El lamento de la sirena |JSHK| |Hananene|

Prólogo

—Nee ¿Has escuchado?—

—Si, otro príncipe volvió a romper su compromiso con ella—

—Es lamentable ¿Y esta es nuestra futura reina? Ni siquiera puede mantener un compromiso como corresponde—

—¿Pero como culparlos de romper sus compromisos? ¿No la haz visto? ¡Es obvio que ninguno quiere de esposa a una princesa con una aleta tan gorda como esa!— 

—Creo que a mi me daría vergüenza salir a pasear viéndome así—

—¿Verdad?—

Ambas sirenas se miraron para luego reírse a carcajada limpia de lo patética que era su la actual princesa. Se rumoreaba que incluso se había rebajado a rogarle al príncipe con el que llevaba comprometida dos semanas que por favor no la dejara.

Obviamente, sus ruegos no sirvieron de nada, solo para alegrar al reino de su desgracia y darles otro motivo más para considerarla una inepta como futura reina. Si seguía así realmente el pueblo tomaría cartas en el asunto y le quitarían el título.

Yashiro Nene, la princesa fracasada del reino de Niwa, se encontraba escuchando toda la conversación detrás de un pilar mientras las lágrimas caían lentamente de sus ojos.

Incluso si estaban bajo el agua, las lágrimas de una sirena se notaban porque eran de color azul oscuro y quedaban flotando por unos momentos en el agua, como si fueran un colorante disolviéndose.

La joven princesa nadó lejos de allí para terminar por internarse en su castillo. Como un eco escuchó a su mejor amiga y sirena de compañía llamarla, pero a la última persona que quería ver era a ella.

Ella, Akane Aoi, la sirena más bella de Niwa según sus propios habitantes. Mucho más hermosa que la princesa de fea aleta gorda y extraña. La más amable, delicada y sobretodo, perfecta en cualquier aspecto a considerar ya sea físico o intelectual, con una de las voces más bellas e hipnotizantes del reino.

La voz de Aoi era rival con la voz hipnotizante de una princesa del reino vecino, llamada Sakura, quien se decía, nunca fallaba en encantar a otros con su voz, sin embargo esa era otra historia.

Aoi era simplemente la perfección sirenificada.

Ella amaba a Aoi, era su mejor amiga prácticamente desde que nació, pero a la vez era un doloroso recordatorio de todo lo que jamás lograría ser.

Era la quinta vez que conocía personalmente a un nuevo prometido, al fin siempre era así, pasaban unas semanas del acuerdo, se conocían y en cuanto se veían, tanto el príncipe elegido como su tritón de compañía caían enamorados de Aoi al verla y compararlas. Además de que todos al primer encuentro confundían a Aoi con la princesa y la tomaban a ella como la sirena de compañía.

¿Pero el sexto era la vencida, verdad? Su madre ya había previsto la situación, pues era como si ya se hubieran acostumbrado todos a que los príncipes eligieran primero a Aoi antes que a ella, la verdadera princesa.

Se había enterado esa misma tarde, pocas horas después del rompimiento de su quinto compromiso que estaba nuevamente comprometida con otro príncipe de un reino más lejano que el anterior, el príncipe del reino de Tsuiho.

Suspiró mientras apretaba su almohada con fuerza contra su torso y escuchaba la puerta de su habitación ser tocada con delicadeza. Pronto la voz de Aoi invadió el lugar pidiéndole pasar para hablar con ella de la situación, otra vez.

—¡Vete! ¡Es una orden de tu princesa, no quiero ver a nadie!— mordió sus labios, si claro, una orden de su princesa, como si alguien la tomara en serio...