Pociones y dulces

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Esta es la segunda y ultima parte de la historia ^^

Un pez fuera del agua

Segunda parte: Pociones y dulces

¿Qué tan difícil podía ser el enamorar a un hombre tiburón? Para el pirata Gintoki se le estaba haciendo bastante complicado. Todos sus intentos de ligar acababan mal, primero Hijikata se quejaba porque casi muere ante la falta de agua, después porque el barril era muy pequeño para poder moverse, más tarde quería comida, todo muy molesto para Gintoki.

Lo único que hizo bien fue enseñarle los cigarrillos, eso fue el único punto a favor que tuvo el humano.

A pesar de llevar semanas en el barco, no habían avanzado nada, incluso Gintoki acabó siendo mordido nuevamente cuando intentó besar a Hijikata a la fuerza, se prometió mentalmente no volver a hacerlo sin consentimiento del adicto a la nicotina, al menos si deseaba conservar todos sus dedos.

Por su parte, Hijikata debía admitir que, aunque Gintoki le prohibía volver al mar, no le faltaba de nada, Gintoki aprendió que necesitaba agua para sobrevivir y después de lo del barril, consiguió una pequeña bañera para que pudiese estar un poco más cómodo, aunque nunca del todo como en el mar.

Le conseguía peces frescos varias veces al día y le traía libros interesantes sobre historias de piratas famosos, aunque Hijikata era quien terminaba leyéndolas en voz alta para el hombre de cabellos plateados.

El hombre tiburón casi podía decir que le había agarrado algo de cariño al pirata idiota, que parecía ser demasiado amable para su trabajo. Pero Hijikata no podía pensar en la posibilidad de aceptar la petición de Gintoki, ambos eran criaturas diferentes, no podían vivir en el hábitat del otro.

Hijikat jamás se resignaría a vivir encerrado en una bañera de por vida, no podría vivir alejado del mar, mientras que sabía que Gintoki amaba el océano, pero desde su barco, incluso tenía la sospecha de que el hombre no sabía nadar, pero nunca preguntó del todo.

- Hora de la comida – dijo Gintoki mientras traía un pez para Hijikata y algo dulce para sí mismo

Hijikata disfrutaba de la compañía, pero sentía que llevaba demasiado tiempo alejado del océano, además de que una vez había leído algo sobre cierto síndrome de Estocolmo y no tenía ganas de que acabasen criticando este cuento tan poco original por ello.

- Quiero volver al mar – pidió Hijikata muy serio

Gintoki dejó caer el pez, sabía que ese momento llegaría tarde o temprano.

- ¿No puedo hacer nada para que te quedes? – preguntó el hombre

- No, llevo mucho tiempo lejos de mi hogar – respondió él

- ¿Eso significa que sigues sin sentir nada por mí? – preguntó Gintoki con esperanza

- El asco del principio ya se fue, pero no puedo quedarme aquí – explicó Hijikata

- ¿Dónde quedó la comedia del primer capítulo? Creí que esto era Gintama, supuestamente solo tenemos comedia y chistes sucios, eso ya es el noventa por ciento de nuestro argumento – añadió Gintoki molesto

Hijikata suspiró, ya dudaba que alguien comprendiese que es lo que pasaba por la mente del pirata.

- Por favor – pidió él

- Está bien – concedió Gintoki

Ante la mirada curiosa de toda la tripulación, Gintoki llevó a Hijikata al estilo princesa mientras lo sentaba en la barandilla que separaba el mar del barco.

Un pez fuera del aguaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora