Parte 2.-

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Cuando no era más que un niño, Taehyung soñó con viajar a la luna.

Solía soñar con subirse a un enorme cohete de colores extravagantes y sonidos curiosos, se imaginaba a sí mismo en un blanco traje con un casco mientras observaba a la tierra quedar atrás cuando aquel cohete despegaba en dirección a la luna. Él era, en aquellos sueños, el capitán y único tripulante de la nave que se dirigía sin retorno a la enorme masa blanca que adornaba los cielos nocturnos que a Taehyung tanto le gustaba ver.

¿A dónde había ido aquel sueño mientras crecía?

¿Cómo es que se había terminado por perder entre las responsabilidades de ser adulto y las ilusiones fantasiosas de ser amado por Jeon Jungkook?

Pensándolo ahora, sentado sobre el tejado bajo de la casa de campo de su abuela y con los ojos clavados en el cielo oscuro, con la luna cubierta por nubes caprichosas, Taehyung no puede evitar cuestionarse cómo fue que desplazó sus sueños de niño por otras fantasías inalcanzables, unas que resultaban incluso más dolorosas que el sueño imposible de viajar a la luna en su propio cohete infantil.

Piensa en los días que ha vivido lejos de Jungkook, los primeros días luego de tantos años de tener su presencia revoloteando a su alrededor, de ver su sonrisa o escuchar su voz cantarina por cualquier cosa que le emocionase. Habían sido días grises, con una sensación de ausencia persistente mientras trataba de decidir qué hacer con su vida de ese momento en adelante.

Jungkook se había acabado y con él, se acababan muchas cosas que construyó alrededor de su mejor amigo.

Entendiendo eso, Taehyung se vio obligado a comprender también que había sacrificado su vida y su autonomía para complacer cada deseo o capricho de Jungkook en un intento estúpido y poco sano de ganarse su corazón. ¿Cómo había podido poner a otro por sobre sí mismo de aquella forma? ¿Cómo se había olvidado de su propia vida para vivir la que Jungkook quería vivir a su lado, pero siempre un paso atrás de él?

De sólo recordar aquello, Taehyung siente la necesidad de trasbocar, de sacar de su sistema todo aquello que pareció enfermarlo de amor a un punto tan obsesivo y entregado. Vomitar el amor y el dolor, como había hecho aquel primer día, cuando tuvo que detenerse de camino a la playa a vomitar y llorar, su sistema saturado por el dolor que ni siquiera le dejaba respirar.

.- ¿Sí sabes que vas a enfermarte sí te quedas aquí toda la noche? - la voz amable y cálida de su abuelo le hizo girarse hacia la ventana de la habitación que, durante gran parte de su infancia y adolescencia, fue su único lugar seguro en el mundo - Tu abuela no estaría muy contenta de estar aquí, seguro ya te habría hecho bajar a escobazos de ser necesario.

La mención de su fallecida abuela le provoca una sonrisa que suaviza su expresión ausente mientras se desliza de regreso al calor conocido de la habitación, el amarillento de la luz le da un toque lleno de nostalgia a todo lo que se guarda entre esas paredes: los distintos adornos infantiles, los libros de cuentos y de viajes fantasiosos que disfrutaba leer, las fotografías de aquellos amigos de colegio que nunca volvió a ver y las de su familia, que sonreía para él.

.- La abuela me habría preparado una taza de chocolate caliente con algún pan dulce, no sólo un vaso de leche con galletas viejas - le recrimina con una sonrisa, sacudiendo la suciedad de su ropa mientras su abuelo se sienta con esfuerzo sobre su viejo colchón.

.- Eres un malagradecido, hijo - ríe el anciano, palmeando la cama para que se sentase a su lado - Le pides demasiado a esta alma vieja, Taehyung.

.- Pero qué dices, abuelo - le abraza por los delgados y encorvados hombros, atrayéndolo hacia su cuerpo - Sí estás en plena flor de tu juventud, así que deja de sacar excusas para no tratar bien a tu nieto.

Causa perdida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora