había perdido el norte. Quise hablarte, incluso el mismo día que me enteré, corrí hasta la casa de Eloán a sabiendas que ya te habías ido y él me ofreció avisarte para que vinieras...Ahí caí en la cuenta de que estaba solo, y no podía arrastrarte a esto conmigo. Me fui, y no supe de ti a pesar de que Eloan iba constantemente a nuestra casa a ver si necesitábamos ayuda, yo me encerraba, y tú... Nunca más volviste a la casa en la playa.
- Lo siento tanto- Alcanzo su mano crispada en el volante mientras esperábamos la luz verde- Hubiese dado mucho por poder...
- Lo sé, lo mismo digo- me dedica una sonrisa aniñada mientras suelta su agarre y enlaza sus dedos con los míos- Sé que no las has tenido fáciles hasta ahora tampoco, calabaza.
Agacho la mirada.
Mamá. Su imagen se me vino a la mente cuando nos acompañaba al parque, nos llevaba a cada uno de la mano cuando teníamos cinco años mientras nos comentaba como debíamos cuidarnos mutuamente. Evidentemente, Adriel y yo hacíamos caso omiso a sus advertencias pues nos empújabamos, jalabamos el cabello y tirabamos tierra. Nunca fui muy delicada para jugar así que cuando él tiraba mis castillos de arena a patadas, yo me encargaba de hacerle comer la arena que fue mi obra de arte. ¿Sabría Adriel sobre mi mamá?
Claro que lo sabía.
- Después de unos años, mamá dijo que mudarnos era la opción para "reiniciar" y perdí toda pista de ti, supongo que a los recién cumplidos diez se era muy pequeño para tener teléfono móvil y pedir tu número, solo tenía el de tu casa de la ciudad y la casa de Eloán, cuando intenté marcar ambos supe que ya no existían y en esta burbuja de desesperación y pena, me sumergí otro año en la soledad pensando "el mundo no quiere que vuelva a verla"- Adriel se largó a reír- Dramas de adolescente, supongo. Llegué a los catorce a este sitio, al parecer, mamá halló terapia en volver a trabajar como una suerte de emprendedora y se cegó en su nuevo empleo que consistía en negocios con accionistas de este lugar. Estaba tan solo, Liss, toda esta gente era tan distinta, pero la Naná estuvo conmigo en cada paso y comencé a conocer gente, chicos de mi edad con los que superviví un año más y a los quince, mamá decidió presentarme en esa cena de sociedad que te contaba...La vida era tan pero tan extraña en este sitio que pensé que me volvería loco y luego, en otra de estas cenas, divisé a Eloan, así supe de ti y...Bueno...¿Estás bien?

 - Lo siento- las lágrimas brotaron sin mi permiso- Me da una rabia enfermiza no haber estado para ti
- Liss, tenerte aquí y ahora, es el mejor regalo que me ha dado la vida, y ahora, jamás, pero de verdad escúchame cuando te digo, jamás volveré a dejarte ir.
Acerca su mano hasta limpiar las lágrimas de mi mejilla y le intento sonreír.
- Así me gusta, más risas menos penas. Volviendo a tu tío, desde entonces hemos estado al habla, me ha dejado usar sus instalaciones para estudiar y decidió que no te contaría de mi presencia porque quería que fuese sorpresa- negó mientras chistaba con la lengua- Supiera que ni siquiera sabías quién era
- Estás muy distinto, no me culpes...
Adriel rió con sorna mientras llegábamos a las instalaciones del...esto no era un pueblo, era ciudad. Las casas no eran pequeñas cabañitas o algo, muy por el contrario eran edificaciones en el estilo antiguo/elegante que ya había notado estaban de moda por aquí. Nada en este lugar era sencillo.
Al bajarnos junto a una plaza llena de árboles naranjas, un hombre saludó al chico de ojos verdes que caminaba altivo a mi lado.
-¡Muchacho!- agachó la cabeza el hombre de cabellos canos
- Buenas tardes Señor Trainor, permítame presentarle a Lisange Feraud.
Asentí débilmente mientras el hombre se ponía de pie desde su cómoda postura enfurruñada en la banca.
- Su tío no exageraba en cuanto a su belleza, mi nombre es Alastair Trainor, para servirle.
- Es un placer- extendí mi mano aún cohibida
- ¿Cuándo irás a casa, muchacho?
- En cuanto me sea posible señor, acabo de iniciar las clases, me pondré al día con los horarios y acudiré a penas sea prudente.
- No te dejes extrañar. Ha sido un real placer señorita Feraud, me alegra que cuente con conocidos tan distinguidos como este caballero- enunció apuntando a Adriel
- Yo también- musité algo desconcertada
Cuando nos alejamos, le lancé una mirada de intensa pregunta a mi amigo
- Amigos de mi madre, es el sujeto más adinerado del pueblo, digamos que es casi de él. Las tiendas, los servicios, todo tiene injerencia monetaria de los Trainor.
- Impresionante gente la que te rodea- me quedé pensando en el hecho de que le invitara a su casa, más no quise entrometerme- realmente no existe gente modesta por aquí.
- Solo tú, aún tienes la cara roja porque te dijo bonita, pensé que estabas acostumbrada a los elogios
- No soy del gusto de muchos hombres, Adriel
- Qué ciega, todos estaban pensando en hablarte y...
- Bueno nadie lo hizo, así que...- interrumpí- Mejor así
- Porque les dije que tenías una de esas cosas para dar la corriente y la habías intentado usar conmigo- acotó
- Podría haberlo hecho - Me encogí de hombros- Sigue esparciendo rumores, así tendré una vida tranquila
- Es broma- se carcajeó
Adriel se acercó a mi y soltó su bufanda de su cuello para rodearme con ella.
- Si no te abrigas la garganta, pronto enfermarás- su prenda olía exquisitamente y sonreí embobada
- Todos me cuidan demasiado- arremetí al salir del estupor
- Todos te queremos mucho- Adriel carraspeó y luego apuntó a un café o algo así- Yo invito
- ¿Planeas engordarme o algo así? ¿O me invitarás otra postre para compensar el que me robaste?
- Las penas se pasan mejor con chocolate.
Tenía razón.
Era un café literario, rodeado de enormes estanterías atiborradas de tomos y tomos de libros disponibles para el consumidor. El ambiente estaba decorado vintage y pequeñas grullas de papel pendían de las hermosas lámparas en cada mesa.
Al sentarnos volví a analizarle mientras leía el menú. Su cabello amielado parecía suave al tacto incluso ahora que la humedad había atacado sin piedad, su tez pálida solo resaltaba la oscuridad de sus pestañas eternas y cuando volví a su boca, él la mordía ligeramente. Repentinamente alzó los ojos y me atrapó mirándole.
Sonrío.
- ¿Que tal si cenamos aquí? Tienen un menú de pizzas muy exótico
Aliviada de que omitiera el asunto de yo, mirándole con descaro, me dispuse a leer las opciones disponibles y me maravillé al encontrar variedad de pastas y preparaciones italianas.
Sentí la energía que emanaba su cuerpo y la suave vibración que emitía su mano tan cercana a la mía. ¡Volvió! Nuevamente le siento... Me debatí internamente sobre que tan invasivo sería tocarle para probar un poco de sus recuerdos. Muy invasivo, alejé la mano. 
- Cuando frunces el ceño con ese gesto me recuerdas muchísimo a nuestras tardes de cancha, peleando por quien anotaba más puntos en el volleyball, solo que ahora estás más guapa. 
Me pilló volando bajo. Omití completamente la última parte.
- Es difícil escoger entre tanta opción de comida...
Adriel se inclinó sobre la mesa y apuntó con su largo y fino dedo un sitio del menú
- Al menos sé que este será tu postre predilecto
Era un volcán de chocolate
- Hay cosas que no cambian-cuando analicé en detalle la imagen del postre, reparé en el elevado precio y solté sin pensar
- De ninguna manera te dejaré invitar.
Adriel se echó a reír y después de negar reiteradas veces mi oferta de irnos a medias (cosa que podía hacer gracias a la tarjeta que mi tío me había dado) terminamos cenando una pizza deliciosa.
- Debo preguntar...¿Por qué te ha invitado a casa?- solté cuando ya las ganas de saber fueron más grandes que mi decoro.
-¿De qué hablas?
- Trainor, te ha dicho que te pases por su casa, ¿Son muy cercanos?
-Pensé que la habías dejado pasar- sonrío con picardía- Muy...observadora
Le enseñé la lengua
- Entrometida- me reprendió
- No me cuentes si no quieres- me ofendí un poco
- Digamos que...Mi madre y Alastair tienen un negocio importante entre manos y yo soy el representante de la casa Darder
- Suena a negocio turbio
- No es turbio, solo... un poco indolente
- Mmm.. ¿Debería asustarme?
Los ojos verdes y penetrantes del chico se fijaron intensamente en los míos mientras pronunciaba con cuidado
- No hay que perder la calma, después de todo, es algo entre mamá y Alastair.
-¡Dime que es!
- Ya te he dicho; negocios. Y deja de meter las narices donde no te llaman, en este pueblo es muy mal visto- rosó mi nariz con su índice- no quiero que te metas en problemas con esta gente
- No lo haré, sólo me interesas tú..y tu bienestar, claramente
- De verdad Lisa, en este lugar no es conveniente meterse donde no lo llaman, la gente rica es bastante turbia como mencionas y puedes enterarte de más de algún fraude y ser precisamente un estorbo, Eloan puede explicarte...
- Ahora tengo más ganas de husmear y es todo tu culpa
- Tengo una historia mejor- carraspeó para luego dedicarme una mirada seria- ¿Sabías que este pueblo está embrujado?
Me tomé una pausa para mirarle cabreada, esperando a que soltara una risa y dijese que bromeaba, pero fallé.
- Podrías inventarte algo más creíble
- No lo invento. Verás, se dice que los primeros habitantes de este bosque recóndito de las tinieblas era gente con, ya sabes, "poderes especiales", que venían a ocultarse y sanarse ya que se creía la tierra tenía propiedades curativas que ellos mismos habían encerrado para protegerse, por lo mismo, diversas especies de flora y fauna muy poco comunes crecen justo en este sitio donde, científicamente hablando, no debiese germinar ni una roca. La verdad es que dicen que aún habita gente extraña en este pueblo haciéndose pasar por humanos simples, cuando en verdad ocultan habilidades insospechadas. Yo mismo podría ser uno.
- No eres de aquí, genio.
- Mi Naná sí...
Me quedé perpleja. La Naná Agatha era una mujer de increíble misticismo que tuve la chance de conocer cuando muy muy pequeña, sospecho que ella sabía de mi "don" porque cuando me veía, tejía atrapasueños para mi, y me decía que debía confiar en los hilos para que me protegiesen.
-No es broma, parte de que mamá se viniese a estas tierras es precisamente que sus raíces están aquí. Claro que cuando Naná Agatha vivía aquí, no era un condado de gente millonaria, era más bien un pueblo mercante. Cuando mi abuela ya tenía sesenta y cinco años, vendió su casa a la inmobiliaria que le ofreció prácticamente una fortuna por patear su anciano trasero de allí, así que se fue a vivir con nosotros. Aún no construyen en ese sitio específico y mi abuela está muy feliz de oírlo. Entre todo esto pasó lo de mi papá y mi abuela propuso usar lo que le ofreció la inmobiliaria para ayudar a resurgir a mamá  en estas tierras, compramos la casa y hasta ahora vivimos los tres juntos- Evaluó mi expresión y luego dijo- Puedes ir a casa, estarán maravilladas de verte, las tres
-Me encantaría, ¿Tres?
-Mi perra Petra es parte de la familia- Adriel rio-Así que, más que meter la nariz en negocios de los ricos turbios, preocúpate de los espíritus, saben cuando llegan forasteros. 

El reino del SueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora