1: Un tatuaje de lobo

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Una de las razones por las cuales Mark había decidido dejar su título universitario, su trabajo e incluso dejar atrás a su familia y prometida fue porque sentía que nada lo llenaba. No le interesaba vivir una vida rutinaria en donde debía levantarse a las seis de la mañana para ir a la oficina, él prefería hacer algo que realmente le gustaba, por ejemplo cazar.

Le encantaba pensar en una estrategia para someter a su presa, el hecho de estar alerta y perfeccionar sus técnicas era una de las cosas que más le apasionaban. Y Mark, creía que cazar no tenía que ser necesariamente solo un hobby, también se podía convertir en su trabajo, en un estilo de vida.

Así que cuando encontró una pequeña casa en una zona donde la caza estaba permitida, tomo todos sus ahorros y se marcho del lugar a donde vivía. No tuvo ningún problema en dejarle a su ex novia todos sus bienes materiales, no le importaba, solo se llevo consigo su ropa y su equipo de caza. Empaco todo en una valija y se marcho.

El pueblo se llamaba Doel, ubicado en Bélgica, la renta de la casa no costaba casi nada y había una población reducida. Un lugar ideal. El vendedor de la casa se había comunicado con Mark para decirle que era un pueblo de cazadores y que había muchos depredadores, grandes animales y maravillosos paisajes boscosos. Mark no deseaba nada más que eso, estaba satisfecho.

Cuando llego a Doel, luego de un largo viaje en avión y en taxi, miro encantado la apariencia rustica de las casas y el bosque uniéndose entre ellas. Era el paraíso. Si agudizaba su mirada, podía ver animales corriendo entre los árboles.

"Debería tener cuidado, señor." Le recomendó el taxista cuando llegaron al destino. "Estas zonas están atestadas de lobos, esos animales son realmente peligrosos. Y sobre todo, las personas de este lugar son...raras."

Pero Mark estaba tan cegado por su nueva vida que ni siquiera le prestó atención.

[...]

Luego de pasar unos minutos hablando con el vendedor de la casa, quien le dio las llaves y se marcho apresurado, el rubio se acomodo en su nueva casa. Sin dudas, no era un hogar moderno, incluso parecía tener semanas sin ser habitado. Tendría mucho trabajo que hacer de ahora en adelante, pero estaba feliz.

Decidió dar una vuelta por el pequeño pueblo, el cual parecía casi desierto, y se encontró con una tienda de tatuajes. Mark considero que era un buen momento para iniciar esa nueva vida con una marca sobre su piel, así que entro completamente decidido.

"Buenos tardes." Pregunto Mark mientras sus ojos se adaptaban al cambio de luz del lugar, afuera estaba bastante nublado. "¿Están atendiendo hoy?"

"Pasa" Una voz le invitó a entrar al interior del habitáculo poco iluminado que se escondía tras unas cortinas translúcidas y negras con toques relucientes.

La cabina se iluminó en cuanto alguien accionó el interruptor; un estudio se extendió frente a ellos, a un lado se encontraba el asiento y la máquina que se utilizaba para realizar los tatuajes.

"¿Alguna idea?" Preguntó el chico tras llevar un chicle a su inquieta boca, necesitaba mascar algo mientras estaba despierto para devorar su propia energía.

Papel y un lápiz rojo, solo con esto se sentó el tatuador en el pequeño sofá; con un gesto invitó al mayor a hacer lo mismo en el otro. Ahora estaban separados por una mesilla.

"¿Nuevo por el pueblo?" Los ojos oscuros del sujeto se posaron por primera vez en él para investigarlo cuidadosamente. "Debe ser difícil dejar todo atrás para venir a un lugar tan... Apartado como este."

El lugar era increíble, a Mark le gustaba todo lo que estuviera relacionado con los tatuajes y conocía varias tiendas de eses estilo, pero aquella era especial. Tenía un aura única.

Al igual que el hombre que se había acomodado en el sillón tranquilamente. Sintió que algo en su interior se removía de manera brutal cuando la mirada del desconocido se poso sobre él. No podía apartar su mirada del contrario, era como si se hubiese quedado pegado en sus ojos. La voz del tatuador le había puesto los pelos de punta.

“Supongo que en Doel no se ven nuevos rostros muy seguido.” Bromeo Mark mientras tomaba asiento frente a él. Se sentía de alguna manera hipnotizado. Se obligo a apartar la mirada del contrario para posarla en los dibujos de las paredes. “¿Todos ellos son tuyos? Son increíbles…”

Se quedo por un largo tiempo dándole una mirada curiosa al lugar antes de volver a ver al hombre que tenía en frente. También tenía tatuajes. Le daba curiosidad.

“Pensaba comenzar mi nueva vida con un nuevo tatuaje.” Comento el rubio mientras se enderezaba y le extendía la mano al contrario para estrechársela. “Soy Mark Schneider, vivo en la casa más cercana al bosque ¿Cómo te llamas?”

Había muchos dibujos de animales en las paredes, todas con un toque único, pero lo que más predominaba eran los lobos. A Mark le gustaban los lobos de que era pequeño, siempre miraba documentales sobre ellos, estaba completamente interesado en su estilo de vida, las jerarquías que tenían, la lealtad en la manada, la elección de una sola pareja para toda su vida y, sobretodo, su pelaje.

Su sueño frustrado siempre había sido cazar un lobo y colgar su cabeza en su casa, como algún tipo de decoración que le recordara cada día que había cumplido su sueño. Habiendo escuchado que había muchos lobos en la zona, no iba a perder su tiempo. Quizás debería tatuarse un lobo.

Marcado por el enemigo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora